El Régimen Obligatorio de Pensiones Complementarias (ROP) enfrenta un vacío estructural: no existen mecanismos de salida totalmente seguros para quienes están próximos a pensionarse.
Así lo reconocen la Superintendencia de Pensiones (Supén) y las Operadoras de Pensión Complementaria (OPC), quienes coinciden en que los fondos del sistema permanecen expuestos a los vaivenes del mercado financiero.
El ROP nació en el año 2000 mediante la Ley de Protección al Trabajador (N.º 7983), con el objetivo de asegurar una vejez más estable mediante un sistema de capitalización individual.
A diferencia del régimen básico, que se financia con las cotizaciones de los trabajadores activos, el ROP se nutre de aportes equivalentes al 4,25% del salario reportado, de los cuales el trabajador contribuye con un 1% y el resto proviene del patrono.
Ante la consulta de El Financiero, Supén aclaró que el ROP no dispone de procesos orientados a “detener el riesgo”, ya que los fondos de pensiones siempre permanecen expuestos a los movimientos del mercado financiero.
“La normativa regula los límites de inversión y busca una adecuada diversificación, pero no es posible eliminar completamente los riesgos de mercado”, explicó la entidad.
A 25 años de su creación, el ROP todavía no alcanza su madurez plena, pues su desarrollo depende de que los fondos acumulen rendimientos suficientes para elevar la tasa de reemplazo promedio.
Según los datos de aportantes disponibles en la Supén, el contexto actual de este fondo tendría un impacto inmediato sobre 82.961 personas: quienes tienen entre 59 y 100 años y están próximas a pensionarse o ya están retiradas.
Ahora bien, en el mediano plazo, el efecto alcanzaría a otro grupo amplio de 334.377 aportantes, con edades entre 45 y 59 años, que representan cerca de una cuarta parte del total de cotizantes.
En conjunto, estos dos segmentos reúnen a casi tres de cada diez personas activas en el régimen.
¿Qué opciones hay para mitigar el riesgo?
Vida Plena, BN Vital, BCR Pensiones y la Operadora de Pensiones Complementarias y de Capitalización Laboral (OPC) de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) coinciden con la Supén en que no existe una salida completamente libre de riesgo para quienes están próximos a pensionarse pues los fondos, por su naturaleza, permanecen expuestos a la volatilidad
Vida Plena comparte el criterio del ente regulador al señalar que no hay instrumentos capaces de eliminar las minusvalías, aunque “sí se pueden reducir los efectos mediante una gestión diversificada”.
Por su parte, la Operadora de Pensiones de la CCSS (OPC CCSS) subraya el papel del acompañamiento al pensionado para tomar decisiones informadas.
Según la entidad, en muchos casos conviene esperar a que los mercados se estabilicen antes de solicitar la pensión, a fin de evitar que las minusvalías temporales se conviertan en pérdidas definitivas.
La operadora sugiere, además, ajustar los planes de beneficio para garantizar pagos mensuales más estables y modernizar el reglamento de gestión de activos, con el fin de acceder a instrumentos financieros más flexibles y menos volátiles.
En la misma línea, BCR Pensiones considera que el diseño actual del ROP limita la posibilidad de proteger a los afiliados mayores sin afectar el rendimiento de los más jóvenes.
Por eso respalda la adopción de esquemas de ciclo de vida, similares a los fondos generacionales, que ajusten la estrategia de inversión según la edad y reduzcan la exposición al riesgo en las etapas previas a la jubilación.

Fondos generacionales: una reforma pendiente
BN Vital también concuerda en que la exposición al riesgo es inherente al modelo, pero plantea reformas estructurales para hacerlo más seguro; la operadora destaca la implementación pendiente de los Fondos Generacionales o la creación de un fondo de desacumulación.
Este permitiría trasladar gradualmente los recursos de quienes se acercan a la jubilación hacia inversiones más conservadoras. Con ese tipo de transición, los afiliados evitarían pérdidas bruscas justo antes del retiro.
Dichos fondos generacionales consisten en un sistema que propone dividir a los contribuyentes del ROP en cuatro grupos según el año de nacimiento de los afiliados.
Cada fondo aplica una estrategia de inversión distinta: los más jóvenes (Fondo D) asumen más riesgo en busca de mayores rendimientos a largo plazo, mientras que los cercanos a la jubilación (Fondo A) priorizan la estabilidad mediante instrumentos de renta fija.
El modelo responde al principio del ciclo de vida de inversión, que busca proteger el ahorro acumulado conforme avanza la edad del afiliado. Sin embargo, su aplicación en Costa Rica permanece en pausa hasta marzo de 2026 por orden del Consejo Nacional de Supervisión del Sistema Financiero (Conassif).
Como consecuencia, todos los afiliados se mantienen dentro de un esquema único y más expuesto a las variaciones del mercado.
En conjunto, las operadoras reconocen que no existe un camino sin riesgo, pero sí un margen de mejora en la forma de gestionarlo.
