"Bode Miller fue un ídolo para Mikaela, ha crecido admirándolo", explicó a la AFP Mike Day, entrenador de Mikaela Shiffrin y extécnico del esquiador norteamericano, dos deportistas de un gran destino olímpico.
Siguiendo la huella de Miller (seis medallas, una de oro en cinco participaciones entre 1998 y 2014), Shiffrin cuenta ya con tres metales, con dos títulos, y empieza el lunes a sus 26 años con el gigante en sus terceros Juegos, donde puede marcar la historia de su deporte.
"Bode Miller fue un ídolo para Mikaela, creció adimirándolo. Pero al final son muy diferentes ambos", cuenta el estadounidense Mike Day, al lado de Shiffrin desde 2016, y que había entrenado a Miller en juveniles y después en los Juegos de 2002 con el Team USA.
"Son muy talentosos, pero diferentes. Mikaela es sólida, perfecta en los fundamentos, tácticamente brillante. Bode era superatlético, y tácticamente... Vamos a decir que tenía sus propios conceptos, diferentes de la teoría habitual", dice respecto a Miller.
Regular e implacable, contrariamente a su ídolo de juventud, Shiffrin ya marcó la historia del esquí con sus 73 victorias en Copa del Mundo (el tercer total detrás de Ingemar Stenmark y Lindsey Vonn) y tiene tres grandes globos de cristal (trofeo de la clasificación general de la Copa del Mundo de esquí alpino), con solo 26 años.
"Para mí, es una esquiadora extremadamente sólida, que construyó sus fundamentos muy joven. A ello se añade su motivación, su voluntad siempre de trabajar duro, su capacidad para producir un gran volumen de entrenamiento", indica Day.
"La primera vez que la vi esquiar, tenía 14 años, yo ni siquiera era entrenador. Fue en un eslalon en el Maine, ganó la carrera con 10 segundos de ventaja (...) Siempre supe que era especial, pero hasta qué punto lo descubro todos los días, y ustedes todas las semanas en las carreras".
"Cuando comenzamos nuestra colaboración, había ganado 20 carreras de Copa del Mundo, ahora tiene más de 70 (73). Eso muestra que hemos hecho un buen trabajo, aportándole estabilidad, un marco para apoyarla en su carrera deportiva", explica.
"Ya estaba en un nivel alto en eslalon. Hemos trabajado duro para operar ajustes en el gigante. No es siempre dominadora cada fin de semana, pero ha dado un paso en esta dirección. En velocidad (supergigante y descenso) acababa de comenzar su transición cuando he comenzado con ella. Mi colega Jeff Lackie (que dejó el equipo en enero) ha tenido una enorme influencia en este sector. Este proyecto ha sido muy lúdico para ella. No disputa tantas carreras de velocidad como querrían los aficionados o los medios de comunicación, pero intentamos hacer elecciones de calendario inteligentes. Cuando corre, tengo la sensación de que es siempre competitiva".
"Como persona, cuando comenzó nuestro trabajo, era todavía una niña, tendría entre 19 y 20 años, y ha madurado como toda la gente de esta edad. Algunos acontecimientos la han cambiado. La pérdida de su padre (en febrero de 2020) la marcó para siempre. Pasó una temporada pasada entre tinieblas. Tenía problemas con cosas simples, como la memorización de los trazados. Le pasaba encontrarse en medio de una manga de eslalon sin acordarse de lo que pasaba después. Hemos vuelto a trabajar todo eso, y ha consultado a entrenadores fuera del mundo del esquí de competición".
Shiffrin, ya ganadora de cuatro pruebas de la Copa del Mundo y al frente de la clasificación general, parece encontrarse al 100% esta temporada, lo que le permite soñar con una colecta de oros récord, cuando va a disputar todas las pruebas individuales (gigante el 7 de febrero, eslalon el 9, supergigante el 11, descenso el 15, combinada el 17).
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