Precisamente el jueves pasado, día en el que los costarricenses nos enteramos de que el creciente y preocupante déficit fiscal llegará a un 7,1% del Producto Interno Bruto (PIB) al final del presente año, dos temas sin trascendencia para el futuro del país predominaron en la recta final hacia las urnas electorales.
Me refiero a un vídeo en el que la esposa del candidato presidencial Fabricio Alvarado aparece hablando en "lenguas", así como a una discusión acalorada entre los aspirantes Rodolfo Piza y Rodolfo Hernández —durante el debate de Repretel— en torno al verdadero propietario del caballo que el primero de ellos utilizó en un tope.
Ambos hechos se sumaron a la desafortunada acción que protagonizó Piza casi al cierre del debate que Canal 7 realizó el martes 30 de enero: regalarle a Antonio Álvarez un enjuague bucal para que se lave la boca cada vez que cuestione al socialcristiano.
Los tres hechos inundaron las redes sociales con memes, comentarios y vídeos principalmente jocosos y burlones que empañaron la atención sobre los temas, propuestas, problemas, rezagos y oportunidades realmente importantes para el desarrollo de Costa Rica.
Poco o casi nada importó la advertencia de las autoridades del Banco Central, en el sentido de que de no actuar contra el déficit fiscal enfrentaremos consecuencias serias como el alza en las tasas de interés, menor crédito para el sector privado, crecimiento de la percepción negativa del riesgo país y desestímulo al ingreso de capital en materia de inversión extranjera directa, entre otras.
Déficit fiscal
Una vez más, para infortunio de todos y en especial del 36% de votantes indecisos, el "pan y circo" prevaleció sobre lo verdaderamente sustancial. Parafraseando el inicio del Manifiesto Comunista, escrito por Marx y Engels, podemos decir: Un fantasma recorre Costa Rica: el fantasma de la charanga.
El mismo ejercicio podemos hacer con la famosa cita de Hamlet, de William Shakespeare: Algo huele a añejo en Costa Rica.
Sí, porque los costarricenses han de sentirse poco atraídos y entusiasmados ante una agenda de campaña electoral conformada por muchos asuntos eternamente irresueltos en nuestro país y que, por lo tanto, adquieren una mayor relevancia cada cuatro años.
Entre ellos, déficit fiscal, infraestructura, educación, sostenibilidad del IVM, corrupción, pobreza, tren eléctrico, reforma del Estado, tramitomanía, presas para cirugías, generación de empleo, gobernabilidad...
Como manifiesta la escritora estadounidense Marilynne Robinson en su libro Cuando era niña me gustaba leer: "¿Para qué hablar de las divagaciones de hace décadas?"
Es como leer Odisea, de Homero, una y otra vez. Allí están siempre la ninfa Calipso, la princesa Nausícaa, el cíclope Polifemo, la hechicera Circe, los cantos de sirena, el mundo de los muertos, Penélope, Telémaco, el pastor Melantio, el viejo perro Argos y los dioses Zeus, Atenea, Poseidón y Hermes. La misma historia de siempre. Nada cambia.
No obstante, hay que retornar a las urnas como el rey Odiseo regresó a la isla de Ítaca luego de la guerra de Troya. No se vale rendirse, arrojar la toalla; soplemos la hojarasca de la charanga y lo añejo como lo hubiera hecho Eolo, rey de los vientos, rescatemos las propuestas y visiones con las que más nos identificamos en esta campaña y votemos este domingo 4 de febrero.
En mi caso, lo haré por el candidato que en mi opinión ha demostrado estar más consciente de la amenaza del déficit fiscal, ha planteado soluciones viables —aunque difíciles— y cuenta con el respaldo de un equipo de economistas y políticos con la experiencia y capacidad para negociar en serio y remar con determinación en una odisea de la que depende el futuro de Costa Rica.