Portugal rindió el martes homenaje al diplomático Aristides Sousa Mendes en el Panteón Nacional, 67 años después de su desaparición, por haber salvado a miles de refugiados que huían de Francia durante la Segunda Guerra Mundial.
"Portugal se inclina ante su personalidad moral", declaró el presidente Marcelo Rebelo de Sousa, en una ceremonia en presencia de las más altas autoridades del Estado, así como los descendientes del diplomático y de los que ayudó a salvar.
Una placa conmemorativa en recuerdo del excónsul fue inaugurada en el interior del monumento, en el centro de Lisboa, un gesto simbólico puesto que los restos permanecerán en la cripta familiar en Cabanas do Viriato, en el centro del país, por deseo de la familia.
Aristides Sousa Mendes, destinado en Burdeos en 1940, rechazó las órdenes del dictador Antonio Oliveira Salazar, que había prohibido a los cónsules entregar visados a "extranjeros de nacionalidad indefinida", a los "apátridas", o a los "judíos".
En nueve días, concedió estos visados a todos los refugiados que lo solicitaron, sin diferenciar nacionalidades ni religiones. Con este gesto, salvó a más de 30.000 personas, 10.000 de ellas judías.
Comparado a menudo con el industrial alemán Oskar Schindler, que salvó a cientos de judíos de la deportación, Sousa Mendes fue designado en 1966 como "Justo entre las Naciones" por el memorial del Holocausto en Jerusalén, una institución en recuerdo del genocidio del pueblo judío durante la Segunda Guerra Mundial.
Sousa Mendes, caído en desgracia en su país, fue destituido de sus funciones tras un juicio del régimen de Salazar y vivió en la miseria hasta su muerte, en un hospital de Lisboa en 1954, con 69 años.
Las autoridades portuguesas dieron un primer paso para su rehabilitación al condecorarlo con la Cruz del Mérito en 1986. Más tarde lo reincorporaron a la carrera diplomática a título póstumo.
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