La agencia calificadora S&P Global Ratings elevó este 22 de octubre de 2025 la calificación crediticia soberana de largo plazo de Costa Rica, pasando de ‘BB-’ a ‘BB’.
Simultáneamente, la firma revisó al alza la evaluación de transferencia y convertibilidad a ‘BBB-’ desde ‘BB+’. Las calificaciones soberanas de corto plazo se mantuvieron en ‘B’.
La perspectiva de la nueva calificación de largo plazo se mantiene estable.
¿Qué significa y por qué es importante?
La mejora en la calificación crediticia soberana es un reconocimiento directo al fortalecimiento de las “reservas externas” (buffers) del país, según explicó S&P en su informe. Una mejor calificación generalmente indica una menor percepción de riesgo para los inversionistas sobre la capacidad de un país para cumplir sus obligaciones de deuda.
El análisis de S&P atribuye esta mejora a varios factores clave:
- Crecimiento económico: La economía ha sido impulsada por las exportaciones, especialmente en los sectores de manufactura de alta tecnología (como dispositivos médicos) y servicios en zonas francas.
- Inversión Extranjera Directa (IED): El país mantiene una sólida atracción de IED, que se estima cubrirá completamente el déficit de cuenta corriente en los próximos años (proyectada en 4,5% del PIB anualmente).
- Reservas Internacionales: Se destaca un “aumento sustancial” de las reservas internacionales, que alcanzaron casi $16.00 millones en octubre de 2025, en comparación con los $6.000 - $8.000 millones registrados durante la última década.
- Acceso a crédito: El país cuenta con acceso a líneas de crédito flexibles del Fondo Monetario Internacional (FMI) y otras instituciones multilaterales.

Sólido desempeño externo pero persisten retos fiscales
La calificadora destacó la transformación de Costa Rica en un “centro regional de servicios y manufactura de alta gama”, lo cual ha sido respaldado por un clima de negocios favorable, instituciones estables y el Estado de derecho. S&P proyecta que el PIB per cápita aumentará a $18.700 en 2025, frente a los $12.000 de hace una década.
En el ámbito fiscal, S&P reconoce el “compromiso del gobierno con la consolidación”, logrando superávits primarios (ingresos menos gastos, sin incluir intereses) de al menos 1% del PIB en los últimos años. La regla fiscal del país ha sido un pilar fundamental o “ancla de política” en esta mejora.
Sin embargo, la agencia advierte sobre desafíos significativos que limitan una mejora mayor:
- Alta carga de intereses: Sigue siendo una presión importante. El pago de intereses consume cerca del 19% de los ingresos del gobierno, uno de los principales obstáculos para reducir sustancialmente el déficit fiscal.
- Fragmentación política: La composición de la Asamblea Legislativa (donde el partido de gobierno tiene solo nueve de 57 escaños) ha complicado y retrasado la aprobación oportuna de financiamiento externo.
- Riesgos de financiamiento: S&P señala que los retrasos en la aprobación de préstamos externos pueden “tensionar el mercado de deuda interno” y reducir la flexibilidad financiera del gobierno.
Perspectiva estable: continuidad con riesgos políticos
La perspectiva estable indica que S&P espera una “amplia continuidad en sus políticas económicas clave” después de las elecciones de 2026, asumiendo que el dinamismo exportador ayudará a la consolidación fiscal.
No obstante, la calificadora también define los escenarios que podrían cambiar la nota en los próximos 12 a 18 meses:
- Escenario negativo (baja de calificación): Podría ocurrir si “retrasos persistentes” en el acceso a financiamiento externo provocan presiones significativas en los mercados de capitales internos, o si hay shocks externos que afecten el desempeño económico.
- Escenario positivo (alza de calificación): Se podría dar si una “mejor coordinación de políticas” entre el Ejecutivo y el Legislativo reduce los obstáculos políticos para aprobar reformas. También si la economía crece consistentemente por encima de la de sus pares, aumentando gradualmente el ingreso per cápita.
S&P proyecta que la economía costarricense crecerá un 4,2% en 2025 y se desacelerará a un promedio de 3,5% entre 2026 y 2028.
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Este artículo fue publicado por un editor de El Financiero asistido por un sistema de inteligencia artificial.