Lo primero que tenemos que hacer es elegir un tema ¡y aquí es donde se pone buena la cosa, porque las opciones son muy variadas!
Si nuestro objetivo es comparar vinos, podemos, por ejemplo, elegir vinos de un mismo tipo de uva pero de diferentes regiones y todos en un mismo nivel de precios y determinar las diferencias en estilos que nos pueden ofrecer. Si quisiéramos explorar y comprobar diferencias varietales, busquemos vinos de uvas distintas, pero ahora, de ser posible, de una misma región y nuevamente de igual nivel de calidad. Otra opción es escoger una región famosa, por ejemplo Rioja, Burdeos, Napa Valley, Chianti entre otras, y degustar vinos de diferentes niveles de precio o clasificaciones y compararlos.
Ahora, si queremos poner a prueba nuestras capacidades y preferencias, mientras jugamos un poco, nada mejor que las catas a ciegas, en las cuales se esconde la identidad de las botellas y los participantes degustan sin saber lo que están probando. Nuevamente las temáticas pueden ser muy variadas. Podemos seleccionar vinos que tengan altas calificaciones según las revistas especializadas y evaluarlos para ponerle nuestras propias calificaciones. Este puede ser un ejercicio muy interesante para ver cuán parecidos están nuestros gustos con los de estas publicaciones. Otra alternativa es probar vinos donde los invitados deben tratar de adivinar tipo de uva, región de donde proviene, o la bodega que lo produce, y el que más adivine se lleva un premio.
Para mí, una fiesta no está completa si no incluimos el maridaje. Podemos hacer una cena temática con vinos y comidas de una región o armar una completa sesión de vinos y quesos buscando los maridajes clásicos para cada tipo.
Estas son solo algunas ideas. La creatividad de cada quien puede ser una fuente inagotable de opciones para poner en práctica.