Juan Carlos y Catalina son una pareja casada desde el 2022. Pese a que están en la mitad de sus treintas, por sus mentes nunca pasó la idea de tener hijos y lo decidieron desde su etapa de noviazgo, para enfocarse en sus proyectos profesionales. Del mismo modo, estuvieron de acuerdo en que Catalina comprara un carro el año pasado y mantener el de Juan Carlos, ya que consideran ideal que cada quien tenga su vehículo propio debido a sus agendas laborales y también para necesidades personales.
Este caso ejemplifica una tendencia que Costa Rica ha experimentado durante varios años: el número de automóviles registrados supera cada vez más al de los nacimientos.
Esta situación ha llevado al país a ser uno de los más densamente poblados por vehículos en América Latina y las repercusiones son evidentes en nuestra vida diaria: presas interminables, vías congestionadas e infraestructura sobrecargada.
Para tener una idea más clara de este fenómeno, analizamos estas dos variables con los datos más recientes disponibles. En el caso de los nacimientos, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC) el año pasado se contabilizaron 45.825 nacimientos, mientras que según el Registro Nacional se inscribieron 171.721 vehículos. En otras palabras, es una diferencia del 275%. Incluso, ya se superaron los tres millones de unidades de automotores registradas.
No necesariamente existe una correlación evidente entre estas dos variables ―mucho menos una causalidad―, pero sí puede ser un síntoma de un país en el que tener un automóvil parece ser un tema prioritario para las familias.
Las cifras reflejan una compleja interacción de factores demográficos, económicos y sociales que no es nueva. Desde hace años se vienen gestando elementos que llevan hoy al país a tener esta situación que no parece que vaya a cambiar en el corto plazo.
Costa Rica reporta lo que en demografía se conoce como una ultra baja tasa de fecundidad. Es la segunda más baja de América Latina, solo es superada por la de Chile. Según cifras del INEC, en 1990 el promedio era de 3,26 hijos por mujer mientras que para el 2024 fue de 1,23 y se espera que siga disminuyendo hasta alcanzar una tasa mínima de 1,14 en 2031, y luego, a partir de 2050, se estabilice en 1,26.
Paralelamente, el país ostenta la esperanza de vida más elevada de la región, lo que ha resultado en un envejecimiento progresivo de su población. De acuerdo con el INEC, en 2016 la cantidad de personas mayores de 65 años superó a la de niños y niñas menores de cinco años; para 2024, esta cifra se ha duplicado, y se proyecta que para 2029 la proporción sea de tres a uno.
Las razones de la caída en la natalidad
El primer elemento clave para entender este fenómeno es la constante caída en la tasa de natalidad. Desde hace años, Costa Rica ha visto cómo el número de nacimientos desciende de manera sostenida. Factores como el acceso a la educación y a métodos anticonceptivos, el cambio de roles sociales para la mujer, y la decisión de las parejas de posponer o eliminar la maternidad o paternidad para priorizar el desarrollo profesional y personal, han hecho que las familias sean cada vez más pequeñas.
Tampoco se puede negar que el costo de vida, especialmente en áreas urbanas, también influye en la decisión de tener menos hijos o no tenerlos.
Ese incremento en el costo de la vida ha provocado que ahora sea más común que los dos miembros de la pareja tengan que ir a trabajar y esto hace que haya un incremento en el apetito por vehículos, debido a las falencias del sistema de transporte público, agrandando así el círculo vicioso de más congestión vial.
“Ahora las nuevas generaciones tienden a preferir no tener hijos, no en todos los casos pero sí es una tendencia consolidada por varias razones: el cuido y la crianza son complejos y caros, el país no logró consolidar un sistema de cuido que permita trabajar fuera de la casa y criar hijos. Hay una gran asimetría entre el tiempo que dedican las mujeres al trabajo reproductivo en los hogares y el tiempo que dedican los hombres a las mismas tareas”, explicó el sociólogo Carlos Sandoval.

¿Por qué vemos más vehículos en las calles?
En Costa Rica desde hace varios años se está viviendo un boom en el mercado automotriz, que se ha vuelto más notorio después de la pandemia. Los motivos detrás de este crecimiento en Costa Rica son varios, tanto internos como externos.
Desde mediados de 2022 el país experimenta un entorno de estabilidad cambiaria con un dólar alrededor de los ȼ500 que ha invitado a más personas a tomar la decisión de endeudarse en esa moneda para acceder a carros nuevos. Consecuentemente, un dólar más barato equivale prácticamente a disminuciones en los precios de los automotores para quienes ganan en colones (la mayoría de trabajadores).
De igual manera, las tasas de interés tanto en colones como en dólares se han mantenido estables, lo cual también genera confianza en los usuarios a la hora de tomar créditos para adquirir vehículos.
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Otro factor a tomar en cuenta es la creciente oferta de modelos en el mercado nacional actualmente, lo cual genera también una mayor competencia entre los concesionarios y esto se transforma en precios más beneficiosos para el cliente final. Como resultado directo de esta dinámica competitiva, los concesionarios se ven impulsados a optimizar sus estrategias que no solo atañe precios, sino también extras para el vehículo y el servicio postventa.
Una particularidad que se nota en el sector automotriz nacional es que las marcas provenientes de China y los modelos eléctricos son grandes dinamizadores del mercado. Con un público cada vez más acostumbrado a las marcas de este gigante asiático y a las unidades amigables con el ambiente —además de precios normalmente más accesibles—, se hace más común ver carros chinos en nuestras carreteras engrosando las listas de importación año tras año.
“Las nuevas marcas son en gran medida más económicas en comparación con marcas tradicionales cuando se analizan vehículos del mismo segmento. Entre enero y junio de 2024, el CIF (Costo, Seguro y Flete) promedio de las unidades importadas fue de $22.408; en el mismo periodo de 2025, se redujo a aproximadamente $22.016. Este comportamiento refleja un cambio en la mezcla de importaciones, que está arrojando un valor promedio más bajo. Eso sugiere que la demanda se está concentrando en segmentos más económicos”, explicó Rodolfo Araya, director comercial regional Grupo Q.
Jorge Guerra, director de Vehículos Retail de Grupo Purdy, considera que sin duda uno de los fenómenos más relevantes en el panorama actual es el crecimiento de la oferta de vehículos provenientes de China. Este aumento responde, en gran medida, a la sobreproducción que experimenta el mercado chino y a las barreras comerciales que enfrentan actualmente en regiones como Estados Unidos y Europa.
“Como resultado, América Latina se ha convertido en una zona estratégica para su expansión, y Costa Rica no es la excepción. Este fenómeno no es exclusivo de nuestro país. En conversaciones con otros distribuidores de la región, confirmamos que la presencia de marcas chinas está creciendo en toda América Latina, generando una mayor oferta de modelos, segmentos y precios”, afirmó.
Otro parámetro para entender cuánto ha crecido el parque automotor en Costa Rica es el marchamo, que el Instituto Nacional de Seguros saca al cobro en noviembre de cada año. En el 2020, se expidieron 1.560.343 derechos de circulación, mientras que para 2025 fueron 1.885.054, es decir, un aumento del 20,81% en ese periodo.
Mientras las cifras de importaciones de carros no paran de crecer, la situación en las carreteras se vuelve más complicada para los usuarios. Pese a que se han realizado mejoras para desahogar las carreteras nacionales, lo cierto es que se quedan pequeñas para recibir a los miles de vehículos que las transitan todos los días y consecuentemente el país se acostumbra a vivir en una interminable hora pico con presas y cuellos de botella.
De continuar las mismas condiciones —las que desincentivan la crianza de hijos y un carrocentrismo fuerte— se hace más probable que Costa Rica se mantenga como un país que tiene cada año más autos que personas.
