
A lo largo de la historia de la música encontramos elementos musicales, obras o compositores que han sido cuestionados o vetados. En el medioevo, por ejemplo, el uso del tritono, intervalo de tres tonos, llamado diabolus in musica , era prohibido. Otro ejemplo es la ópera Rigoletto de Verdi, que fue censurada pues el libreto presentaba a un rey inmoral, algo inadmisible para el imperio austríaco que dominaba el norte de Italia, donde vivía el compositor. Luego de varios cambios en el libreto, entre ellos que el rey pasó a ser un duque, la ópera pudo ser estrenada en 1851. Por su parte, la música de Dmitri Shostakovitch a veces fue alabada, pero muchas otras fue denigrada por el régimen soviético. Su ópera Lady Macbeth recibió un ataque anónimo en Pravda , el diario oficial del Partido Comunista, luego de su estreno en 1936, que impidió que se presentara durante 26 años. En la Alemania nazi, la exposición Música degenerada , efectuada en 1938, presentaba una serie de compositores que fueron prohibidos y perseguidos en el territorio alemán, ya sea por ser judíos o por incursionar en estilos de vanguardia. Entre ellos Felix Mendelssohn, Gustav Mahler, Ernst Krenek, Igor Stravinsky y Paul Hindemith. El caso de Hanns Eisler es particular: al ser vetado por los nazis, huyó a Estados Unidos. Ahí inició una prometedora carrera, pero durante la guerra fría fue incluido en la lista negra de Hollywood porque se le consideraba comunista. Fue deportado a la República Democrática Alemana adonde, irónicamente, también fue cuestionada su lealtad política.
Un caso dramático es el asesinato de Víctor Jara por la dictadura militar chilena, en 1973. Otro ejemplo menos trágico es el de Joan Manuel Serrat, quien en 1968 fue seleccionado como representante de España en el Festival de Eurovisión. Su propuesta de cantar la canción La, la, la en catalán y no en español, frenó su participación.