El sector empresarial de Costa Rica recibió un llamado a retar sus políticas de responsabilidad social y recurrir a una nueva herramienta social: las inversiones de impacto.
La iniciativa se desarrolló durante la actividad “Competitividad e Inversión de Impacto: Visualizando la Nueva Economía en Centroamérica”, con la participación de Amit Bhatia, CEO de Global Steering Group for Impact Investment (GSG). La coordinación correspondió a Viva Idea, una organización dedicada a promover la sostenibilidad.
El GSG es una iniciativa internacional nacida del G8, un grupo de economías industrializadas y con peso político (Estados Unidos, Francia, Italia, Alemania, Reino Unido, Japón, Canadá y Rusia), que celebra reuniones anuales sobre temas económicos y políticos de relevancia global.
Bhatia es un emprendedor social de India, cuya iniciativa Aspire, de capacitación de jóvenes para el trabajo, alcanzó los 65.000 beneficiarios durante su gestión.
“Lo que hicimos fue crear cadenas de suministro de talento humano, en las que se puede ir a las universidades y otros centros educativos para agregar habilidades blandas y funcionales a los procesos educativos, para que los jóvenes adquieran mayor empleabilidad. Como hasta ese momento de mi vida había trabajado en construir grandes corporaciones, tenía el conocimiento clave sobre lo que necesitaban los empleadores”, explicó.
EF entrevistó a Bhatia para conocer los objetivos de su visita y la propuesta general del GSG para la transformación de los negocios en Centroamérica.
—¿Qué son las inversiones de impacto?
—Las inversiones de impacto son aquellas que intencionalmente persiguen objetivos duales: retorno de inversión tanto social como financiero.
—¿Esa es la principal diferencia entre este tipo de inversión y el tradicional?
—Sí, excepto que la palabra “impacto” se utiliza con un significado mayor. Impacto es la medida del beneficio de nuestras acciones en la sociedad o el planeta. Cuando lo decimos en el contexto de inversiones, se piensa en tres vías: en el nivel más bajo tenemos las que no provocan daño; a esas las llamamos inversiones responsables. En el siguiente nivel están las inversiones sostenibles, que benefician a todos, como energía renovable o infraestructura que considera el cambio climático. En el nivel más alto están las inversiones de impacto, que aportan soluciones reales (por ejemplo, salud, educación, vivienda, agua) que sean accesibles.
—¿Cómo se relacionan estos niveles con las iniciativas de responsabilidad social dentro de las empresas?
—El impacto no se alcanza únicamente con el aporte de los inversionistas. Gobiernos y negocios tienen interés en provocar impacto. La idea de la responsabilidad social nació en el sector corporativo, donde los negocios sintieron que, para ser buenos ciudadanos corporativos, debían tomar responsabilidad ante todos sus públicos. Ese es un acercamiento filantrópico al tema, y las compañías lo han venido utilizando hace bastante tiempo.
“La idea de provocar impacto va más allá de eso. Esta propuesta dice que, aun en los negocios, la responsabilidad social –entendida como poner un porcentaje de tus ganancias para beneficio de la comunidad– no es suficiente. Se debe integrar el impacto en el negocio, y cuando esto se logra, ahí es donde se puede construir la economía del futuro. Pero se debe entender que la idea de provocar impacto es mucho mayor que tener una estrategia de responsabilidad social corporativa”.
—¿Qué es un ecosistema de impacto? ¿Qué se necesita para construirlo?
—El ecosistema de impacto es el que se construye a partir de estos cinco bloques:
1.- Inversionistas de impacto: los que aportan capital
2.- Intermediarios del capital de impacto
3.- Emprendedores de impacto: los que demandan capital
4.- Gobierno y legisladores
5.- Market builders: esto incluye academia, medios o empresas de servicios profesionales
“Para construir el ecosistema, se deben construir primero los cinco bloques. Cuando se construyen y crecen en armonía, se pueden atender mejor los retos sociales y ambientales, como la pobreza, la desigualdad o el calentamiento global”.
—¿Cuáles son las vías para el desarrollo de estos bloques?
—Para construirlos se debe recurrir a diferentes iniciativas. Por ejemplo, para obtener resultados en quienes aportan capital, se puede trabajar con los requisitos de los fondos de pensión para que puedan invertir en acciones; se podría construir también fondos de fondos. Se podría animar a las family office (fondos de inversión controlados por familias) a invertir más dinero en inversiones responsables y sostenibles; se debería permitir que incluso las iniciativas de filantropía utilicen 5% o 10% de sus fondos en inversión. Hay múltiples iniciativas que pueden impulsar el ecosistema de impacto en las cinco dimensiones. Cada país debe escoger cuáles serán sus prioridades. En el caso de Costa Rica, GSG está integrando a la región de Centroamérica para que los países elijan sus temas prioritarios en conjunto.
—¿Cuáles es el potencial de la región centroamericana para obtener provecho de una plataforma como GSG?
—La problemática en la región es grande, porque aquí existen las mismas desigualdades que en el resto del mundo. Incluso en Costa Rica, alrededor del 20% de las personas viven en pobreza. Entonces, claramente hay retos que atender. Si la región logra fortalecer el movimiento de impacto, podría alcanzar a muchos más beneficiarios o lograr un aporte ambiental mucho mayor. Esperamos que el crecimiento del ecosistema global de impacto se concentre en países con niveles altos de pobreza en Asia y África, pero también en Centroamérica y Latinoamérica. Creemos que al poner en marcha una membresía regional tendríamos impacto profundo en políticas, cambiando vidas, comenzando a convertir a los países centroamericanos en economías de impacto.
—¿Cuál sería el rol de Costa Rica en este proceso?
—Costa Rica, históricamente, ha tomado posiciones de liderazgo en muchas oportunidades para la región. Esperamos que el país acoja la secretaría regional de la membresía al GSG aquí en San José. Al hacerlo, el país debe asumir ese rol de liderazgo para unir a todos estos países y armar una agenda común. Todos los países están en diferentes niveles de progreso económico, así que Costa Rica debe impulsar la búsqueda del más alto denominador común. Eso nunca es una causa fácil, pero, cuando encontremos esos tres o cinco puntos comunes, será una victoria. Y luego habrá que pasar a la ejecución.
—¿Cómo se pueden involucrar las empresas en este proceso?
—Hay dos maneras:
"Tenemos una iniciativa denominada “A billion dolar Latam Impact Fund of Funds” (Fondo de fondo por un billón de dólares para Latinoamérica). GSG está trabajando para reunir esta herramienta. Es algo que no se ha intentado antes e involucrará a todos los líderes empresariales, a unirse y contribuir, para después desplegar ese capital para lograr impacto.
"Las corporaciones deben integrar el impacto en su propuesta de negocios. No se limiten a tácticas de responsabilidad social pequeñas y simbólicas; eso no lleva a ninguna sociedad hacia el desarrollo. Integrar el impacto a la misión de la empresa sí lo hace.
“Otra vía está disponible para las nuevas compañías y es constituirse como B Corps (Corporaciones B), donde se redefine el concepto de éxito del negocio como la creación de beneficio para todos los públicos de interés, no solo los accionistas”.