Opinión

¡No somos meras formas!

La sociedad nos ha vendido una construcción de la masculinidad a la que nos plegamos, a-crítica, ciegamente.

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En Praga existe un tenebroso “Museo de la tortura”. Artilugios inimaginables, cadenas, poleas, electrodos, punzones… el depurado arte del suplicio, desde tiempos de la Inquisición. Justo al frente, una tienda de artefactos porno. Toda una panoplia para la extensión del pene. De la casa de los tormentos, al castillo del horror.








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