La crisis económica del 2000 aceleró la tendencia de construir sociedades con actitud inquieta por romper lo establecido y promover una cultura dispuesta a asumir los riesgos de una transformación en el ámbito del desarrollo económico. Los millenians irrumpen en los esquemas tradicionales y generan cambios, vemos iniciativas emprendedoras que con innovación disruptiva generan una reflexión profunda sobre las leyes y las instituciones como medios y no fines.
En el pasado, impulsamos una sociedad estructurada sobre la base de un sistema educativo orientado a la empleabilidad, donde el gran empleador era el Estado costarricense. Esa realidad cambió, sin embargo nuestro esfuerzo educativo, sigue concentrado en la formación de una sociedad que ya no existe.
Las mediciones para valorar la percepción y actitud emprendedora, revelan a una población con tasas de actividad emprendedora que no supera el 12%, con un importante miedo a fracasar (37%), o una edad promedio para emprender por encima de los 35 años, sin determinación clara de inyectar un 100% de su esfuerzo a la consolidación de su empresa.
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El gran reto es tener una sociedad de emprendedores que se orienten a desarrollar una nueva sociedad, en la que es necesario aplicar reingenierías, para orientar a un Estado facilitador.
Hacerlo no solo implica generar esfuerzos y recursos a los últimos eslabones de la cadena social o económica, sino a la base de transformación de la cultura: el sistema educativo.
Se han planteado iniciativas importantes, una de ellas, en el área de educación técnica, pero esos esfuerzos requieren insertarse en todos los ámbitos del sistema, a nivel preescolar, primaria, secundaria y universitaria. Estas necesidades se recogen en una iniciativa de ley que se tramita en la Asamblea Legislativa bajo el Expediente 20.155, que busca promover una Costa Rica orientada a educar para emprender.
El gran reto educativo de nuestros tiempos no solo es una población con educación de calidad, también una población con vocación emprendedora, rompiendo los paradigmas de quienes han reducido el tema a la empresariedad, y valorando la gran oportunidad de potenciar en su gente lo mejor de su esencia, para hacer frente a los grandes derroteros que deberemos enfrentar.
NOTA: El autor es director ejecutivo CiEmprender.