
En estos días que anda la fiebre de la sétima entrega de la saga de Star Wars , no cabe duda de que la música de John Williams ha quedado en la memoria colectiva de varias generaciones de seguidores de Darth Vader.
Este es un ejemplo de múltiples partituras emblemáticas tales como la de El padrino , Tiburón , Fiebre de sábado por la noche , La Misión , Titanic o Cinema Paradiso .
La música puede tener varias funciones. En el cine más comercial se utiliza para acentuar las emociones de los espectadores. ¿Qué sería de Jack y Rose, en la proa del Titanic , sin la música de James Horner? Para no referirnos al exitoso tema, My heart will go on , por Celine Dion.
La música también se usa para caracterizar a los personajes, o como ambientación, ya sea de época o de lugar.
En el cine costarricense, varios creadores nacionales han compuesto bandas sonoras para la pantalla. Como Fidel Gamboa, que musicalizó dos filmes diametralmente distintos: Marasmo , de Mauricio Mendiola, y Del amor y otros demonios , de Hilda Hidalgo. El primero se sitúa en la selva colombiana, por lo que incluye tonos folclóricos de dicho país. En el segundo, la historia ocurre en el siglo XVII, en un mundo compartido por negros y un ambiente religioso, por lo que Gamboa incluye ritmos africanos y tonadas clásicas.
Otros compositores que han musicalizado filmes nacionales han sido Walter Flores, para Caribe , de Esteban Ramírez; Adrián Goizueta, para El compromiso , de Oscar Castillo; Federico Miranda, para El regreso de Hernán Jiménez y Edín Solís, para Espejismo , de José Miguel González, entre otros.
Destaca también, el uso de música de pantalla –es decir, aquella que sabemos de dónde viene– que utiliza Miguel Gómez en su cine, especialmente en El cielo rojo y El cielo rojo 2 . En las películas aparecen temas de diferentes grupos y cantantes nacionales.