Hemos leído, con preocupación, la columna del señor Juan Carlos Hidalgo titulada "El concubinato del Gobierno y LAICA" y queremos referirnos a algunos temas que se tocan de forma tendenciosa.
Lo primero que nos sorprende es que el señor Hidalgo se refiera a la Liga de la Caña como el "oligopolio azucarero nacional" y "como los grandes empresarios azucareros". Denota un enorme desconocimiento de nuestra organización.
La Liga de la Caña es una institución que agrupa a 8.000 agricultores de todo el país y a 13 ingenios de los cuales tres son cooperativas. Somos costarricenses que nos ganamos dignamente la vida, sembrando la tierra.
Tenemos 63.000 hectáreas sembradas de caña que dan comida, abrigo y vida digna a cerca de 125.000 familias que dependen directa o indirectamente de esta actividad democratizadora de la economía. Vea usted, de cada 100 colones que se percibe por la actividad azucarera, 62,5 colones se distribuyen entre nosotros, los agricultores.
Ya que nos desconoce, don Juan Carlos, permítame contarle un poco más de la Liga de la Caña. Existimos hace 75 años y durante todo este tiempo hemos garantizado que el azúcar no falte, ni en su mesa, ni en la de ningún costarricense. Garantizamos el abastecimiento del producto a un precio estable y con gran calidad.
Somos una organización que reúne a labriegos sencillos, pero también honestos y esforzados. Hacemos muy bien nuestro trabajo y prueba de ello es que tenemos un nivel de productividad muy por encima del promedio mundial. Mientras el promedio internacional de producción de azúcar es de 55 por hectárea en Costa Rica producimos 73 toneladas por hectárea.
Por ser eficientes en nuestro oficio es que no necesitamos hacer concubinatos ni pactos por debajo de la mesa, con el Gobierno, ni con nadie. Por ser eficientes en nuestro oficio es que no estamos pidiendo proteccionismo pero, eso sí, sabemos defender nuestros derechos, de frente y con valentía.
Desde hace vario tiempo, un importador está trayendo al país azúcar de Brasil a un precio menor del que mismo producto se vende en esa nación suramericana, provocándonos un perjuicio por una práctica de comercio desleal.
Para presentar nuestros argumentos, hemos acudido a diferentes instancias al Gobierno, a las cámaras, a distintas organizaciones y también a los medios de comunicación.
Como parte de estas actividades, hemos tenido, no una, sino varias reuniones con representantes del Gobierno para exponerles nuestros punto de vista. Don Juan Carlos, aquí no hay nada oculto, ni oscuro como usted lo quiere presentar.
También, formalmente presentamos una denuncia por dumping ante el Ministerio de Economía, Industria y Comercio (MEIC) que estamos esperando se resuelva.
Estamos seguros que tenemos un caso sólido pero ante todo, somos respetuosos de la legalidad y la institucionalidad. Esa misma institucionalidad que usted intenta poner entre dicho dejando ver que hay compadre hablado, entre nosotros y el Gobierno. ¡No señor!, esa insinuación no se la permitimos.
Yo le pregunto, don Juan Carlos. Que clase de país queremos? Si nos dan la espalda a agricultores y productores nacionales y se permite que sucumbamos ante prácticas comerciales desleales y arrasadoras contra las que, por más eficientes, es imposible competir, lo único que vamos a lograr es aumentar la pobreza y la desigualdad en Costa Rica.
Nosotros no estamos en contra de la competencia, no estamos poniendo barreras al comercio, no estamos cerrando las fronteras, estamos sencillamente luchando contra la competencia desleal.
Este no es un pulso para dañar a los consumidores, es una lucha para defender los agricultores. Es una lucha para defender a miles de costarricenses, que dependemos de la producción de azúcar, contra un solo empresario que no está jugando limpio y que, en aras de hacer un jugoso negocio, nos está poniendo en peligro.
*Héctor Araya Salazar Agricultor cañero de Pacayitas de Turrialba Cédula 3-192-519