Hace un par de semanas participé en el Foro Económico Mundial y uno de los temas que más me emocionó fue ver el potencial y la velocidad en que se está desarrollando el metaverso. No es casualidad que este “mundo virtual” está impulsando tantas inversiones a nivel global.
El término metaverso viene de una novela de 1992 llamada “Snow Crash” que describía espacios tridimensionales en una realidad paralela al mundo físico.
En la realidad, es claro que el metaverso representa el siguiente salto cualitativo después del Internet. Su inicio se puede ver en los videojuegos modernos. Sin embargo, su desarrollo se ha acelerado en los últimos años para pasar de ser un mundo de fantasía a convertirse en una realidad alternativa en la que podamos hacer las mismas cosas que hacemos hoy en día en el mundo físico, pero sin movernos de una habitación (a través de realidad virtual, realidad aumentada y quién sabe qué otras cosas más). Inclusive se espera que los dispositivos puedan interpretar nuestras expresiones faciales y replicarlas a través de nuestro avatar en el metaverso.
Para los que quieren empezar a experimentarlo, existen aplicaciones como “Second Life” y ya hay marcas como Disney, Nike y Gucci, que están aprovechando los inicios del metaverso para hacer mercadeo y generar nuevos ingresos.
El metaverso traerá consigo una nueva economía, monedas, puestos de trabajo, bienes y servicios, reglas de convivencia, etc. Podremos decir por ejemplo: “Mi hijo trabaja en una tienda en el metaverso”.
Cómo afectará nuestra vida en el mundo físico está por verse, pero lo que es claro es que representa una gama prácticamente infinita de experiencias y para las empresas un mar de oportunidades de negocio. Desde una perspectiva de éxito integral, esperamos que también genere valor social y que nos haga crecer como seres humanos y como sociedad.