Hay personas que creen que la tecnología digital es la culpable de que su negocio marche mal. Simplemente tenían una empresa que operaba con unas máquinas y las cuentas se llevaban a papel y lápiz. De pronto, todo eso cambió. Y tienen razón.
En el caso del comercio fue Wish. ¿Se acuerdan? La gente ya compraba en Amazon y aprovechaba las promociones de noviembre. La demanda era tal que los paquetes tardaban en llegar. Luego llegó Wish.
Las compras en este servicio llevaron el comercio electrónico a otros estratos de población. Fue como un fósforo en la gasolinera. Hasta algunos comerciantes aprovechaban para traer productos. Los conseguían, pese al tiempo y la distancia, con más facilidad y más económicos.
Cuando en 2018 y 2019 era evidente la crisis comercial, escuché a muchos comerciantes decir que la culpa la tenía la tecnología. Luego corrieron a incorporar su negocio a una app de un servicio de entregas o delivery, a instalar una tienda en línea o a migrar sus sistemas a la nube.
¿La tecnología tenía la culpa? La tecnología cambió todo.
Mucha gente considera que la tecnología es un área más, adicional, paralela o anexa, como si se pudiera hacer hoy cualquier cosa sin tecnología o como si se pudiera suprimir la tecnología para hacer cualquier cosa.
En las elecciones revisé varios programas de los partidos políticos que salían de primeros en las encuestas. Lo hice a través de Internet, por cierto. El resultado: solo uno se acercaba a tener la tecnología como un área fundamental para la economía y la sociedad. ¡Solo uno!
En algunos ni se mencionaba, se hacía alusión al tema de la conectividad en centros educativos (delatando más desconocimiento y prejuicios que otra cosa) y punto.
En varios debates los candidatos hicieron un arroz con mango de 5G, fibra óptica, los servicios satelitales, las conexiones inalámbricas y otros sistemas de conectividad. En algún momento, creí estar en una pesadilla monumental, confundieron fibra óptica y 5G.
Todos destacaban más el problema del empleo, el déficit fiscal, la situación de la educación,... Pero la tecnología, no era el tema.
No es problema el atraso tecnológico, el atraso en fibra óptica y con 5G. O que muchas personas desempleadas no tienen las competencias técnicas y que no reúnen los requisitos para las vacantes que hay. Ni que los educadores no estaban ni están preparados para dar un curso virtual.
La tecnología está en todo lo que hacemos. Este sábado salí del centro comercial. Tenía que regresar a casa con urgencia. En la parada de taxis había una fila de personas. Pero, ningún taxi. Simplemente abrí la app en el celular. Y salió más barato.
Ahí usé varias tecnologías: la app, la conexión 4G y el sistema GPS para la ubicación de punto de salida y recorrido. ¡Ah! Y el automóvil.
Los vehículos, cada vez más digitalizados, son parte de los logros y avances tecnológicos. De hecho, la industria del automóvil formó parte de la segunda revolución industrial o tecnológica.
La tercera revolución estuvo marcada por el cambio a energías renovables, el hidrógeno, las baterías recargables y otras tecnologías de almacenamiento, la fibra óptica, las innovaciones en nanotecnología y la fibra de vidrio que permitieron la explosión de los aparatos electrónicos: la computadora y el móvil, entre ellos.
Apenas nos enteramos de esa tercera revolución, cuando se inició la cuarta: en 2014 con la aparición de las fábricas inteligentes y la gestión en línea de la producción.
Abarca el uso de las tecnologías de la conectividad (wifi 6 y 5G), el análisis más eficiente de los datos y el desarrollo de la computación cognitiva, con la inteligencia artificial y sus derivados (aprendizaje automático y profundo). También está la computación en la nube, Internet de las cosas (IoT) y el blockchain (que ha permitido el surgimiento de las criptomonedas y las NFT), entre otras.
Todas estas tecnologías son aprovechadas para soluciones de salud, seguros, de banca y finanzas, inmobiliarias, de comercio, de deportes, de agro (para cultivos o ganadería), y de transportes, desde el aeropuerto donde el viajero hace su check in hasta los automóviles autónomos.
La televisión, los videojuegos y el streaming, que están en muchos hogares, se basan en todos esos avances tecnológicos. Netflix y Spotify le ofrecen listas de películas o canciones según los datos de sus preferencias personales.
Piense algo y le aparecerá en Facebook, Instagram o en algún otro canal digital. Decimos que es brujería o que nos vigilan, pero sabemos que es un sistema de inteligencia artificial. (Quienes nos vigilan seguramente usan otros sistemas también basados en inteligencia artificial.)
Tienen razón. La tecnología lo cambió todo. La tecnología tiene la culpa.
Cada vez se incorporan nuevas tecnologías en las empresas. La cafetería utiliza códigos QR para que los clientes vean su menú. También el restaurante de pizza, el de parrillada, el de comida tradicional y hasta los chinos, que tanto tiempo se resistieron a aceptar pagos con tarjetas.
En algunos solo se ve el menú y en otros se hace el pedido mediante la misma aplicación. Todos usan cajas con sistemas en los que se registra cada compra, cada pago y cada factura.
Igual ocurre en la barbería, la tienda y la óptica. También los servicios del banco (ya olvidé la última vez que fui a perder una hora o más tiempo de mi vida en un banco) y el pago de los servicios públicos, incluyendo televisión por suscripción e Internet.
Incluso los delincuentes entendieron que podían hacer sus fechorías utilizando la tecnología, pero no por culpa de la tecnología: porque nos saben incautos o descuidados, capaces de entregar las claves y contraseñas como antes dejábamos las puertas de las casas abiertas. Hasta que aprendimos.
Tienen razón. La tecnología lo cambió todo. La tecnología tiene la culpa. Aprenderemos, sin duda.
Al leer las medidas que aconseja el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) para enfrentar las consecuencias de la guerra en Ucrania —cuya situación seguimos casi minuto a minuto por cualquier medio— veo que la institución recomienda avanzar más en la digitalización. ¿Digitalización de qué? Desde el sistema tributario hasta la seguridad social.
Hoy cualquier medida para recaudar impuestos, para mejorar el gasto público o para resolver las dificultades en pensiones y seguridad social pasa por la digitalización.
Incluso los partidos políticos, agrupaciones y personas que se resisten al cambio digital aprovecharon la tecnología para difundir sus ideas.
Tienen razón. La tecnología lo cambió todo.
Aunque usted sea de los que le echan la culpa a la tecnología, mientras revisa sus redes sociales en el móvil, bien sabe que si su modelo de negocios no se basa en la tecnología es probable que le cueste acercarse a sus clientes y, en particular, a las nuevas generaciones de compradores.
Seguramente ya vio que, entre las personas que le compran, cada vez hay más clientes con edades tales que simplemente no conocieron el mundo cuando no había computadoras, videojuegos e Internet.
Es probable que también se haya dado cuenta que para acercarse a estas nuevas generaciones —que ya ganan un salario, son emprendedores y se convirtieron en consumidores— deberá buscarlos, ofrecerles sus productos y servicios, y facilitarles la compra donde ellos pasan todo el tiempo.
Sí, definitivo. La tecnología tiene la culpa. La tecnología lo cambió todo.