El presidente francés, Emmanuel Macron, realiza esta semana una visita a Roma para firmar un nuevo tratado con Italia, clave para reforzar la Unión Europea y a la vez reactivar las relaciones mutuas tras un turbulento periodo diplomático.
El nuevo tratado, que será firmado el jueves por el primer ministro Mario Draghi y el presidente Sergio Mattarella, marca un nuevo inicio para los dos países e impulsa la política de la Unión Europea (UE) en un momento complicado.
El mandatario francés será recibido también el viernes en el Vaticano por el papa Francisco, una visita particularmente delicada, ya que la Iglesia católica francesa está al centro de un escándalo por los abusos sexuales de niños cometidos por curas durante décadas.
El nuevo pacto entre Italia y Francia, con vínculos históricos, culturales y lingüísticos y con roles claves dentro de la UE y la alianza militar OTAN, deberá fortalecer la relación entre los dos países tras la disputa durante el gobierno populista italiano de 2018-19.
El tratado tiene como objetivo intensificar la cooperación en todos los sectores, desde la política exterior, de defensa y de seguridad, hasta la migración, la economía, la investigación, la cultura y las cuestiones entre fronteras, explicaron fuentes de la presidencia francesa.
Para el gobierno italiano, el pacto, que se firmará pocas semanas antes de que Francia asuma la presidencia de turno de la UE en enero, tiene un "valor simbólico" de cara a los cambios que está atravesando el viejo continente.
La salida desordenada de Gran Bretaña, las disputas entre las democracias liberales de la UE y con los vecinos del este, el uso de los emigrantes como rehenes, han afectado al bloque justo cuando su líder indiscutible, la canciller alemana Angela Merkel, está por retirarse en septiembre tras más de 15 años abanderando la política europea.
"Necesitamos reforzar la relación franco-italiana, porque no sabemos qué tipo de UE tendremos en cinco o diez años", explicó Giuseppe Bettoni, profesor de la Universidad Tor Vergata de Roma.
El tratado, que estaba en preparación desde 2017, tuvo que ser congelado con la llegada al poder en Italia en 2018 de la entonces formación antisistema Movimiento 5 Estrellas (M5S), que se alió inicialmente con el partido de extrema derecha contrario a la migración Liga.
Sus respectivos viceprimeros ministros, Luigi Di Maio, actualmente ministro de Relaciones Exteriores, y Matteo Salvini, líder de la Liga, criticaron abiertamente a Macron y apoyaron al movimiento de protesta de los "chalecos amarillos" en Francia.
A principios de 2019, Francia convocó inclusive a su embajador en Roma, un gesto que no se había visto desde la Segunda Guerra Mundial.
Italia por su parte lamenta que sus aliados europeos la han abandonado completamente ante el grave fenómeno de la migración, con decenas de miles de migrantes del norte de África desembarcando cada año en sus costas.
Las relaciones han mejorado con la llegada al poder en febrero del ex presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, con el que Macron se ha reunido en varias ocasiones, estableciendo además una buena relación personal.
Para Mark Lazar, historiador y profesor de la Universidad Sciences Po de París, Draghi tiene una influencia notable en la UE y comparte con Macron "muchos asuntos de política económica y del plan de recuperación", el multimillonario programa para reactivar la economía tras la pandemia de coronavirus.
La decisión de Macron de entregar a varios miembros del grupo de extrema izquierda Brigadas Rojas, que aterrorizó a Italia en las décadas de 1970 y 1980, después de que Francia les garantizara un refugio seguro durante décadas, eliminó una vieja fuente de fricción.
Los dos países deseaban firmar el tratado antes de que Mattarella, un firme partidario del acuerdo, se retire de la presidencia en enero y que Draghi llegue a ocupar ese cargo como muchos sostienen.
Por su parte Macron espera su reelección tras las elecciones en abril.
Existe cierta preocupación en Italia, la tercera economía más grande de la eurozona detrás de Alemania y Francia, por el predominio francés.
El economista Carlo Pelanda, teme por su parte la "autoanexión industrial y estratégica" de Italia a Francia, mientras ese país refuerza paralelamente su histórica alianza con Alemania.
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