De niños, probablemente a todos nos durmieron con alguna canción de cuna, o quizás nos entretuvieron cantando una y otra vez alguna canción infantil.
Esas melodías, de gran belleza y simplicidad y muchas veces anónimas, no solo han cautivado a los niños de todos los tiempos, sino también a compositores de renombre que las han tomado como fuente de inspiración para obras de mayor envergadura.
Mozart, por ejemplo, escribió 12 variaciones para piano sobre la melodía que hoy conocemos como Estrellita . Esta pieza, cuyo origen no se conoce, tiene versiones en francés ( Ah! vous dirai-je, Maman ), en inglés ( Twinkle, Twinkle, Little Star ) y en alemán ( Morgen kommt der Weihnachtsmann ).
Y la melodía actualmente es todavía más famosa dado que el método japonés Suzuki la utiliza para iniciar el estudio de instrumentos musicales en niños. Otro ejemplo es la utilización que hace Gustav Mahler de la canción infantil Frère Jacques.
La pieza la conocemos en Costa Rica con el nombre de Fray Felipe y la cantamos como un canon de dos o tres minutos. Mahler la pasa a modo menor, la convierte en una marcha fúnebre y la utiliza para originar el tercer movimiento de su Primera sinfonía , una de las obras más tocadas de este compositor y que dura aproximadamente diez minutos. Por su parte, Duerme negrito, tradicional canción de cuna sudamericana, fue retomada por Atahualpa Yupanqui, Mercedes Sosa, Víctor Jara y Daniel Viglietti, entre otros.
En cada caso, la canción original se reconoce fácilmente, sin embargo, cada interpretación es única.
En Costa Rica también tenemos al compositor Mario Alfagüell, quien utilizó la conocida pieza Los pollitos para desarrollarla en su obra para piano Siete valses corrientes, op. 17 , compuesta en 1982. Así que, a partir de ahora, cuando cantemos una simple canción infantil pensemos que podría servir de inspiración para algún compositor.