Durante muchos años, los informes financieros y los reportes de sostenibilidad han convivido en las organizaciones con poca conexión entre sí. Los primeros se han centrado en estados financieros auditados, mientras que los segundos han sido considerados como una actividad voluntaria, a menudo gestionada por los departamentos de relaciones públicas o responsabilidad social corporativa.
Pero el mercado también es un lugar diferente ahora. Hoy en día, los factores ESG han pasado de ser complementarios a un eje estratégico de la información corporativa. Y con eso, surge la necesidad de integrar ambos reportes.

La pregunta que enfrentan muchas organizaciones no es si deben reportar información ESG, sino cómo hacerlo de manera creíble, estructurada y con la misma rigurosidad con que se prepara y audita la información financiera tradicional.
De la narrativa a la verificación de hechos
Las iniciativas ESG solían estar enmarcadas en narrativas sobre propósito y reputación. Sin embargo, recientemente ha habido un cambio hacia la medición. Las empresas están siendo medida no solo por lo que cuentan, sino por sus acciones: huella de carbono, diversidad en la fuerza laboral, gobernanza efectiva, entre otros. Este cambio crea una mayor demanda en la confiabilidad en los datos.
Con la introducción de marcos regulatorios como la Directiva de Informes de Sostenibilidad Corporativa de la UE (CSRD) y las normas NIIF S1 y S2 emitidas por la Junta de Normas Internacionales de Sostenibilidad (ISSB), se espera que la información ESG se elabore con criterios de materialidad financiera y se convierta en parte del informe anual integrado de la empresa. Esto implica no solo recopilar datos, sino demostrar su importancia económica y el impacto real en el desempeño financiero.
Impactos en el ámbito financiero
En este nuevo entorno, los departamentos de finanzas y contabilidad no pueden permitirse estar al margen. Deben asumir un papel clave en el proceso de reporte ESG, liderando la integración de esta información dentro de los sistemas de información empresarial, alineándolos con los reportes contables.
Esto implica:
- Diseñar controles internos para validar los datos ESG.
- Alinear los criterios de materialidad financiera con los de sostenibilidad.
- Participar en la definición de métricas clave de rendimiento (KPI)
- Incorporar esta información en la modelación de riesgos, presupuestos y proyecciones.
No se trata solo de agregar una sección verde al reporte anual, se trata de pasar a una narrativa integrada que alinea la toma de decisiones operativas y financieras con el compromiso con la sostenibilidad.
El auditor frente al desafío ESG
La función de auditoría también se transforma. A medida que crece la demanda de aseguramiento de la información no financiera, los auditores deben ampliar sus capacidades tecnológicas y metodológicas.
En primer lugar, porque la información ESG no está ya analizada con el mismo nivel de madurez que la información financiera. Las fuentes de datos son más dispersas, los controles menos robustos, y la definición de materialidad es más subjetiva. Validar esta información requiere desarrollar metodologías específicas y contar con equipos multidisciplinarios.
Segundo, porque la auditoría de esta información puede convertirse en un factor diferenciador. Las organizaciones que ofrecen garantías externas sobre sus compromisos ESG generan mayor confianza entre inversionistas y entidades financieras. Esto es particularmente importante en un mundo donde el acceso a capital estará cada vez más vinculado al desempeño en asuntos ambientales y sociales.
Tercero, porque los riesgos de “greenwashing” (reportar compromisos ESG sin una base fáctica) se convierte en un riesgo reputacional y legal. Los auditores tienen la responsabilidad de identificar señales de alerta y evaluar la consistencia entre el discurso corporativo y operativo.
Contabilidad para la sostenibilidad
El futuro del reporte corporativo evoluciona hacia un modelo de contabilidad sostenible: una contabilidad que no solo mida el desempeño financiero pasado, sino también los impactos y dependencias de la organización con su entorno. Esto requiere desarrollar capacidades nuevas:
- Medición del capital natural y social.
- Evaluación de escenarios climáticos y su impacto financiero.
- Contabilización de pasivos ambientales y riesgos de transición.
La buena noticia es que los cimientos ya existen. La clave está en adaptar los principios de contabilidad financiera al desarrollo de marcos de reporte ESG sólidos, verificables y comparables.
El desafío de la integración
Un desafío organizacional clave es la alineación entre los informes ESG y financieros. Esto llama a romper los silos, alinear visiones y crear una cultura de colaboración entre funciones de la organización que han operado por separado: finanzas; sostenibilidad; auditoría; legal; tecnología. Esto también significará redefinir el éxito en los negocios. Ser rentable ya no es suficiente. Es necesario demostrar que dicha rentabilidad está alineada con la creación de valor sostenible, el respeto al entorno y la responsabilidad social.
Si bien integrar ESG no será una tarea sencilla (en términos de inversión tanto en talento, procesos y cultura), abrirá oportunidades valiosas como el acceso a financiamiento sostenible, la atracción de talento, la diferenciación reputacional y mayor resiliencia organizacional.
La creciente demanda global por productos y servicios sostenibles en el mundo también permitirá a las empresas centroamericanas posicionarse en el comercio global. La posibilidad de utilizar prácticas ESG puede crear oportunidades para financiamiento alternativo, impulso de marca y crecimiento de innovación.
Si bien existen desafíos significativos, las oportunidades para las empresas que adopten prácticas responsables y sostenibles son considerables. Además es necesario que las empresas, gobiernos y sociedad civil se unan para crear un entorno propicio que facilite la implementación efectiva de prácticas ESG en la región.
En pocas palabras, el futuro de los informes corporativos es la convergencia. Y quienes lideren esa transición no solo serán más transparentes: serán más resilientes, más confiables y sostenibles.
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El autor, Guillermo Varela, es socio de Auditoría EY Centroamérica, Panamá y República Dominica