La nueva sala de velación de la Funeraria del Magisterio es la número 16 en el país y cuenta con un espacio de 300 metros cuadrados.
El embargo judicial de sus cuentas y la pandemia hacen a Japdeva pedir más recursos para continuar con un proceso de transformación que se cuenta en miles de millones de colones.
Pese a que la información del Informe Global de Competitividad ha estado disponible por más de dos décadas para el país, seguimos mostrando rezagos.
Una operación eficiente y a costos competitivos en la Terminal de Contenedores de Limón es, sin duda alguna, vital para la economía nacional.
Desde la entrada en operaciones de la TCM, Japdeva ha enfrentado cambios y obstáculos: cambio de jerarca, el embargo de sus cuentas y la pandemia han dejado a la entidad caribeña con pocos avances en la reestructuración y en una delicada situación financiera.
Japdeva reporta ingresos mensuales promedio por ¢730 millones y gastos de ¢1.200 millones.
El megapuerto es mucho más que una promesa de eficiencia y abaratar costos, también se vendió políticamente como la mejor ruta para generar empleo, atraer Inversión Extranjera Directa (IED), mejorar la infraestructura, abrir nuevos mercados a las exportaciones.
A Goeritz, quien no estuvo en territorio nacional durante el difícil camino previo a la concreción de la obra, le corresponde ahora cumplir con las promesas sociales, económicas, productivas y políticas que se construyeron para blindar la concesión de la terminal de los $1.000 millones en Moín.
Andrea Centeno, presidenta ejecutiva de Japdeva, considera que esta nueva ofensiva legal para tratar de impedir la liberación de recursos hará más daño a las frágiles y lastimadas finanzas de la entidad.
Falló Japdeva al ofrecer, por años, servicios portuarios malos y poco competitivos, pero, sobre todo, al ser incapaz de mejorar los índices de calidad de vida que padece la región.