Gerardo Porras llegó a la gerencia general de Bancrédito, el más pequeño de los bancos públicos, con el objetivo de meterse en la pelea por el mercado crediticio.
Esto significa cambiar el enfoque de un banco que tradicionalmente ha generado parte importante de sus ingresos a través de comisiones por recaudaciones para el Estado y, más recientemente, con la administración del Fondo Nacional para el Desarrollo (Finade).
El cambio no es fortuito. A mediados del año pasado, el fondo que nutre el Sistema de Banca para el Desarrollo pasó a la administración del Banco de Costa Rica.
Este fue un duro golpe para Bancrédito. Las comisiones por manejar el Finade habían llegado a representar por encima del 50% de las utilidades anuales.
“Precisamente, por eso el trabajo nuestro es volver a Bancrédito un banco de intermediación financiera no de administración de fondos”, explicó Porras.
Para compensar la ausencia del fondo, el gerente apuesta a duplicar los activos del banco en un plazo de cuatro años.
Esto significa un crecimiento del 25% anual en el saldo de la cartera crediticia, un dinamismo que supera en casi 10 puntos porcentuales la meta de aumento que el Banco Central tiene para la totalidad del crédito este año.
Ambos objetivos son ambiciosos y, para el gerente, son un “buen reto”, que requieren de ajustes operativos, muchos de ellos en funcionamiento y, otros en camino, para reducir los tiempos de respuesta.
Las baterías de la colocación estarán enfocadas en las pequeñas y medianas empresas, y al financiamiento de vivienda. Posteriormente, crearán un centro de procesamiento de tarjetas.
Si bien la ruta de Bancrédito está clara, no necesariamente está despejada de obstáculos.
“La competencia en esos segmentos es feroz y cada día será más fuerte sobre todo con la llegada de bancos latinoamericanos como Davivienda y la compra que un gran grupo financiero colombiano hizo del BAC San José”, advirtió Carlos Fernández, exgerente del Banco de Costa Rica.
Ajustando la maquinaria
Para abrirse espacio y ganar terreno en un mercado ferozmente competitivo, Bancrédito reestructura sus operaciones.
Aprovechando su tamaño, pequeño en comparación con los otros bancos públicos, la entidad pretende ofrecer rapidez en el trámite y aprobación de créditos, especialmente aquellos de los segmentos catalogados como estratégicos.
Abandonaron el esquema tradicional de la banca, en el cual las solicitudes de créditos son procesadas en la sucursal donde se generó.
El mecanismo actual tienden a la centralización de esos procesos. Un ejemplo es el Centro Pymes que, en lo que va del año, ha colocado cerca de $9 millones en préstamos promedio de entre $250.000 y $300.000.
La aprobación de un crédito en este centro toma, según Porras, en promedio entre dos y tres semanas.
Para el área de vivienda, el segmento estratégico en créditos para personas físicas, funciona un centro similar donde 25 peritos, notarios y formalizadores tienen la meta de tramitar créditos en 10 días.
“Necesitamos y queremos convertirnos en el banco con el mejor servicio”, aseguró Porras.
El nuevo enfoque debe derrotar la imagen burocrática que, para expertos como el consultor bancario Juan Quirós, se une a los largos tiempos de respuesta y la inflexiblidad para formar la tríada de debilidades de Bancrédito.
“Hay una baja capacidad de reacción en relación con lo que puede hacer una entidad privada. Al ser estatal exige mayor cantidad de trámites que los de la competencia. Debe crear una estrategia con una propuesta de valor que desarrolle una ventaja competitiva superior. Eso es una tarea mercadológica que no es trivial”, opinó el consultor.
Enfoque clave
El aparato de Bancrédito procura crecer primordialmente en el financiamiento a pymes y vivienda. Una segunda etapa será la creación de centros de procesamiento para créditos personales y tarjetas de crédito.
La brújula gerencial apunta a los segmentos que analistas califican como de gran potencial pero especialmente competidos.
Preparándose para prestar más, Bancrédito ha buscado fondeo que le permita crecer en activos. Ya obtuvieron una línea de crédito por $50 millones con el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE) para financiar a pymes.
Además, tienen autorizados otros $10 millones en deuda subordinada con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) para ese mismo público meta.
La búsqueda de fondos no cesó ahí. Bancrédito prepara su primera emisión de valores en el mercado panameño para el segundo semestre de este año. Esperan captar unos $50 millones.
Esta estrategia para diversificar el fondeo ya la había puesto en práctica Porras en el Banco Popular, entidad que dirigió durante casi nueve años.
Armado con estos fondos, el banco espera transformar la cartera de crédito, en la que actualmente los créditos a grandes empresas tienen mayor peso. El financiamiento a pymes representa un 30% del total colocado, y vivienda un 15%.
La estrategia no convertirá a Bancrédito en uno de los grandes actores del sistema bancario.
Actualmente, la entidad tiene una participación de mercado que ronda el 3,5%, por lo que duplicar ese porcentaje lo deja lejos de los demás bancos públicos.
“El destino de Bancrédito es continuar siendo un pequeño participante, con serios problemas competitivos. Si logra diferenciarse y esta estrategia le funciona sería brutal, si no le funciona y entra en pérdidas, podría desaparecer”, afirmó Quirós.
El objetivo de Porras es la sostenibilidad en el largo plazo, ejercitar el músculo de colocación e invertir en tecnología, algo que drenará este año las ganancias.
“Vamos a cerrar con ¢1.200 o ¢1.300 millones menos porque ya no tenemos el efecto de Finade. Este es un proyecto que lleva su tiempo consolidarlo, y la meta importante es la del crecimiento de la cartera”, aseguró el gerente.