En el excelente libro de Iván Molina y Steven Palmer, The Costa Rica Reader , descubrí el origen de “la pasada” de la Virgen de los Ángeles. Recoge los hechos Ricardo Fernández Guardia en sus Crónicas coloniales , que recomiendo, y la historia puede resumirse así.
La Virgen fue encontrada por una indígena de la Puebla de los Pardos en Cartago en 1635. Poco después, los pardos fundan formalmente la Cofradía de la Virgen de los Ángeles y para principios del siglo dieciocho ya los españoles participan y son devotos.
La celebración de la Virgen en agosto llega a ser una gran fiesta de veinte días, con banquetes, corridas de toros y mucho alcohol.
El gobernador Diego de la Haya le hace una sala a la casona de la Cofradía y agrega cuartos para preparar las comidas, los bailes.
Con el tiempo se van agregando cuartos y la casona se hace enorme. Y durante cincuenta años, después de las corridas, los banquetes y los bailes en honor de La Negrita, hombres y mujeres de todas las clases sociales y de todos los colores se pierden en los cuartos.
Los de clase alta pueden hacer el amor con las de clase baja y viceversa, y negros, blancos, mestizos y mulatos mezclarse en el amor. Es un verdadero carnaval donde las distinciones sociales, de género y de color se anulan; un modo de aliviar las grandes tensiones étnicas de aquella pequeña sociedad cartaga.
Las autoridades eclesiásticas prohíben las fiestas pero nada logran. Entonces se les ocurre no prohibir las fiestas sino celebrarlas en otro lado, porque el problema son los cuartos de la casona.
Por lo tanto se ordena pasar la Virgen, de la iglesia original, donde está la casona, a la iglesia principal, en grandes procesiones todos los meses de agosto.
Allá, en la iglesia principal, se celebrarán las fiestas de ese momento en adelante, sin bailes ni banquetes. Y después la Virgen es devuelta a su primera iglesia.
Ese es el origen de “la pasada”. Un origen sexual, como el de nuestra propia vida.