
Es sorprendente la rapidez con que muchas personas se sienten culpables, por cosas relativamente insignificantes. Muchas veces esas personas son manipuladas por otros, aprovechando esa facilidad que tienen de sentirse culpable. Hay culpas normales y positivas, como también hay culpas malsanas.
La razón más obvia para sentirse culpable es cuando se ha hecho algo malo como causar a alguien un dolor físico o herirles en sus sentimientos. Otra razón para sentirse culpable es por haber quebrantado leyes, o sus propios principios y valores. Otras veces la culpa puede ser por haber incumplido un propósito o por hacer algo que juró que nunca haría de nuevo. Es apropiado sentirse culpable cuando se ha hecho algo mal. La culpa que implica responsabilidad es nuestra señal de alerta para corregir algo, tomar acciones y ser coherentes con nosotros mismos. Lo contrario, una persona sin culpa ni remordimientos, tiene un cuadro de personalidad antisocial pero no voy a entrar ahí, sino en aquella culpa excesiva e indebida.
Algunos psicólogos distinguen entre la “culpa reparatoria”, aquella que nos impulsa a reparar el daño, pedir disculpas y tomar acciones correctivas y la “culpa persecutoria", que nos persigue y nos impide disfrutar de la vida.
LEA TAMBIÉN: RKS: el síndrome del niño o niña que tiene demasiado
Tristemente, muchas veces las personas que siempre sienten culpa, son personas muy buenas, que tratan de quedar bien con todos todo el tiempo y por supuesto que eso es imposible. Mas aún, puede ser que quedó mal en su cabeza, pero no en la realidad. Si cree que hizo algo mal, puede experimentar casi tanta culpa como si efectivamente se cometió el acto - o incluso más. Antes de empezarse a acusarse a sí mismo por algo, asegúrese que la falta ocurrió realmente. Si está distorsionando el recuerdo de los acontecimientos para hacerse parecer más culpable de lo que es, es el momento para que haga un chequeo con la realidad, antes de culparse, busque la evidencia de su falta.
Cuando la culpa se convierte en una reacción exagerada y constante, hay que ponerle atención, nos hace que permitamos que los demás se porten de manera desconsiderada con nosotros. Esa culpa lleva a tolerarle a otros abusos, mayores o menores, se torna en un círculo vicioso muy desagradable. Al ceder y permitirle a los demás determinadas actuaciones para liberar la culpa, también toma conciencia de lo que está permitiendo lo cual trae consigo sentimientos de molestia. Tal vez entonces sobrerreacciona y vuelve la culpa. Y así sucesivamente.
Hay personas que se sienten mal hasta cuando les va bien, porque se sienten culpables porque a los demás no les va tan bien. Cuando esto pasa, reflexione en porqué piensa que ni usted ni sus seres queridos se merecen que le vaya bien.
También está la culpa injustificada por no haber hecho lo suficiente por alguien mas, como si la otra persona depende de usted para poder progresar o lograr algo, cuando no es así. Al sentir esa culpa, tal vez la disfraza de una lealtad mal entendida.
Ante todo, siempre es importante diferenciar con mucha claridad lo que significa actuar de manera responsable de actuar asediado por la culpa. Separar cuando la culpa es justificada y cuando es generada por un exceso de exigencia consigo mismo o por la manipulación de un tercero.
La culpa es mala compañía. No deje que le persiga.