Son correctas las apreciaciones sobre la necesidad de revertir el proceso de dolarización del país, particularmente cuando la crisis internacional ha mostrado la importancia de tener una moneda propia y echar mano de la política monetaria local.
Pero quedan enormes dudas sobre esas intenciones, cuando son precisamente las entidades del Estado las que más han aportado a la dolarización del país.
Revertimos el proceso de reducción de la deuda pública en dólares de la década pasada, por medio de la emisión de los nuevos eurobonos. Si bien la deuda en moneda extranjera tiene una razón de costo muy aceptable, con esto se redujo la oferta de activos financieros de alta calificación en moneda local, a la vez que se introdujo a nuestra economía un enorme flujo de divisas a riesgo de mayor inflación futura.
Tampoco se aprovechó el proyecto de ley para el control de capitales con el fin de eliminar el incentivo fiscal para endeudarse en el exterior, contenido en el artículo 59 de la Ley de Renta.
Es más, explícitamente se excluyó este punto, que luego vino a ser rescatado por un diputado de oposición. ¿Si de verdad interesa el tema de la desdolarización no se introdujo esta reforma, tanto que se reclama la enorme cartera en dólares de la banca local?
Para pensar en un proceso serio de desdolarización las autoridades económicas de nuestro país tienen que ser consistentes en sus políticas, no más emisión de deuda pública en dólares, no más incentivos fiscales a los créditos en el exterior. Es más, si el asunto va en serio, hasta se puede pensar en medidas más atrevidas, como un impuesto a las transacciones en moneda extranjera.