Cuando estaba en la universidad, Alaina G. Levine solía envidiar a sus compañeros que parecían tener toda su vida planificada. Ella, estudiante de Física y Astronomía en la Universidad de Arizona, no tenía claro cuál era su camino, mientras que ellos, por el contrario, parecían saber exactamente lo que querían hacer y cómo conseguirlo. Mirando atrás, se da cuenta de que la envidia minó su confianza, socavó su productividad y creatividad, y nubló su capacidad para ver hacia dónde podía llevar sus intereses y talentos. “Fue un gran obstáculo para mí”, afirma.
Ahora, más de 20 años después, Levine es una exitosa conferencista profesional, coach de carrera y comediante corporativa. Irónicamente, dice, algunos de los compañeros que ella pensaba que lo tenían todo claro desde el principio se han puesto en contacto con ella para pedirle consejo sobre su carrera y coaching informal. La envidia puede haberle parecido un obstáculo en ese momento, reflexiona, pero también la empujó a crear una carrera adaptada a sus propias habilidades e intereses.
La envidia profesional puede tener repercusiones positivas y negativas. Los lugares de trabajo en los que los directivos hacen comparaciones —publicando clasificaciones o nombrando a los empleados del mes— son un terreno fértil para cultivar la envidia, afirma Michelle Duffy, que estudia el comportamiento organizacional en la Carlson School of Management de la Universidad de Minnesota. El monstruo de ojos verdes puede fomentar entornos en los que las personas actúan de forma deshonesta y socavan, menosprecian o marginan a sus compañeros, o incluso sabotean su trabajo. La envidia en el trabajo puede dañar la productividad, la creatividad, el trabajo en equipo y la cooperación.
Pero, por otro lado, la envidia puede inspirar a las personas a esforzarse por mejorar y a fijarse metas más altas. ¿Qué marca la diferencia? La investigación sobre la envidia en el lugar de trabajo ha aumentado en los últimos años, como describen Duffy y sus colegas en un artículo publicado en el Annual Review of Organizational Psychology and Organizational Behavior. Ahora, ella y otros investigadores la están estudiando con la esperanza de descubrir cómo las organizaciones pueden gestionarla y canalizar sus efectos de manera positiva.
Al fin y al cabo, los empleados no son autómatas. “Las personas tienen emociones y las llevan al trabajo”, afirma Duffy.
La envidia con cualquier otro nombre...
El antiguo filósofo griego Aristóteles definió la envidia como el dolor que provoca la buena suerte de los demás. De hecho, la envidia y el dolor físico activan algunos de los mismos circuitos del cerebro, según informaron los neurocientíficos en 2009.
Que la envidia puede ser destructiva o constructiva es algo que se ha debatido durante mucho tiempo en la literatura y la filosofía, y algunos idiomas tienen varias palabras para referirse a la envidia que tienen esto en cuenta. En neerlandés, por ejemplo, la palabra benijden se refiere a la envidia benigna, el tipo que puede servir como fuerza motivadora que impulsa a las personas a trabajar más duro para conseguir lo que otros ya tienen, mientras que afgunst significa envidia maliciosa —la idea de reducir la brecha de logros trayéndose abajo a otra persona—.
Pero este tipo de lenguaje preciso aparentemente no afecta a la forma en que las personas experimentan la envidia, según una investigación realizada por el investigador de emociones Niels van de Ven y sus colegas de la Universidad de Tilburg, en los Países Bajos. Encuestaron a estudiantes de Tilburg sobre sus recuerdos de acontecimientos que les provocaron envidia y compararon sus respuestas con las de estudiantes de Estados Unidos y España, países en los que el idioma predominante solo tiene una palabra para referirse a la envidia. Independientemente de su lengua materna, los estudiantes mostraron una variedad de reacciones ante estos momentos de envidia recordados, desde sentirse inspirados o motivados para trabajar más duro hasta querer hacer daño a aquellos a quienes envidiaban o desear que fracasaran.
Si la envidia buena y la mala son dos emociones distintas o solo dos manifestaciones diferentes de una única emoción universal es un tema candente entre los investigadores que estudian la envidia. Van de Ven cree que es útil tratarlas como emociones separadas, pero no todo el mundo está de acuerdo. “En mi opinión, la envidia es envidia”, afirma la psicóloga Yochi Cohen-Charash, del Baruch College de la Universidad de la Ciudad de Nueva York. Lo único que difiere son las respuestas.

Duffy ha estado encuestando a trabajadores para investigar cómo se manifiestan esas respuestas en el lugar de trabajo. Ella y sus colegas han descubierto, por ejemplo, que la envidia profesional puede hacer que algunas personas sean más propensas a mentir en sus currículums. El equipo estudió a 335 desempleados en busca de trabajo en el sureste de Estados Unidos, quienes valoraron de forma anónima cuánto envidiaban a otros solicitantes y si habían exagerado en sus currículums en su última solicitud de empleo. Los investigadores predijeron que las personas serían más propensas a exagerar sus credenciales cuando las oportunidades de empleo fueran más escasas. Sin embargo, descubrieron lo contrario: las personas envidiosas eran más propensas a embellecer o inventar datos en sus currículums cuando las oportunidades de empleo eran abundantes.
No está claro por qué, pero Duffy y sus colegas proponen que la falta de ofertas de trabajo a pesar de las abundantes oportunidades puede sentirse como una bofetada, y el fraude en los currículums podría ser un esfuerzo por ponerse al día y evitar la humillación. Sin embargo, los patrones parecen diferir para otros grupos. Los investigadores también encuestaron a estudiantes de posgrado sobre sus prácticas y la búsqueda de empleo tras la graduación. Los estudiantes de posgrado con altos niveles de envidia eran más propensos a mentir en sus currículums cuando solicitaban un empleo que cuando solicitaban prácticas, lo que sugiere que, en esta población, la envidia motivaba el fraude en los currículums cuando había mucho en juego, no cuando había poco.
El trabajo de Duffy también ha identificado algunas ventajas de la envidia en el lugar de trabajo. “Realmente puede motivar a las personas a hacer el bien y mejorar”, afirma. Un estudio de 2019 que realizó en colaboración con el psicólogo organizacional KiYoung Lee, de la Universidad de Yonsei en Corea del Sur, encuestó a trabajadores de tres entornos laborales competitivos en Corea del Sur: una empresa de cosméticos, un banco y una compañía de seguros. Los investigadores descubrieron que la envidia motivaba a algunos empleados a pedir consejo a sus colegas envidiados. (Esto era más probable si el colega envidiado era un amigo). Los empleados envidiosos que actuaban de esta manera obtenían posteriormente mejores calificaciones en el rendimiento laboral y mejores ventas que los que no pedían consejo a aquellos a quienes envidiaban, según descubrió el equipo.
“Paradójicamente, esta ventaja en el rendimiento se produce cuando los envidiosos prestan atención y consultan a la fuente misma de su dolor: el objeto de su envidia”, escribieron Lee y Duffy.

A medida que avanzaban sus estudios sobre la envidia en el lugar de trabajo, Duffy se sorprendió al descubrir lo común que resulta ser. Según ella, no se limita a situaciones entre compañeros: los supervisores pueden envidiar a sus subordinados, lo que puede desencadenar una supervisión abusiva o una superación personal, dependiendo de las personalidades y la cordialidad de la relación. Y no tiene por qué ocurrir cara a cara: enterarse del ascenso de un colega o de un libro elogiado en LinkedIn puede ser suficiente para desencadenarlo.
Este tipo de sitios profesionales intrigan a la investigadora de redes sociales Sonja Utz, del Leibniz-Institut für Wissensmedien y la Universidad de Tubinga, en Alemania. En Facebook e Instagram, señala, “todo el mundo es siempre guapo, atractivo y feliz, lo que te hace sentir envidia”. Ha estudiado si los sitios web profesionales pueden tener efectos similares. En un informe de 2018, examinó cómo las notificaciones de ResearchGate, una red social utilizada por académicos, afectaban a quienes la utilizaban. En ese sitio web, los usuarios recibían periódicamente notificaciones sobre los investigadores a los que seguían, como, por ejemplo: “Con 150 nuevas lecturas, X fue el autor más leído de su institución”. También recibían notificaciones sobre sí mismos.
Utz y la psicóloga Nicole Muscanell, entonces en Penn State, utilizaron cuestionarios para evaluar las reacciones emocionales de más de 400 académicos; se pidió a los participantes que se desplazaran por sus notificaciones de ResearchGate y respondieran a una serie de preguntas que evaluaban su reacción a las publicaciones en su feed de noticias sobre sus propios logros o los de otros. Como era de esperar, las notificaciones de los logros de un colega provocaban envidia, mientras que las notificaciones de un logro personal provocaban orgullo. Sin embargo, los encuestados reportaron mayores niveles de motivación solo después de recibir notificaciones sobre sus propios logros, y no después de conocer los envidiables logros de sus compañeros. La lección: los académicos harían bien en centrarse principalmente en sus propios logros y objetivos, afirma Utz.
Cuando la creatividad despierta envidia
Un problema para las empresas es que algunas de las habilidades que los empleadores dicen valorar más también pueden alimentar el monstruo verde de la envidia. En su anterior carrera como consultora empresarial, a la investigadora Amy Breidenthal le preguntaban a menudo: “¿Cómo podemos hacer que la gente sea más creativa?”. Pero durante su investigación en los lugares de trabajo, quedó claro que la creatividad también puede generar envidia, con reacciones como: “‘Debería haber pensado en eso, yo podría haberlo hecho, cualquiera podría haberlo hecho’, cuando en realidad no es tan fácil”, afirma. Así que ahora, como investigadora de creatividad y redes sociales en el Agnes Scott College de Decatur, Georgia, Breidenthal ha tratado de comprender la relación entre ambos conceptos con la esperanza de encontrar formas de fomentar la creatividad sin generar envidia.
En un estudio de 2020, por ejemplo, Breidenthal y sus colegas encuestaron a ingenieros y supervisores de equipo de una empresa de alta tecnología en la ciudad de Ningde, en la provincia china de Fujian. A los participantes se les entregó una lista de sus compañeros y se les pidió que calificaran, de forma confidencial, la envidia que sentían hacia cada uno de ellos. Los trabajadores también calificaron en qué medida percibían que sus compañeros de trabajo los evitaban.
Se observó una clara tendencia: los ingenieros envidiaban a los compañeros que consideraban más creativos que ellos y marginaban a aquellos a los que envidiaban. Pero las relaciones también eran importantes. “Cuando confiaban los unos en los otros, compartían mucha información y se ayudaban mucho, la envidia se reducía”, afirma Breidenthal. Sin embargo, las relaciones cercanas con los jefes tenían el efecto contrario: los ingenieros creativos que tenían una relación estrecha con sus jefes eran más propensos a ser envidiados y marginados por sus compañeros. Las investigaciones demuestran que la marginación en el lugar de trabajo puede provocar tensión, agotamiento emocional y depresión.
“No queremos que la gente deje de ser creativa”, afirma Breidenthal. Su investigación sugiere que cuando los líderes y compañeros de trabajo intentan tener relaciones positivas con todos los miembros de su equipo en una cultura colaborativa en lugar de competitiva, se pueden reducir los efectos negativos de la envidia.
Pero solo porque la envidia sea desagradable y dolorosa y, a veces, cause un daño real, no significa que siempre sea mala, afirma Cohen-Charash. “La gente hará cualquier cosa para no admitir la envidia, ni siquiera ante sí misma”, afirma. Al hacerlo, pierden oportunidades e información que pueden hacerles avanzar, incluso en sus carreras profesionales.
Ese mensaje resuena en Alaina Levine. Al reflexionar sobre cómo ha evolucionado su carrera, dice que ha llegado a apreciar los aspectos positivos del monstruo de ojos verdes. “Puede servirnos de trampolín para levantarnos del sofá”, afirma, “y dar los pasos que nos convienen”.
Esta nota es del archivo de Knowable Magazine. Se publicó originalmente en septiembre del 2021. Esta es una publicación sin ánimo de lucro dedicada a poner el conocimiento científico al alcance de todos. Suscríbase al boletín de Knowable en español”.
Artículo traducido por Debbie Ponchner.