Algunos entendidos hablan de cuatro revoluciones en la historia de la humanidad: la Revolución Agrícola, la Revolución Industrial, la Revolución de la Información o del Conocimiento y la IV Revolución o la Revolución de la Inteligencia Artificial, que sucede en nuestros días.
Hay quienes disputan cuándo se dio la Revolución del Conocimiento. Algunos evolucionistas como Harari mencionan que la verdadera Revolución del Conocimiento se dio muy temprano en la evolución del Homo Sapiens hace unos 70.000 años y unos 6 millones de años después de que los humanos y los chimpancés tuvimos una abuela materna común.
Otros argumentan que en el año 500, en la Edad Media, se dio una Revolución Científica. Un amigo me recuerda constantemente que sin agricultores y granjeros no tendríamos comida (vegetales, carnes, huevos, etc), sin embargo la evidencia de que los cultivos y las siembras se están automatizando y siendo asistidas por Inteligencia Artificial es incuestionable.
Mientras que Nigeria tiene siete tractores por 10.000 hectáreas de tierra cultivable, Estados Unidos tiene 276 y Suiza tiene 2.611 por hectárea cultivable. Más no siempre es mejor, y tanto los excesos como déficits de infraestructura pueden optimizarse con servicios digitales. Hoy es posible tener un dron, un tractor y muchos equipos especializados bajo la modalidad de “IAAS” Infraestructure as a Service, o Infraestructura como Servicio, en donde se arrienda el equipo y software por el tiempo necesario (la preparación del terreno, la siembra, el monitoreo o la cosecha) a un costo menor y con mayor eficiencia.
Hoy es posible desde un dron medir la cantidad de glucosa, humedad, minerales, insectos y la temperatura de terrenos y cosechas. Los avances que se vienen nos van a dejar sorprendidos.
La productividad debería crecer y la mano de obra necesaria para muchas actividades debería reducirse. La agricultura siempre ha sido una actividad primordial en el quehacer humano. La agricultura también fue probablemente una de las primeras actividades sostenidas en la que el Sapiens hizo un pacto con los dioses.
A cambio de buenas y abundantes cosechas y fertilidad en los rebaños se prometía una devoción perpetua. La Inteligencia Artificial y la IV Revolución han puesto sobre el tapete nuestra claridad de mente, fé y corazón. ¿Se la daremos al nuevo dios digital? O ¿seguiremos respetando nuestro pacto anterior? El tiempo nos dirá.