Unificar al chavismo bajo una sola bandera partidaria se ha vuelto una misión cuesta arriba para el oficialismo. Los esfuerzos por consolidar una estructura sin fisuras siguen tropezando con divisiones internas.
Como intento de orden político, el oficialismo recurrió a una coalición de hecho para posicionar al Partido Pueblo Soberano (PPSO) como el nuevo rostro del chavismo. Con ello buscaba reunir bajo una misma sombrilla a las agrupaciones que respaldan al mandatario, restringiéndoles la posibilidad de presentar candidaturas separadas en las próximas elecciones.
Sin embargo, la estructura recién conformada por el PPSO, Movimiento Tiempo de Valientes (Motiva), Creemos, Renacer Democrático (PRD) y Esperanza y Libertad (PEL) sufrió su primer revés: las dos últimas agrupaciones se apartaron del bloque. La salida deja al PEL con las puertas abiertas para competir de forma independiente, mientras que Creemos no podría hacerlo, al no estar inscrito ante el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE).
A estas fracturas se suma un movimiento inesperado: la diputada oficialista Pilar Cisneros —la figura más popular del gobierno, después de Rodrigo Chaves— se desmarcó de la estrategia política y comunicación del PPSO.
Los tropiezos no son nuevos en los intentos de consolidación partidaria del chavismo. Ya en 2023, el mandatario y nueve legisladores se desvincularon del Partido Progreso Social Democrático, la agrupación que los llevó al poder, al declarar que este no representaba los intereses del chavismo.
Para Carlos Murillo, director del Observatorio del Desarrollo de la Universidad de Costa Rica (UCR), el conflicto de fondo radica en que las fuerzas afines al mandatario son grupos personalistas, centrados en la figura de Chaves, y sin capacidad de adaptación a una lógica partidaria.

Problemas estructurales
El nacimiento de nuevas organizaciones que agrupan al chavismo se dio tras la desvinculación del presidente de la República y de la mayoría de legisladores oficialistas del partido que los llevó al poder. Desde entonces, el movimiento ha buscado nuevas plataformas para tratar, con resultados mixtos, de consolidar una base común.
La ausencia de una línea ideológica que guíe las políticas de Rodrigo Chaves impide que estas agrupaciones sigan un rumbo claro. Sin un marco doctrinario, el chavismo se dispersa en distintas corrientes marcadas por el personalismo.
El primer partido que intentó representar al Gobierno actual fue Aquí Costa Rica Manda, pero la propuesta se vino abajo cuando el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) determinó que la agrupación incumplía con la paridad de género en sus candidaturas a alcaldías, vicealcaldías y sindicaturas para las elecciones municipales del 2024. Tras ese revés, el partido no logró sostenerse y terminó por disolverse.
Ese tropiezo, junto con la posterior aparición de nuevas agrupaciones afines al chavismo, evidenció —según la analista política Kattia Benavides— que quienes buscan dar continuidad al proyecto de Rodrigo Chaves “no siguen la teoría de partidos políticos, porque ahí se encuentra cómo se forman los partidos, cómo se construyen agendas y cómo unir las distintas corrientes existentes dentro de un mismo movimiento”.
La posterior creación de PPSO parecía la única fuerza asociada al Presidente, pero surgieron al menos cuatro partidos que públicamente se alinearon con el oficialismo. Esa dispersión debilitaba la posibilidad de construir una propuesta unificada para prolongar la administración actual. Por ello, unir fuerzas en una coalición se convirtió en la estrategia para concentrar todo el respaldo en una sola dirección: PPSO.
Benavides también señaló que esa proliferación de agrupaciones pudo haberse evitado si, desde el Congreso, se hubiera estructurado un partido oficialista. No ocurrió así porque los diputados —incluida Pilar Cisneros— que se separaron del PPSD decidieron no formar una nueva fracción y la razón se debe, según Benavides, a que no estaban dispuestos a perder asesores legislativos ni tiempo de control político, derechos a los que se renuncia al abandonar una bancada.
Aún es temprano para conocer si la coalición tendrá éxito o no, pero desde ya develó el descontento interno de los integrantes ante la imposibilidad de participar de manera activa. Es decir, la invitación a la coalición de hecho fue una propuesta a hacerse a un lado en la contienda electoral.
Las razones que pesaron en la decisión del PEL de apartarse de la coalición de hecho se deben a la “ausencia de formalización en la alianza” ya la intención de “limitar nuestra libertad de expresión como partido político legalmente inscrito”, según anunció la agrupación.
Por ahora, el chavismo vuelve a fragmentarse ante la incapacidad de consolidar un partido único con una línea ideológica clara, aunque todas las agrupaciones compartan un objetivo: replicar el éxito electoral que el personalismo le otorgó a Chaves. El politólogo Constantino Urcuyo resume esta situación con una frase tajante: “no hay chavismo sin Chaves”.

Se diluyen las figuras
El PPSO ya tiene a su candidata: la exministra Laura Fernández. No obstante, solamente cuenta con un 2% de la intención de voto para las elecciones 2026, según la última encuesta del Centro de Investigación y Estudios Políticos (CIEP) de la Universidad de Costa Rica (UCR).
Ese escaso respaldo contrasta con el 7% que acumula el Partido Liberación Nacional (PLN) y un 71% de personas indecisas. Además, el 87% de los consultados afirma no tener simpatía partidaria, lo que sugiere que el electorado sigue votando por figuras y no por partidos o ideologías.
A esta debilidad se suma la renuncia de una figura clave para el oficialismo: Pilar Cisneros, jefa de campaña de Chaves en 2022 y principal referente del Gobierno además del presidente. La diputada anunció que no participará activamente en la campaña por falta de tiempo, debido a su trabajo legislativo, aunque mantiene el apoyo.
La salida de Cisneros y la ausencia del propio Chaves como candidato a diputado debilitan la estructura del PPSO y dejan al partido sin dos de sus piezas más influyentes. El proyecto político que nació bajo la figura del mandatario, enfrenta ahora el reto de sobrevivir sin él en primera línea.