Quienes crecieron en las décadas de 1990 y 2000 aún recuerdan las horas y horas que pasaban con el teléfono pegado a la oreja, conversando o vacilando con sus amigos –y de paso jugando con el cable en espiral mientras hablaban–.
Hoy, en un giro inesperado frente a la era digital, padres de familia en Estados Unidos están apostando a que la socialización de sus hijos sea apoyada por una tecnología que muchos consideraban obsoleta: el teléfono fijo.
Esta tendencia, liderada por startups como Tin Can (con sede en Seattle, Estados Unidos), busca ofrecer a los niños una forma de comunicación autónoma sin exponerlos a los riesgos en salud mental y seguridad asociados con los dispositivos inteligentes para retrasar la compra de un teléfono inteligente lo máximo posible.
La propuesta de Tin Can consiste en un teléfono con cable, de diseño retro, que permite a los menores realizar llamadas de voz a contactos previamente aprobados por sus padres, sin acceso a Internet, redes sociales, mensajería instantánea o aplicaciones.
La empresa tiene dos productos: Tin Can, un teléfono fijo wifi para niños, en varios colores llamativos; y Tin Can Flashback, un teléfono fijo inspirado en los años 80 que se conecta al router de internet.
Cada dispositivo, que opera mediante conexión wifi –no necesita toma de teléfono– y se controla a través de una aplicación móvil para padres, tiene un precio de $75 y ya ha vendido miles de unidades en los 50 estados del país norteamericano.

Respuesta a una seria preocupación
Chet Kittleson, uno de los fundadores de Tin Can y papá de tres hijos, desarrolló el concepto hace dos años, tras una reveladora conversación con otros padres.
“Nos dimos cuenta de que nos habíamos convertido en asistentes ejecutivos de niños de ocho años, decidiendo cuándo, dónde y cómo pasarían tiempo juntos”, explicó Kittleson al periódico británico The Independent.
“De repente lo entendí: cuando éramos niños, nuestra primera red social era el teléfono fijo, y nuestros hijos no tienen eso”, agregó.

La startup ha experimentado un crecimiento notable: sus primeros tres lotes de producción se agotaron rápidamente, con entregas programadas hasta febrero del 2026.
La empresa ha recaudado $3,5 millones en financiación inicial, liderada por destacadas firmas de capital riesgo como Voyager Capital.
“Se puede decir que Tin Can es uno de los negocios de más rápido crecimiento y con mayor difusión viral que he visto en más de 25 años de inversión de capital de riesgo”, dijo Greg Gottesman, director gerente de PSL, con sede en Seattle, a la página GeekWire.
El dispositivo incluye llamadas ilimitadas gratuitas entre teléfonos Tin Can, mientras que un plan opcional de $9.99 mensuales permite comunicación con números telefónicos convencionales (celulares y fijos).
La gestión de contactos se realiza mediante una aplicación móvil complementaria, la cual permite a los padres autorizar los números que pueden comunicarse con el dispositivo. Tin Can ofrece también la opción de desactivar las llamadas durante ciertas horas e incluye un buzón de voz y una función de llamadas de emergencia al 911.
Movimiento colectivo contra el exceso de pantallas
La tendencia va más allá de un producto comercial. En South Portland, Maine, aproximadamente 20 familias han formado “grupos de teléfonos fijos”, creando redes en las que los niños pueden contactarse entre sí sin intermediación parental constante y desarrollan habilidades sociales más profundas que las fomentadas por las comunicaciones digitales.
Este fenómeno se inscribe en un movimiento más amplio. Eventos denominados “ferias de dispositivos alternativos” han surgido en Estados Unidos, donde se exhiben teléfonos con funciones limitadas diseñados para proteger a los niños de los efectos negativos de smartphones y redes sociales. De hecho, el mercado global de teléfonos básicos (feature phones) proyecta ingresos de $10.120 millones para el 2025, según datos de Statista.
La preocupación de estos padres encuentra respaldo en investigación científica reciente. Un estudio publicado en julio del 2025 en el Journal of Human Development and Capabilities, que analizó respuestas autorreportadas de casi 2 millones de personas en 163 países, concluyó que el uso de smartphones antes de los 13 años puede afectar negativamente la salud mental infantil.
La investigación reveló que por cada año que un niño adquiere un smartphone antes de cumplir 13 años, su salud mental y bienestar general tienden a deteriorarse. Los infantes que usaban teléfonos inteligentes mostraron mayores índices de ideación suicida, dificultades para la regulación emocional, menor autoestima y sensación de desconexión de la realidad, particularmente entre niñas.
Un estudio de la Universidad de California en San Francisco, publicado en octubre del 2024 en BMC Public Health, siguió a un grupo diverso de niños de 9 y 10 años durante dos años y encontró que un mayor tiempo de pantalla se asoció con síntomas más severos de depresión, ansiedad, inatención y agresión. Las actividades más fuertemente vinculadas con síntomas depresivos fueron videollamadas, mensajes de texto, videos y videojuegos.
Organizaciones de salud internacionales han establecido directrices claras respecto al tiempo de pantalla en la infancia. La Organización Mundial de la Salud recomienda que niños menores de dos años no tengan ningún tiempo de pantalla, y que niños de 2 a 4 años no excedan una hora diaria de tiempo sedentario frente a pantallas.
Jonathan Haidt, psicólogo social de la Universidad de Nueva York y autor del bestseller The Anxious Generation, propone cuatro normas para revertir la tendencia de ansiedad en la juventud: no dar smartphones antes de los 14 años (ofreciendo teléfonos básicos si es necesario), no permitir redes sociales antes de los 16 años, escuelas libres de teléfonos, y más juego libre y responsabilidad en el mundo real.

Disponibilidad en Costa Rica
Para familias costarricenses interesadas en opciones similares, la disponibilidad es limitada, pero existente. Según la investigación realizada, el Gabb Phone 4 Pro, un teléfono diseñado específicamente para niños y adolescentes, sin acceso a Internet ni redes sociales, está disponible en Costa Rica a través de plataformas de importación como Pacifiko.cr, con un precio de ¢95.420.
Sin embargo, es importante destacar que el Gabb Phone requiere activación en la red exclusiva de Gabb, que opera únicamente en Estados Unidos continental, por lo que no es compatible con operadores locales costarricenses. Otros dispositivos disponibles incluyen mini smartphones básicos con funcionalidad limitada, disponibles a través de importadores como Tiendamia y Yaxa, con precios que oscilan entre ¢25.000 y ¢42.000.
Considerando que el 77% de los costarricenses utiliza smartphones, de acuerdo con la Encuesta de Acceso y Uso de los Servicios de Telecomunicaciones del MICITT (2024), la búsqueda de estos dispositivos alternativos cobra especial relevancia localmente.
En Costa Rica no se encontraron distribuidores locales de Tin Can ni dispositivos similares tipo teléfono fijo para niños. La startup estadounidense tampoco ofrece servicio internacional ni de itinerancia. Alternativas viables para familias costarricenses podrían incluir teléfonos básicos desbloqueados o la configuración de un teléfono fijo tradicional en el hogar, aunque este último requeriría servicio de línea fija convencional a través de proveedores locales.
La tendencia de dispositivos alternativos para niños representa un esfuerzo por encontrar equilibrio entre conectividad y bienestar infantil.
Como señaló Kittleson a la revista Business Insider: “Es importante que los niños tengan autonomía social: independencia para conectarse con las personas con las que quieren conectarse. Si retrasamos la edad para los teléfonos celulares, lo cual creo que deberíamos hacer, entonces debemos encontrar una alternativa”.
