Cierto, los ticos no existíamos cuando Dios creó la luz. Pero sí fuimos capaces de crear el Instituto Costarricense de Electricidad el 8 de abril de 1949, durante la administración de la Junta de Gobierno tras la Guerra Civil de 1948.
Tampoco fuimos testigos del instante en que el creador ordenó las aguas. Sin embargo, eso no impidió que en 1868 inauguráramos el primer acueducto moderno en San José.
Asimismo, faltaban millones de años para que apareciéramos en este planeta cuando Dios separó la tierra de los mares. No obstante, somos un puente biológico (que empezó a surgir a mediados del terciario y se consolidó en el cuaternario) admirado por el mundo debido a la rica biodiversidad que abunda en nuestros mares y territorio.
Ningún tico estuvo presente cuando fue creado el Sol, "la lumbrera mayor para que señorease en el día" -según el Génesis-. A pesar de ello, durante el más reciente TEDx Pura Vida (realizado por el Club de Investigación Tecnológica el pasado 26 de febrero en el Auditorio Nacional) la científica Mónica Morales demostró con datos que Costa Rica puede convertirse en un país que usa el 100% de energías limpias si se decide a aprovechar el enorme potencial que tiene para utilizar energía solar. Además, el astro rey juega un papel importante en la atracción de turistas a esta nación; solo en el 2014 este rubro dejó un ingreso de divisas por $2.626 millones.
¿Y cuando Dios acabó la obra y descansó en el sétimo día? Cero costarricenses a la vista. Pero sí que le hemos sacado el jugo al reposo: como país nos dormimos en los laureles. Tenemos años de cabecear en Zapote, roncar en Cuesta de Moras, tomar siestas en los partidos políticos, bostezar en los sindicatos, ignorar el despertador en las cámaras empresariales, disfrutar de la cobija en las universidades... Dormimos pero no soñamos.
Tengo la impresión de que nosotros mismos nos estamos expulsando del paraíso.