¿Qué es la educación financiera y cómo debería ser impartida? Es el proceso mediante el cual los consumidores de los productos financieros obtienen un adecuado manejo de la información o uso de herramientas financieras que mejoran su capacidad para comprender estos temas y con ello mejorar su capacidad en el razonamiento y análisis para la toma de decisiones.
Es alarmante observar el hecho de que no es sino hasta que se sobrepasan los porcentajes en los índices de endeudamiento que se toman acciones sobre un tema tan importante como la formación en el manejo del dinero.
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¿Cuáles son los beneficios que se generan con la implementación de la instrucción en este campo? En primer lugar, se busca que las personas administren sus recursos de la mejor manera, puesto que estos son, en la mayoría de los casos, bastante limitados.
En segundo lugar, se proporcionan herramientas para que las personas tengan la capacidad de defender sus derechos como consumidores financieros.
Por último, se atienden situaciones que ya son una problemática nacional y requieren de acciones concretas para mitigar su impacto negativo en la vida de los consumidores.
Prioridad nacional
Como dato importante, en los últimos cinco años los niveles de endeudamiento con tarjetas de crédito superaron el 101 %. Además, se visualiza un incremento en un 75 % en la colocación de tarjetas de crédito; en el II semestre del año pasado el país contaba con 30 emisores de un total de 452 tipos de tarjetas, cuya circulación sumaba los 2.896.067.
El dato anterior representa, en un país con una población de ocupada de 2.233.793 personas (según el Instituto Nacional de Estadística y Censos, 2018), un promedio de 1,29 tarjetas por cada persona laboralmente activa. Esta situación refleja la realidad sobre el uso deficiente de los recursos financieros. Una base financiera sólida transformaría positivamente la vida financiera de las personas con los altos índices de deuda, proporcionaría el uso eficiente de los recursos y fomentaría el ahorro e inversión.
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El Gobierno debe priorizar la educación financiera que dio inicio en el 2013 con la estrategia nacional de educación financiera. Sin embargo, el nuevo marco de acción establecido para los años 2019-2022 pretende brindar educación financiera a los sectores que actualmente se encuentran más sumidos en las prácticas erróneas; la medida es correcta, pero insuficiente, por lo que se convierte en una medida paliativa, una manifestación del problema original, lo cual es la culturización de la sociedad en temas económicos.
Los cambios en la enseñanza financiera deben iniciarse en nuestro sistema educativo, desde la primaria o secundaria, para así brindarles el conocimiento y herramientas para la toma de decisiones financieras.
Es tiempo de trazar un nuevo camino, con apertura de oportunidades y desarrollo de destrezas financieras para mejorar la calidad de vida de los consumidores costarricenses.