
La más reciente medición del Índice Global de Competitividad (2016-2017) del Foro Económico Mundial ubica a Costa Rica en el lugar 54 entre 138 economías en el mundo, dos lugares menos en el ranking con respecto al índice 2015-2016. Esto sucede pese a que mejoramos levemente el puntaje, pasando de 4,3 a 4,4.
LEA TAMBIÉN: País deberá aplicarse si quiere ser más competitivo Al comparar las instituciones, políticas y factores que determinan el crecimiento de nuestro país con respecto a Latinoamérica, Costa Rica es el tercer país más competitivo tras Chile (lugar 33) y Panamá (lugar 42).
La tendencia de las últimas mediciones nos evidencia como una economía en transición, entre los factores de crecimiento basado en la eficiencia y los factores basados en la innovación, sin variaciones significativas que nos permitan consolidarnos en esta última etapa de desarrollo.
Las conclusiones más valiosas del estudio reflejan una economía cuyas fortalezas se basan en a calidad de nuestro sistema educativo, principalmente en primaria, educación superior y capacitación, así como en la calidad de nuestro sistema de salud, resaltando una fuerza de trabajo saludable y bien educada, capaz de realizar tareas complejas y adaptarse rápidamente a los cambios y las necesidades del sistema de producción.
De la misma forma, Costa Rica se posiciona como un líder regional cuando nos referimos a la sofisticación empresarial y la innovación, factores especialmente importantes para economías en etapas avanzadas de desarrollo.
Los cuellos de botella siguen siendo una alta burocracia gubernamental, un ineficiente uso de recursos públicos, sumado a una inadecuada infraestructura, especialmente cuando hablamos de la calidad de carreteras, ubicadas entre las peores del mundo; las altas tasas de impuestos, y el acceso al financiamiento que impide que el país avance.
En este apartado el nuevo ICG no dice nada nuevo. Estos factores han sido los dolores de cabeza irresueltos de nuestra competitividad desde hace muchos años.
ADEMÁS: Costa Rica aumenta puntuación pero cae dos lugares en Índice Global de Competitividad En momentos en que la economía global ingresa a lo que el Foro Económico Mundial ha denominado la cuarta revolución industrial, que promete “alterar radicalmente nuestra forma de vivir, trabajar y relacionarnos”, Costa Rica debe aprovechar sus ventajas para beneficiarse de los impactos que las tecnologías producirán sobre los negocios, la política y el trabajo.
Este contexto hace que sea urgente resolver los postergados problemas ligados a nuestro complejo andamiaje institucional y la pesada carga que la regulación significa para la economía. Al mismo tiempo, es fundamental facilitar las condiciones para el surgimiento de vigoroso ecosistema de emprendimiento, en términos del tiempo necesario para iniciar un nuevo negocio y el acceso al financiamiento, sobre todo de capital de riesgo.
En medio de un contexto caracterizado por el lento crecimiento, la incertidumbre provocada por la agitación geopolítica y la fragilidad de los mercados financieros, Costa Rica debe apostar con absoluta contundencia por una productividad basada en la innovación, la riqueza de su capital humano y una educación de calidad mundial, sobre todo a nivel superior y técnico, como factores determinantes para competir en aguas turbulentas. Asimismo, es crítico que mejore la administración de los acuerdos comerciales y el entorno del quehacer de los negocios.
NOTA: El autor es presidente del Consejo de Promoción de la Competitividad