Regresan las clases en Hungría y en la escuela primaria Ferenc Liszt, los niños comienzan el día en la iglesia, una señal de la "recristianización" de la enseñanza impulsada por el gobierno.
Bajo el mando del primer ministro nacionalista Viktor Orban, quien se presenta como un defensor de la "civilización cristiana", cada vez más centros educativos han sido sometidos a la autoridad eclesial.
A pocos días de la visita del papa Francisco a Budapest, la AFP observó este proceso en marcha en esta escuela de la localidad suroriental de Hódmezovásárhely.
"Nuestra escuela pasó a estar bajo la dirección de las monjas dominicas en septiembre de 2020", explicó la directora Andrea Magyar, a la sombra de un viejo roble en el patio escolar.
Las aulas están adornadas con cruces y los horarios de los 400 alumnos están marcados por oraciones y catecismo, aunque Magyar aclaró que nada de esto es obligatorio y que el currículo "no ha cambiado".
Destacó "las relaciones menos burocráticas y más cálidas" con la diócesis comparado con la autoridad educativa, así como la llegada de profesores jóvenes y los subsidios gubernamentales que han permitido hacer renovaciones.
Los padres de familia aprobaron la transferencia al control de la iglesia en una votación, y según la madre Ildiko, están "muy satisfechos" con los cambios.
Elogió "la excelente atmósfera y los profesores comprometidos".
Desde su regreso al poder en 2010, Orban ha lanzado una "revolución conservadora" que incluye revivir la identidad cristiana suprimida durante la era comunista.
Orban, de familia calvinista e inicialmente identificado como no religioso, estableció en los últimos años vínculos cercanos con la Iglesia católica e incluyó una referencia a Dios en la Constitución revisada de Hungría.
Algunos en la jerarquía católica se preocupan por el posible uso de la iglesia con fines políticos, pero Orban espera que el papa Francisco, con quien se reunirá el domingo, apreciará los esfuerzos húngaros por resistir a la tendencia europea a la secularización.
En 2016, el entonces jefe de gabinete de Orban, Janos Lazar, dijo que "la educación debe ser un asunto de las instituciones eclesiales" al servicio de dos metas esenciales: "que los niños aprendan a ser buenos cristianos y buenos húngaros".
Esa parte del esfuerzo parece rendir frutos: antes del comunismo, 22% de las escuelas eran católicas, pero a inicios de los años 2000 solo 5% lo eran; para 2018, la cifra subió a 18%, dijo Kriszta Ercse, una socióloga especializada en educación.
Sin embargo, apuntó que la "recristianización" ha sido más bien superficial en la sociedad en su conjunto.
Según Ercse, a los padres les gustan las escuelas religiosas porque son mejores académicamente que las públicas.
En el último censo nacional de 2011, solo 39% de los húngaros se identificaron como católicos y 11% como protestantes. Entre los adherentes, solo 15% participaba de los servicios religiosos.
No se ha podido hacer un censo nuevo por la pandemia del coronavirus, pero los expertos creen que las cifras no han variado mucho bajo el mando de Orban.
Ercse advirtió que algunas escuelas religiosas "practican una forma drástica de selección que favorece a los alumnos de familias pudientes", a expensas de los más pobres, como los de la minoría romaní.
"El problema es que, además, el gobierno deja que las escuelas públicas se deterioren", advirtió, lo que podría llevar a una "guetización".
Peter Marki-Zay, el alcalde de Hódmezovásárhely electo de forma sorpresiva en 2018 frente al candidato de Orban, dice estar preocupado por la "segregación" que podría provocar el sistema actual.
"Me parece injusto que las escuelas religiosas reciban más subsidios que las públicas", dijo a AFP.
Y la brecha entre los dos sistemas parece ensancharse.
Según el Consejo Fiscal, un auditor independiente de las finanzas públicas, "en el curso del año escolar 2017/18, un alumno de escuela religiosa recibió 200.000 florines (570 euros)" mientras un alumno de escuela pública recibió un cuarto de ese monto.
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