El presidente Donald Trump afirmó este 29 de diciembre que Estados Unidos destruyó una “gran instalación” en territorio venezolano vinculada al narcotráfico.
Sin embargo, ninguna agencia gubernamental estadounidense ha confirmado oficialmente la operación, y el régimen de Maduro mantiene silencio total.
Lo que queda es un panorama de afirmaciones sin verificación en medio de la mayor crisis entre ambos países en décadas.
Las declaraciones de Donald Trump
Todo comenzó el 26 de diciembre durante una entrevista en el podcast de radio “The Cats & Cosby Show”. Trump mencionó casualmente: “Hace dos noches, eliminamos una gran planta, una gran instalación de donde salen los barcos con drogas.”
Tres días después, frente a periodistas en Mar-a-Lago, amplió el mensaje: “Hubo una gran explosión en el muelle donde cargan los barcos con drogas. Atacamos todos los barcos y ahora atacamos la zona —es donde implementan, y eso ya no existe.”
Cuando se le preguntó quién ejecutó la operación, Trump respondió evasivamente: “No quiero decir eso. Sé exactamente quién fue, pero no quiero decir quién fue.” Esta ambigüedad deliberada alimentó inmediatamente la especulación sobre una operación encubierta de la CIA.

La versión de los medios estadounidenses
El 29 de diciembre, CNN y The New York Times publicaron reportes citando fuentes anónimas que afirmaban que la CIA había ejecutado un ataque con drones contra una instalación portuaria en la costa venezolana a principios de diciembre. Según estas fuentes, el objetivo era un muelle remoto utilizado por la banda criminal Tren de Aragua para almacenar y transferir narcóticos. Los reportes indicaban que no había personas presentes al momento del bombardeo.
La coronel Allie Weiskopf, vocera del Comando de Operaciones Especiales de EE.UU., desmintió públicamente que Operaciones Especiales hubiera apoyado la operación, incluyendo apoyo de inteligencia.
El silencio oficial
Aquí comienza la incertidumbre: ninguna institución oficial ha confirmado la operación. La CIA se negó a comentar. La Casa Blanca no respondió a solicitudes de comentarios. El Pentágono guardó silencio. El Comando Sur, que normalmente anuncia operaciones militares en redes sociales con cifras de víctimas, no emitió comunicado alguno.
Del lado venezolano, el gobierno de Nicolás Maduro tampoco ha emitido declaración oficial. Este silencio es particularmente llamativo considerando que Venezuela convocó urgentemente al Consejo de Seguridad de la ONU el 22 de diciembre para denunciar la “continua agresión estadounidense.” Si hubiera ocurrido un ataque terrestre —una escalada significativa—, se esperaría una condena inmediata.
El misterio de Primazol
En redes sociales surgió especulación vinculando las declaraciones de Trump con una explosión ocurrida la madrugada del 24 de diciembre en instalaciones de Primazol, una empresa química ubicada en Maracaibo, Zulia. Videos mostraban llamas intensas y explosiones secundarias.
La empresa Primazol rechazó categóricamente esta conexión el 29 de diciembre: “Aclaramos con responsabilidad que dichas afirmaciones no tienen relación alguna con el incidente ocurrido.” Primazol atribuyó el incendio a una falla eléctrica.
Medios internacionales y verificadores de hechos no hallaron evidencia que conecte la explosión industrial con el supuesto ataque estadounidense.
Ausencia de verificación
No existe verificación independiente del ataque. NBC News reportó explícitamente que “no pudo confirmar de manera independiente” que el bombardeo haya ocurrido. No hay imágenes satelitales geolocalizadas. Analistas que trabajan con datos de fuentes abiertas no han rastreado signos de explosión en la costa venezolana. No hay reportes de testigos en medios venezolanos sobre daños o actividad militar inusual.
Edward Romero, analista de seguridad, señaló: “No existe confirmación independiente que permita verificar esa versión. Aunque el mensaje presidencial sugiere capacidad y voluntad, la ausencia de evidencia verificable obliga a tratar la afirmación con cautela.”
El contexto de escalada real
Independientemente de este supuesto ataque terrestre, es un hecho verificado que Estados Unidos ha escalado dramáticamente contra Venezuela durante 2025. Desde septiembre, ha ejecutado 29 ataques contra embarcaciones en el Caribe y Pacífico, resultando en al menos 105 muertes confirmadas por el Pentágono.
Trump autorizó operaciones encubiertas de la CIA en Venezuela en octubre. En noviembre, designó al “Cartel de los Soles” como organización terrorista extranjera. Ha desplegado el portaaviones USS Gerald R. Ford y más de 15,000 tropas en la región. Ha impuesto bloqueos a petroleros sancionados e incautado buques venezolanos.
Qué dicen los expertos internacionales
Expertos de la ONU condenaron las acciones estadounidenses el 23 de diciembre, afirmando que violan “las normas fundamentales del derecho internacional” y la Carta de las Naciones Unidas. Profesores de derecho internacional como Antonio Remiro Brotons de Madrid fueron categóricos: “Cualquier alumno de derecho te diría que es ilegal.”
Los expertos señalaron que la Carta de la ONU prohíbe expresamente “el uso o la amenaza del uso de la fuerza contra la integridad territorial de cualquier país.” No existe, según estos analistas, un ataque armado previo venezolano que justifique invocación del derecho de legítima defensa.
Escenario de incertidrumbre
Oficialmente no se puede confirmar con certeza. Existen declaraciones presidenciales y reportes periodísticos citando fuentes anónimas sugiriendo que pudo haber un ataque con drones de la CIA. Pero la ausencia de confirmación oficial de cualquier agencia estadounidense, el silencio del gobierno venezolano, y la completa falta de evidencia física verificable independientemente, hacen imposible afirmar categóricamente que ocurrió.
Lo que sí sabemos es que Trump afirmó públicamente que sucedió; que Estados Unidos ha desplegado capacidades militares sin precedentes en la región; que ha ejecutado 29 ataques verificados matando a más de 100 personas; y que la tensión ha alcanzado niveles no vistos en décadas.
El caso permanece en ambigüedad factual, quizás intencionalmente. Para Trump, proyecta fuerza y presión psicológica. Para Maduro, el silencio evita admitir vulnerabilidad. Pero en Washington y Caracas, ambos saben exactamente qué ocurrió —lo que el resto del mundo no sabe es la verdad.
