La guerra comercial, iniciada por los EE. UU. y marcada por la proliferación de aranceles impuestos de forma arbitraria, ha transformado profundamente el orden económico global, desafiando décadas de normas comerciales internacionales y provocando incertidumbre y desconfianza en los mercados.
Potencias económicas como la Unión Europea y Japón han finalmente optado por aceptar aranceles más altos con tal de evitar conflictos mayores y moderar las exigencias de la nueva política comercial estadounidense. A medida que continúen estos aumentos y otras reacciones, se vislumbra la gestación de una nueva arquitectura mundial.
Esta realidad plantea interrogantes sobre el futuro del orden mundial en el campo comercial, la respuesta de países como Costa Rica ante este entorno, y las acciones empresariales necesarias para navegar estos cambios.
Orden mundial
La imposición arbitraria de los aranceles ha debilitado el sistema multilateral, esto es, el conjunto de normas internacionales que rigen las relaciones comerciales entre países, con la Organización Mundial de Comercio (OMC) como principal garante. Este sistema fue concebido bajo la lógica de promover el libre comercio mediante la reducción de barreras arancelarias y no arancelarias, como motor de desarrollo económico. Para lograrlo, los 166 países miembros de la organización se comprometían a respetar aranceles máximos y a cumplir reglas que prohíben el trato discriminatorio, entre otras.
Sin embargo, EE. UU. —que durante décadas lideró la promoción del comercio abierto y la cooperación entre las naciones para lograrlo—, ha impuesto ahora los aranceles más elevados en casi un siglo, de una manera que contradice los principios fundamentales del sistema multilateral y en clara transgresión de las obligaciones contenidas en los acuerdos regionales y bilaterales que él mismo tenía vigentes al amparo de la OMC.

Aunque las reglas multilaterales cubren disciplinas que van más allá de los aranceles y todavía no hay señales de que estas vayan a ser ignoradas por EE. UU. u otros países, esta ruptura histórica refleja una nueva realidad en la que las decisiones comerciales de los Estados ya no estarán necesariamente condicionadas por un ultrajado orden multilateral ni por acuerdos internacionales que no se respetan.
Ante esto, ¿cómo evolucionarán las relaciones comerciales entre países? Vemos tres posibles escenarios.
Una OMC modernizada
Una posibilidad es que, ante los efectos negativos generados por la actual incertidumbre comercial, surja un despertar internacional que reafirme la importancia de tener un orden basado en reglas. Para que esto se materialice en un solo orden mundial bajo la OMC, los países tendrían que acordar soluciones para muchas de las preocupaciones que han atormentado a la organización durante años sin que hayan podido encontrar una solución, en mucho porque algunos de sus miembros se han empeñado en impedir que se avance.
Según la OMC, se han presentado ya más de 30 propuestas de reforma. Estas se centran en cuatro grandes desafíos: (i) las dificultades para negociar acuerdos comerciales aplicando la regla del consenso; (ii) el debate sobre las responsabilidades de economías emergentes avanzadas y el trato especial para países en desarrollo; (iii) el fortalecimiento del cumplimento con las obligaciones de notificación y transparencia; y (iv) la reforma del sistema de solución de disputas. Retomar con seriedad y urgencia esas iniciativas podría hacer recobrar la vitalidad del sistema.
Una OMC sin EE. UU.
En su primer gobierno, el presidente Trump expresó su intención de retirar a EE. UU. de la OMC. Aunque no lo concretó, su gobierno suspendió sus contribuciones financieras a la organización y se retiró de otras organizaciones multilaterales, como la Organización Mundial de la Salud. La salida de la mayor economía mundial implicaría un golpe al multilateralismo, pero no necesariamente su colapso.
Algunos expertos han propuesto que la salida de EE. UU. podría, en efecto, preservar el sistema. Como sus políticas han contravenido el espíritu de la organización sin consecuencias, argumentan que su retiro sería la opción más coherente para preservar la credibilidad de la organización. En ese escenario, los demás países igualmente permanecerían con el reto de alcanzar consensos sobre las reformas urgentes.
Ordenes regionales o de países con intereses afines
Muchos analistas coinciden en que los regímenes regionales o alianzas entre países con intereses afines jugarán un mucho mayor rol en el orden mundial. De hecho, ante el creciente proteccionismo de EE. UU., sus principales socios comerciales ya han venido asegurando nuevos mercados, evidenciado en el auge de acuerdos comerciales que lo excluyen. Recordemos que EE. UU. no firma nuevos tratados de libre comercio desde la renegociación del Tratado entre México, EE. UU. y Canadá (2018) y la negociación de los tratados con Corea y Panamá (2007) y, como ha resultado evidente, las disposiciones de los acuerdos existentes no tienen ya mucho valor, si es que poseen alguno.
En este escenario, distintos grupos de países compartirían reglas mediante tratados de libre comercio y otros acuerdos de integración económica y contarían con un foro para continuar el proceso de una mayor liberación comercial. Igualmente, estos tratados suelen incluir mecanismos de solución de disputas. En esa dirección, recientemente, la Unión Europea propuso una nueva estructura comercial con los países asiáticos en el marco del Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico.
Un orden así traería ventajas y desventajas. La ventaja es que países afines pueden lograr regulaciones más ambiciosas, como ha sucedido por ejemplo con los acuerdos plurilaterales que regulan más profundamente el comercio electrónico. Sin embargo, esto conduciría a una fragmentación del orden global, creando bloques normativos y países excluidos de estos.
En cualquier caso, una pregunta abierta será el rol de liderazgo estadounidense, si es que tendrá alguno. Para mantener su influencia global, su principal desafío será recuperar la credibilidad negociadora perdida. Otros países pueden dudar -con razón- del valor de los acuerdos a que se llegue con dicho país en el tanto sus acciones previas hayan contradicho sin reparo las reglas acordadas o sus propias declaraciones, como sería el caso de los aranceles impuestos a Canadá y México, si llegan a ser superiores a los establecidos en su tratado de libre comercio, o el aumento del arancel del “Día de Liberación” para Costa Rica y otros países.

En todo caso, de alguna manera, los países deberán encontrar alguna forma de trabajar juntos. La cooperación internacional es un rasgo definitorio de las actuales economías interdependientes, sociedades interconectadas y problemas comunes, desde la crisis climática hasta la regulación de la inteligencia artificial.
Respuestas nacionales
Ante este ambiente de incertidumbre geopolítica y comercial, la respuesta de cada país varía según sus condiciones. A corto plazo, algunos han optado por tomar medidas de retorsión —si cuentan con el peso económico para que estas sean significativas— o por negociar arreglos sobre los que su capacidad de implementación está todavía por verse. A largo plazo, esta coyuntura ha evidenciado los riesgos de depender demasiado de un solo socio y la importancia de la diversificación.
En el caso de Costa Rica, Estados Unidos es su principal socio comercial. Según datos del Comex, en el 2023, el 45,8% de nuestras exportaciones tuvieron como destino ese país y, en el 2024, el 63% de nuevos proyectos de inversión extranjera se originaron desde EE. UU. Es claro, entonces, que mantener esta relación estratégica de la forma más estable posible debe ser una prioridad gubernamental, por muchas razones, empezando por la cercanía geográfica y el fuerte vínculo que ya causa la inversión proveniente de ese país.
En paralelo a esto, sin embargo, se pueden reforzar tres elementos para intensificar la diversificación y reducir la dependencia. Primero, continuar en la búsqueda de acuerdos con nuevos mercados y profundizar el alcance de los existentes. Como señala Ramón Lecuona, profesor de estrategia de mercados emergentes de Dartmouth College, “los aranceles de Trump ofrecen la oportunidad de ser creativos y buscar nuevas oportunidades de negocio más allá de EE. UU.; los aranceles plantean amenazas, pero también oportunidades”.
En el caso de la Asociación de Naciones de Asia Sudoriental (ASEAN), que agrupa a diez países del Sudeste Asiático, se ha observado ya como los cambios arancelarios aceleraron el avance hacia una mayor integración mediante alianzas más estrechas y profundas.
Segundo, estos acuerdos son solo un punto de partida: un tratado brinda condiciones más favorables para acceder a nuevos mercados pero su verdadero impacto depende de una labor sostenida para desarrollarlos. Esto implica preparar a los exportadores, facilitar relaciones comerciales y apoyar la adaptación de la oferta nacional a la demanda específica de cada región. En ese sentido, deben redoblarse esfuerzos para sacar el máximo provecho práctico de la red de acuerdos existentes.
Finalmente, mejorar las condiciones de competitividad local debe ser la prioridad nacional más urgente. Reparar el rezago de nuestra infraestructura, abordar la creciente inseguridad pública, mejorar la calidad de nuestra educación, identificar soluciones para contar con electricidad competitiva, y simplificar el entorno regulatorio no solo impulsarán el crecimiento del sector productivo nacional, sino que también fortalecen la atracción de inversión extranjera frente a una intensa competencia internacional en un entorno muy complejo.
Costa Rica ha demostrado poseer un gran atractivo como destino de inversión extranjera, y en un contexto donde las empresas globales están buscando nuevos destinos, esto podría resultar en nuevas oportunidades, si lo hacemos bien. Ya hemos visto como la inversión extranjera ha impulsado nuestro crecimiento económico, facilitado el acceso a tecnologías, generado empleos de calidad y diversificado nuestras exportaciones, impactando directamente el bienestar de la población. Nuestro posicionamiento actual debe ser el punto de partida para un agresivo relanzamiento.
Respuesta empresarial
No es sorpresa que el monitorio de los aranceles se haya vuelto parte importante de las agendas empresariales. Un estudio de Bloomberg encontró que las menciones del término “aranceles” aumentaron un 395% durante las conferencias sobre ganancias del segundo trimestre, reflejando su creciente impacto.
Las empresas ya no pueden esperar a ver cómo evolucionará el entorno comercial. Deben asumir los cambios en las regulaciones de comercio como un nuevo factor que influenciará decisiones sobre cambios en las cadenas de suministro, exploración de nuevos mercados, fijación de precios y presencia global.
Ante momentos de cambios disruptivos, podemos aprender de cómo las empresas han navegado frente a las transformaciones tecnológicas. Como resalta Scott Anthony, profesor de liderazgo en cambios disruptivos en Dartmouth College, “el cambio adaptativo no ofrece respuestas obvias, solo la certeza de la lucha y la posibilidad de perder. Las empresas que prosperan son aquellas que ven la disrupción no como una amenaza, sino como una oportunidad, y tienen el coraje de liderar y aprender a través de la niebla”.
La respuesta empresarial debe ser específica para la industria, tamaño y nivel de exposición de cada firma. A grandes rasgos, pueden seguir un marco de tres pasos.
Primero, fortalecer la inteligencia comercial y mapeo de sus cadenas de suministros. Monitorear constantemente los cambios arancelarios para anticipar riesgos y oportunidades. Para hacer esto efectivamente, deben contar con un mapeo claro de dónde provienen sus suministros actualmente y la posibilidad de sustituirlos, así como un entendimiento cabal de las partidas arancelarias, sus contenidos e interpretaciones, y de un análisis realista de los costos de la diversificación.
Segundo, desarrollar escenarios de impacto. Modelar cómo estos cambios y posibles desarrollos puedan afectar operaciones, costos, rutas logísticas y relaciones comerciales, analizando posibilidades en otros mercados. Costa Rica cuenta con tratados de libre comercio con 14 países y bloques como la Unión Europea, Caricom y Centroamérica y deben aprovecharse plenamente.
Tercero, incorporar la dimensión geopolítica en la estrategia corporativa. Los líderes empresariales deben considerar los riesgos comerciales en cada decisión, por lo que esta dimensión debe estar presente a través de diferentes funciones como estrategia y operaciones, desde la elección de proveedores, hasta la diversificación de mercados destino y la fijación de precios.
Igualmente, mantener una comunicación transparente puede generar buenos resultados. Algunos proveedores están dispuestos a absorber parte del costo arancelario para mantener su competitividad, mientras que los consumidores valoran entender con precisión la causa del aumento de precios y así aumentan su confianza con el negocio.
Por último, es crucial entender que la política comercial va mucho más allá de los aranceles. Hay múltiples medidas que pueden usar los gobiernos para influir en el comercio y que están moldeando el acceso a los mercados. Por lo tanto, las empresas deben ampliar su visión para considerar el conjunto de medidas que pueden afectarlas.
También debe entenderse que esta guerra comercial va más allá de temas puramente de negocios y está profundamente entrelazada con tensiones geopolíticas más amplias, como la competencia geopolítica entre EE. UU. y China. También se evidencia cada vez más entrelazada la competencia por el futuro del liderazgo de la inteligencia artificial, directamente ligada a regulaciones como las restricciones a las exportaciones de semiconductores.
En este entorno marcado por la ambigüedad, la incertidumbre y la impredecibilidad no existe punto final claro. Estamos en un momento de transformación y adaptación. Trump ha confirmado que utilizará los aranceles por razones comerciales, políticas, o de seguridad nacional, entre cualesquiera otras, por lo que es de esperar que seguirán siendo una herramienta a utilizar ante eventos globales o locales y que, seguramente, enfrentaremos más cambios en el futuro. La prioridad actual debe ser la adaptación con una visión estratégica hacia la diversificación.
Fuentes de consulta empleadas en este artículo | Publicación |
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Foreign Affairs | Tell Me How This Trade War Ends |
Richard Baldwin | How Does the Trade War End? |
VoxEU | Why the US and the WTO should part ways |
Politico | To save the global economy, kick the US out of the WTO |
James Bacchus en Cato Institute | What Happens If the United States Leaves the WTO? Another Misguided US Attack on the World Trade Organization |
OMC | Tratados EE.UU |
Bloomberg | US’s Overdue WTO Funding Caught in Broader Trump Budget Review |