Opinión

Editorial: El nuevo presidente de Costa Rica ya no podrá vivir de la inercia

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Quien reciba la banda presidencial el 8 de mayo de 2026 no tendrá un cheque en blanco, sino una factura vencida. La narrativa oficial y las cifras superficiales sugieren que el próximo gobierno heredará una casa ordenada, cimentada sobre superávits primarios y un déficit financiero bajo control. Sin embargo, una lectura profunda de la realidad económica como la que realizamos en El Financiero en esta edición revela que esa estabilidad es, en el mejor de los casos, frágil; y en el peor, una ilusión contable sostenida a costa de la erosión del tejido social y productivo del país. La próxima administración marcará el fin de la inercia: se acabaron los márgenes para posponer decisiones estructurales y “patear la bola” hacia el futuro.








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