El precio del oro cambia con regularidad, algunos meses más que otros, pero durante 2025 ha presentado un comportamiento inusual que presiona a quienes lo comercializan en Costa Rica, específicamente a las joyerías.
Este material precioso, considerado a lo largo de la historia como un infaltable en la fabricación bienes de alto valor económico, alcanzó un máximo histórico el 8 de octubre de este año cuando sobrepasó los $4.000 por onza (28,35 gramos).
A partir de entonces, el precio sigue en aumento; según datos publicados por el Banco Central de Costa Rica (BCCR) al 20 de octubre el costo de la onza se cotizaba $4.297, el más alto hasta ahora.
A partir de entonces hay ligeras bajas que lo hacen volver por un margen muy leve, pero rápidamente vuelve a superar los $4.000.
No obstante, para dimensionar este crecimiento es relevante señalar los valores del año pasado, cuando para las fechas de octubre rondaba los $2.700.
Este fenómeno, sin embargo, está lejos de mermar. Según las proyecciones de Bank of America, podría alcanzar los $5.000 durante 2026 y provocar un aumento en la demanda de los inversores del 14%.
Aumentos de precios finales para contrarrestar efecto
El Financiero conversó con cuatro joyerías como cliente. Todas ellas coincidieron en que el aumento en el costo de adquisición de su materia prima les forzó a tener que incrementar los precios finales de los productos.
Advirtieron, eso sí, que a pesar de ser un año excepcionalmente alto, este tipo de fluctuaciones son escenarios que se deben anticipar al comerciar con materiales preciosos, los cuales se ven afectados con facilidad por factores geopolíticos, la demanda global y factores financieros.
Por esa razón, se dan a la tarea de informar a sus clientes de la situación actual, aunque la mayoría son conscientes de lo que pasa incluso antes de hacer la cotización, de acuerdo con sus comentarios.
Dado que se trata de un fenómeno sostenido durante varios meses, prevén que los precios suban para diciembre y el próximo año; si bien no estiman un monto preciso, no contemplan una baja.
Desde una perspectiva más cercana, Viviana Fuentes y Leonardo Balma, propietarios de La Casa del Anillo, donde se dedican a fabricar joyas desde cero, relataron su experiencia en medio de este fenómeno.
“Cada pieza de joyería, ya sea un anillo, un collar o un brazalete, tiene su costo base determinado principalmente por la cantidad y el tipo de oro utilizado, entonces cualquier cambio en la cotización internacional repercute inmediatamente en el precio que damos al consumidor”, mencionó Fuentes.
Una joyería no puede fijar precios de manera arbitraria o prolongada, requiere de un seguimiento constante y cálculos precisos para garantizar que la empresa no venda por debajo del costo.
En el otro extremo, se ve más limitada al buscar una ganancia a partir de una venta. Normalmente, explicó, suele ser del 40%, pero para conseguirlo deben ajustar los precios según la cotización de oro y eso se percibe con claridad.
Por ejemplo, un anillo de compromiso de 10 quilates que el año pasado tenía un precio de ¢135.000, ahora su valor se mueve entre los ¢195.000 y ¢205.000.

Vendedores informales tomaron fuerza
La pareja contó que los negocios informales optaron por ofrecer precios más bajos sin considerar estas variaciones del mercado para crear competencia y llevarse más clientes. En consecuencia, las estafas por oro falso son más problables.
Balma enfatizó que estos vendedores operan sin registro ni garantías, pues ofrecen productos que parecen auténticos pero que, en muchos casos, son imitaciones o contienen piedras preciosas falsas.
“El cliente muchas veces cree que adquiere un metal legítimo, cuando en realidad está comprando una pieza con apariencia engañosa y precio inflado”, explicó.
Este tipo de prácticas, en su opinión, no solo afectan a quienes compran, sino también a las joyerías inscritas en el Ministerio de Hacienda, dado que los primeros crean una competencia desleal donde no cumplen normas ni pagan impuestos, lo cual distorsiona el mercado.
“El oro se compra y se vende como si fuera un bien común, pero no todos los vendedores aseguran la autenticidad ni el peso exacto”, añadió Fuentes.
Más personas buscan vender sus piezas
Con el reciente incremento en el precio del oro, en la joyería notaron un aumento en la cantidad de personas que llegan con piezas para vender, aunque no reciben la mayoría, pues su enfoque es la fabricación.
“Cuando el precio sube, todos quieren aprovechar la oportunidad, y eso genera más movimiento en el mercado de segunda mano”, mencionó Balma.
Sin embargo, el aumento de transacciones no significa que se pueda confiar en quienes aparezcan con piezas bajo el brazo; más bien crecen los riesgos para los compradores.
El resultado es un equilibrio delicado donde el oro más caro atrae más ofertas, lo que amplía las oportunidades de negocio, pero también exige una disciplina estricta en los procedimientos de compra.
Además, cuando reciben oro de clientes para su venta o intercambio, se debe calcular su valor exacto según la cotización actual.
Esto no solo garantiza que la compra sea transparente, sino que también protege al negocio frente a posibles reclamos o situaciones irregulares.
Importar el oro ante precios locales elevados
En la Casa del Anillo, la pareja adquiere la mayor parte del metal de manera importada.
Según argumentaron, la razón es que comprarlo en el mercado local resulta más caro debido a que los intermediarios y distribuidores nacionales aplican márgenes que encarecen el producto, mientras que traerlo al país directamente con contactos fuera de las fronteras, por lo general de Estados Unidos, permite acceder a precios más competitivos y mantener la rentabilidad del negocio.
El proceso de importación implica seleccionar proveedores confiables en el mercado internacional, donde el oro puede ser comprado en lingotes certificados o en piezas de joyería de alta pureza.

El material llega acompañado de documentación que respalda su autenticidad y peso, un factor que consideran clave para generar confianza a los clientes.
No obstante, destacaron que, al depender de importaciones, los precios que ofrecen a los clientes finales se ven afectados por tasas de cambio, aranceles y costos de transporte, factores que pueden hacer que la inversión inicial sea mayor, pero todavía más conveniente que adquirir oro en el mercado nacional.
El hecho de traer el oro del exterior también limita la exposición a ciertos riesgos asociados al mercado local, como precios inflados o fraudes con piezas de dudosa procedencia, hasta ilegal.
¿Qué pasa con oro y qué podemos esperar?
De acuerdo con Mauricio Castro, analista económico de la Bolsa Nacional de Valores (BNV), la tendencia sostenida al alza del oro responde a varios factores que van desde la volatilidad de los mercados hasta decisiones estratégicas de reservas internacionales.
“La primera característica del oro como instrumento para inversionistas es su condición de activo refugio, especialmente frente a escenarios de volatilidad o incertidumbre en los mercados financieros. En segundo lugar, su rol como activo de reserva internacional para los principales bancos centrales del mundo. Y, finalmente, su atractivo como activo real de inversión a nivel global”, explicó Castro.
Estas tres características fundamentales lo convierten en un medidor clave cuando los mercados muestran señales de tensión.
La condición de refugio habría generado que los inversionistas buscaran estabilidad en este metal precioso. Especialmente como una respuesta ante la dudas sobre la dirección de las tasas de interés, las políticas arancelarias de Estados Unidos y tensiones geopolíticas.
Además, explicó que otro impulso proviene del papel del oro como activo de reserva internacional: en 2025, el Banco Popular Chino adquirió más de 21 toneladas de oro con el objetivo de diversificar sus reservas, reducir la dependencia del dólar y reforzar su posición frente a la guerra arancelaria con Estados Unidos.
Este tipo de movimientos estratégicos de grandes actores globales tiene un impacto directo en la oferta y demanda del mercado.
El oro también atrae a inversionistas como cobertura frente a la incertidumbre geopolítica, la volatilidad de las tasas de interés y la debilidad de monedas principales ante expectativas inflacionarias.
No obstante, el analista advirtió que algunos de estos factores comienzan a cambiar, ya que nacen nuevas expectativas sobre las tasas de interés, niveles de inflación, posibles acuerdos comerciales en materia arancelaria y la resolución de conflictos geopolíticos generaron ajustes recientes en la cotización del metal.
“Será clave monitorear la estabilidad de estos factores para determinar si la tendencia al alza se mantiene o si se producirán correcciones en el mercado”, concluyó.
El oro mantiene su posición como un reflejo de la economía global: mientras la incertidumbre persista, su atractivo como refugio seguro y activo de inversión probablemente marcará más récords en los mercados internacionales.
