Un lenguaje capaz de canalizar el enojo ciudadano y transformarlo en cercanía política se perfila como el sello dominante de la narrativa rumbo a las elecciones presidenciales de 2026 en Costa Rica. Y, de acuerdo con los especialistas, esa estrategia comunicativa no solo se mantendrá, sino que se intensificará en las próximas semanas.
Lo anterior se exploró en el conversatorio Elecciones 2026: narrativas dominantes y tono de conversación, organizado por El Financiero. La retórica orientada a captar el apoyo de quienes cargan con sentimientos negativos hacia el sistema político fue uno de los focos de análisis de la politóloga de la Universidad de Costa Rica (UCR), Carolina Ovares, y de Sindy Mora, socióloga del del Instituto de Estudios Sociales en Población (Idespo) de la Universidad Nacional (UNA), quienes conversaron junto al jefe de redacción de El Financiero, Sergio Morales.
Ovares y Mora coincidieron en que el voto costarricense está fuertemente amarrado a las emociones. Será hasta enero cuando la ciudadanía empiece a tener mayor claridad sobre por quién inclinarse.
El conversatorio también profundizó en cómo esta narrativa se diferencia de campañas anteriores, qué impulsa su uso y qué podría anticiparse para el próximo año, cuando el país esté ya a pocas semanas de acudir a las urnas.
Narrativa predominante
Mora explicó que el tipo de discurso que se está utilizando conecta directamente con sectores históricamente relegados, que ahora sienten que forman parte de una conversación política que les reconoce. Este estilo —que ya mostró resultados en países como Argentina, Venezuela y El Salvador— se sostiene sobre la promesa de continuidad de un “cambio” que sus simpatizantes consideran necesario.
Ovares añadió que la economía costarricense, dividida entre un régimen especial dinámico y un régimen definitivo con menos oportunidades, ha alimentado sentimientos de rezago entre ciertos grupos poblacionales. Quienes se sienten desplazados o decepcionados por el sistema encuentran identificación en líderes que —desde su perspectiva— señalan los errores estructurales que los han dejado atrás.
Ese mismo discurso, apuntó la politóloga, suele delimitar con claridad quiénes son los enemigos del proyecto político emergente. Al establecer un adversario, la narrativa refuerza la identidad del grupo seguidor y alimenta la expectativa de que un cambio profundo está en marcha. Dentro de esta construcción simbólica, la lucha contra la corrupción es uno de los pilares centrales.
“También hay un uso político de la narrativa de la corrupción. En este proceso de crear un líder caudillista la narrativa se enfoca en la lucha contra la corrupción”, comentó Mora.
Mientras al inicio de la actual administración el desempleo concentraba la atención pública, según las encuesta del Idespo, hoy la corrupción se posiciona como la inquietud dominante. Ese desplazamiento evidencia el arraigo que ha tenido esta narrativa en el debate nacional.
Diferencias con otras elecciones
Aunque desde 2014 existe una tendencia a apoyar candidaturas que encarnan el descontento con el sistema tradicional, las elecciones 2026 destacan por elementos que las vuelven atípicas.
Ovares señaló que Costa Rica se ha sumado a una corriente global de liderazgos populistas de corte autoritario que han logrado fortalecer su posición gracias a una conexión emocional sostenida con la ciudadanía.
A ello se suma un factor singular: la creación, desde el propio Poder Ejecutivo, de una nueva agrupación política diseñada para representar al Gobierno en las urnas ante la prohibición constitucional de la reelección consecutiva. Para las panelistas, este movimiento reconfigura las dinámicas habituales de continuidad política en el país.
Los roces entre el Gobierno y el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) también dibujan un panorama distinto. Mientras el presidente Rodrigo Chaves cuestiona la imparcialidad del órgano electoral, el Tribunal solicitó levantar la inmunidad del mandatario ante presuntas acciones de beligerancia política. Estas tensiones institucionales podrían impactar tanto el clima de campaña como la confianza de la ciudadanía.

Últimos meses de campaña
“Un posible escenario es que veamos la profundización en la matriz amigo-enemigo más fuerte”, enfatizó Mora.
Este esquema, basado en la confrontación constante, podría intensificarse y desembocar en un ambiente más polarizado, especialmente a medida que se acerque la votación.
Para Ovares, enero será un mes decisivo: es cuando quienes normalmente se mantienen distantes de la política empiezan a prestar atención y a tomar su decisión final.
“Tal vez haya un riesgo mayor de enfrentamiento y violencia en las calles, porque además estamos en un contexto de crimen organizado”, afirmó la politóloga.
