
El déficit más preocupante que enfrenta el país hoy día no es el fiscal, sino el de credibilidad y transparencia.
Asimismo, el superávit más alto es el de las dudas y la incertidumbre. En efecto, hay más duda interna que deuda interna.
El tan prometido y publicitado tipo de cambio no aparece por ningún lado. Es más de lo mismo y a ratos más devaluado.
No extraña, por lo anterior, que se esté disparando el IPC: Índice de Presidentes Complacientes.
Consecuencia de ello, se incrementan también los rendimientos: rendimientos ante los aguacateros, rendimientos ante los arroceros, rendimientos ante los sindicatos, rendimientos ante la presión, rendimientos ante las amenazas. Sin duda, una época de rendimientos abundantes.
Los préstamos están estancados; muy pocos dan crédito a lo que está ocurriendo.
Más pasivos que activos. Sí, más retórica, pose y disfraz que hechos concretos.
Unos cuantos invierten... invierten las negociaciones, invierten los acuerdos, invierten la verdad.
Por ende, la inutilidad supera por mucho a la utilidad. Altísima evasión de los problemas serios.
¿Y la renta? ¡Qué renta con los problemas sin resolver! ¡Qué renta con la falta de un norte claro! ¡Qué renta con la ausencia de negociaciones en serio!
Como ve: más cuentos que cuentas en el país del Programa Impulso, que esperemos no resulte Insulso.