Una baja progresiva en la tasa de desempleo del país crea un panorama alentador para los costarricenses, pero ¿es sinónimo de más oportunidades?
“Cada día es más difícil encontrar dónde trabajar” es una frase prevalente en las conversaciones de ciudadanos que desean generar ingresos, pero con el pasar de los meses ven cada vez más lejana esa meta.
Ambas partes, la estadística y realidad diaria, parecen contradictorias. No obstante, si analizamos los números, como lo hizo el Programa Estado de la Nación (PEN) 2025, es posible explicar el porqué no lo son.
Sí, la tasa de desempleo promedió 7,5% en el 2024, una reducción de 1,4 puntos porcentuales frente al 2023; pero basarse solo en este dato puede crear una falsa expectativa.
Sin embargo, la participación laboral continúa en retroceso desde la pandemia y se mantiene en los niveles más bajos desde 1987.
Un “efecto rebote”
Durante el 2024, el número de personas ocupadas creció en promedio un 5,1%, impulso que supera lo observado antes de la pandemia.
Sin embargo, este crecimiento solo refleja un “efecto rebote” tras la contracción del -2,7% registrada en el 2023.
La recuperación, según el PEN, obedece a la reincorporación de quienes abandonaron la fuerza laboral durante la pandemia.
Dicho avance permitió generar alrededor de 105.000 puestos, suficientes para absorber el crecimiento de la población en edad de trabajar (53.000 personas), la vuelta de quienes regresaron al mercado (24.000) y, además, reducir el desempleo en unas 28.000.
Por su parte, Andrés Fernández, economista del Consejo de Promoción de la Competitividad (CPC) considera que el mercado laboral de hoy no es mejor que el de febrero de 2020, aunque el desempleo haya bajado.
“Una razón principal es el desaliento: cada vez más personas dejan de buscar trabajo, lo que las saca automáticamente de la medición”, afirma.
Empleo informal gana terreno
El estrato de empleo informal representa cerca del 38% de las personas ocupadas y contrasta con el formal, que avanza “con escaso dinamismo”, mismo que en el periodo 2023-2024 creció, en promedio, un 5% y mantuvo una trayectoria sostenida incluso a inicios del año en curso.
Aun así, ese desempeño no alcanza para transformar la estructura del mercado laboral, que permanece cerca del umbral del 60% de ocupación formal, sin lograr reducir de forma significativa la informalidad.
Por otro lado, se revela un contraste marcado en la dinámica del empleo durante el año pasado, cuando los informales e independientes registraron aumentos en casi todos los trimestres y llegaron a tasas de crecimiento del 15% en el tercer trimestre del año.
Los niveles más bajos de participación laboral en casi cuatro décadas con brechas
La participación laboral en Costa Rica sigue en descenso desde la pandemia y, lejos de recuperarse, se mantiene en niveles históricamente bajos.
“Un análisis de largo plazo revela que desde el año 2020 la tasa neta de participación laboral se encuentra en los niveles más bajos desde 1987; es decir, la cantidad de personas ocupadas y desocupadas con respecto a la población de 15 años y más reportadas en las encuestas de hogares del INEC”, menciona el estudio.
Aunque la caída afecta a toda la población en edad de trabajar, las mujeres llevan la peor parte: su peso en el empleo total se limita al 39%.
Este grupo es el que más empleos pierde cuando la actividad se contrae. Por ejemplo, en empleos por cuenta propia ganan, en promedio, un 25% menos que su opuesto masculino.
“Sin estrategias para incentivar la inserción laboral de las mujeres y la reducción de las brechas de género, que les permitan acceder a empleos formales y sin las cargas dobles que significa el trabajo no remunerado, difícilmente se podrá aumentar la fuerza de trabajo en los próximos años”, advierte el PEN.
No obstante, existe una amplia diferencia en el crecimiento por género; en el caso de las mujeres, en 2024 su indicador creció un 10,1%; en los hombres, el incremento fue más moderado (2,1%).
Por otro lado, las madres se exponen a las mayores barreras de acceso al empleo, pues la probabilidad de insertarse en el mercado disminuye conforme crece la cantidad de hijos, sobre todo cuando hay menores de tres años en el hogar, incluso entre mujeres con alto nivel educativo.
“Esto se relaciona con las mayores responsabilidades que les implica el cuido y las otras tareas domésticas, pues para muchas de ellas el costo de oportunidad de pagar esos servicios a terceras personas puede ser más costoso que la remuneración que obtendrían, y esto las desmotiva a buscar un trabajo fuera del hogar”, explica el programa.
Fernandez coincide con esta observación: en condiciones ideales, dijo, muchas de esas salidas deberían poder explicarse por razones como estudio, jubilación o proyectos personales. Sin embargo, no es la realidad.
Para él, esto revela un rezago estructural y cultural que el país arrastra desde hace décadas.

En cuanto a la edad, en la población de menos de 35 años, el empleo subió 4,1% en el 2024 también como respuesta a fuertes pérdidas del año anterior (-5,7%).
Para las personas adultas entre 35 y 60 años, el crecimiento fue similar (4,1%), aunque más estable que en el segmento joven.
“La tendencia reciente de las personas cercanas a la edad de retirarse (hombres mayores de 55 años, principalmente) ha llevado a los niveles mínimos de participación laboral del presente siglo”, añade el informe.
Rezago de personas con menor escolaridad
El empleo mostró un impulso considerable entre quienes poseen secundaria completa o educación superior.
En el 2024, este grupo alcanzó un crecimiento del 11%, cifra que duplica el promedio observado en los dos años previos (4,4%).
Sin embargo, la población con menor escolaridad no vivió la misma trayectoria.
Durante los primeros dos trimestres del año pasado registraron caídas y, aunque hubo cierta recuperación a partir del tercero, se desvaneció también con la desaceleración del primer semestre del 2025.
Aunque la proporción de personas adultas con baja calificación bajó del 72% en la década de los noventa al 58% en los últimos quince años, el rezago educativo todavía es considerable.
Según la Encuesta Nacional de Hogares (Enaho) 2024, un 16% de la población de 24 a 34 años solo tiene la primaria completa, lo que reduce su acceso a empleos formales y los expone a una mayor vulnerabilidad laboral.
“De acuerdo con dicha encuesta, solo el 39% de la fuerza de trabajo entre 34 y 44 años ha completado la educación superior, cifra que se mantiene lejos de la proporción de los países más desarrollados de la OCDE”, asegura el documento.

El ingreso laboral tampoco recupera nivel prepandemia
El ingreso laboral real continúa sin regresar a los niveles previos a la pandemia, a pesar de una mejora en el último año.
Durante el 2024, el crecimiento interanual promedio de los ingresos laborales mensuales fue de 5,9%, un punto porcentual por encima del registrado en el 2023.
Este repunte favoreció especialmente a los grupos más vulnerables, como mujeres, jóvenes y personas de baja calificación.
Las personas ocupadas en la informalidad reportaron un ingreso promedio real cercano a los ¢269.000, lo que representa un aumento del 5% respecto al año anterior y del 8% frente al 2019.
Sin embargo, la situación es distinta en el sector formal: incluso con la recuperación del año pasado, los ingresos se mantienen un 5% por debajo de los previos a la crisis sanitaria.
Una dinámica similar se observa al analizar el nivel educativo, donde los ingresos promedio crecieron entre las personas con baja calificación, mientras que en quienes cuentan con mayores estudios son un 8% inferiores a los reportados antes de 2020.
En materia de género, las mujeres presentan un ingreso promedio que supera en ¢20.000 el nivel de 2019, pero en el caso de los hombres apenas se alcanzó el punto de equilibrio.
Los avances son modestos para quienes ocupan los puestos de menor calidad y, al mismo tiempo, insuficientes para las personas con mayor calificación, que todavía no recuperan su poder adquisitivo.
Aunque los datos muestran una recuperación laboral, aún no es suficiente para revertir las brechas que arrastra Costa Rica.
