El primer ministro británico Boris Johnson se encontraba en la cuerda floja el viernes tras la elección parcial en un histórico bastión conservador, donde una derrota podría poner en duda el liderazgo del dirigente en rápida pérdida de popularidad.
Varias horas después del cierre de los colegios el jueves por la noche, el escrutinio todavía estaba en marcha en North Shropshire, una circunscripción rural con apenas 80.000 electores y ocupada durante décadas por los conservadores.
Sin embargo, tras la acumulación reciente de escándalos en torno al primer ministro, con acusaciones de corrupción y vulneración de las reglas sanitarias y una rebelión en sus propias filas, las tornas parecen a punto de cambiar.
"No solo ganaremos, sino que lo haremos cómodamente", dijo en la cadena Sky News la diputada liberaldemócrata Christine Jardine, cuyo partido auguró un "desastre" para Johnson.
De hecho, desde la misma formación conservadora, el diputado Edward Timpson reconoció ante la misma cadena "una noche muy difícil" para su partido.
Esta elección parcial adquirió un carácter de plebiscito para Johnson, que el martes necesitó del respaldo de la oposición laborista para aprobar nuevas restricciones contra el covid ante la rebelión de un cuarto de la bancada conservadora.
Una derrota en las elecciones podría poner en duda la autoridad de Johnson en el país, en plena ola de la pandemia, que registró el jueves otro récord de casos por segundo día consecutivo: más de 88.000.
Desde hace décadas, esta circunscripción del centro de Inglaterra vota a favor de candidatos conservadores. El último, Owen Paterson, que ocupaba el escaño desde 1997, obtuvo en 2019 una mayoría de 23.000 electores.
Sin embargo, Paterson se vio obligado a dimitir entre acusaciones de presionar a miembros del gobierno de Johnson para defender los intereses de dos empresas que le pagaban.
El primer ministro se vio salpicado por el escándalo al intentar modificar las reglas parlamentarias para protegerlo, atizando la ira de buena parte de diputados y votantes.
La tasa de participación de esta elección fue del 46,3% (38.110 votantes), lejos del 62,9% registradas en los últimos comicios generales de diciembre de 2019.
"Esto no hace más que confirmar lo que yo, mi familia y mucha otra gente hemos pensado durante mucho tiempo: este hombre no es apto para ser primer ministro", dijo a la AFP Garry Churchill, un habitante de North Shropshire de 71 años que "no puede imaginar" que la gente vuelva a votar por los conservadores.
No es ni con mucho el único que lo piensa y la prensa empezó a predecir una derrota conservadora.
De ser así, esta amenazaría con precipitar el envío de cartas de no confianza de los miembros del partido contra su líder, un trámite necesario para desencadenar una votación interna con el objetivo de quitarle las riendas de la formación.
Según el diario conservador The Daily Telegraph, "algunos diputados han sugerido en privado que la pérdida de North Shropshire sería el último clavo en el ataúd del liderazgo del Johnson".
Y si perdiese el liderazgo del partido, Johnson tendría que dejar también las riendas de Downing Street, como ya le ocurrió a su predecesora Theresa May en 2019.
El Partido Liberaldemócrata es el mejor situado para hacerse con el escaño de North Shropshire, ayudados por el voto táctico de los laboristas que se aliaron a ellos buscando infligir un revés al primer ministro.
La situación es diametralmente opuesta al pasado mayo, cuando los conservadores, cuya popularidad se disparaba gracias a una exitosa campaña de vacunación contra el covid-19, arrebató a la oposición laborista su histórico bastión de Hartlepool, en el noreste de Inglaterra.
Ahora el coronavirus vuelve a ser una gran preocupación entre los británicos, que a pocos días de las fiestas navideñas ven cada vez más eventos cancelados y son llamados a limitar las interacciones entre una disparada sin precedentes de los contagios.
Para evitar que los hospitales se vean de nuevo superados, Johnson se fijó el titánico objetivo de ofrecer una vacuna de refuerzo a todos los adultos antes de fin de año.
Este desafío logístico implica un millón de inyecciones diarias, para lo que se abrieron más centros de vacunación durante más horas. Pero nada garantiza que, aunque se logre, baste para devolver al líder la popularidad perdida.
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