En forma acertada, el editorial de EF de la semana pasada se pregunta metafóricamente si el sistema de bandas cambiarias es un cadáver insepulto.
La realidad de los últimos meses del 2014 nos indica que estamos operando en un esquema de flotación administrada del tipo de cambio en manos del Banco Central de Costa Rica (BCCR).
Recientemente, el ente emisor tomó medidas para ordenar y programar las compras y ventas de divisas de las entidades del sector público costarricense.
Esas acciones han resultado positivas pues han evitado la volatilidad excesiva del tipo de cambio que rige en Costa Rica.
Sin embargo, sería importante que el Banco Central haga una transición transparente al sistema cambiario que efectivamente está funcionando hoy.
En este nuevo esquema, es importante que se establezca con toda claridad cuáles son las reglas de la intervención cambiaria que está ejecutando el Central.
Lo anterior porque el ejercicio del poder de los funcionarios del Banco Central debe estar normado por reglas de conocimiento de la opinión pública.
Adicionalmente, en la actual coyuntura no se debe olvidar que los cambios en la política cambiaria pueden estar condicionados por otros elementos de política macroeconómica.
Uno de esos elementos de especial interés es el desbalance en las finanzas del Estado costarricense.
Se debe tener cuidado en cómo ese desequilibrio en las cuentas públicas puede afectar el nivel adecuado y la volatilidad del tipo de cambio que rige en el país.