"William" (un nombre falso) no se vacunará contra el coronavirus: teme que las dosis inyectadas por el ejército indonesio sean en realidad un veneno que acabe con los papúes, una etnia presente en esta provincia oriental.
Después de años de conflicto, de racismo y de violaciones de los derechos humanos, las teorías complotistas se propagan como la pólvora en esta región con aspiraciones independentistas que vive un repunte de casos de covid-19.
"Si la trae Indonesia, no la quiero", dijo William a la AFP, que precisa que de buen grado participaría a una campaña gestionada directamente por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
A mucha gente "le preocupa que las vacunas vengan de Indonesia y temen que las cambien por otras sustancias químicas para matarnos", explica William.
Indonesia movilizó al ejército para llevar a cabo la vacunación de esta provincia montañosa situada al oeste de la isla de Nueva Guinea
Aunque no hay ninguna prueba de que Indonesia quiera llevar a cabo un proyecto genocida contra la población autóctona, el profundo odio al ejército indonesio alimentan los medios de los papúes.
Indonesia tomó el control de la parte occidental de la isla de Nueva Guinea, al norte de Australia, en 1960, tras un referéndum sobre la integración de esta antigua colonia neerlandesa que muchos consideraron manipulado.
Esta tensión desembocó en décadas de conflicto entre las autoridades indonesias y la población de la isla, de origen melanesio, mayoritariamente cristiana y con pocos lazos culturales con el resto del archipiélago, donde el islam es la religión dominante.
Así pues, este conflicto es un terreno propicio para los rumores y la desconfianza entre ambas poblaciones.
Tanto en las provincias indonesias de Papúa como en el estado independiente de Papúa Nueva Guinea, con el que comparte isla, corren rumores como que los habitantes están siendo obligados a vacunarse para un ensayo clínico, o que la vacuna es un complot para eliminar a los papúes.
"El conflicto dura desde hace tanto que (...) se sospecha de cualquier cosa que haga el gobierno central", revela Adriana Elisabeth, experta en Papúa en el Instituto de Ciencias de Indonesia.
Se estima que hay solo 30.000 papúes vacunados de un total de 4 millones de personas en la región.
Papúa apenas tuvo casos durante las primeras olas de la pandemia, pero se enfrenta ahorra al variante delta, que provocó una hecatombe en el sistema de salud del país.
La región vivió en agosto manifestaciones contra la campaña de vacunación y, de manera general, contra la política del gobierno central. Según medios locales y oenegés, los manifestantes fueron golpeados por las fuerzas de seguridad y se produjeron detenciones.
Para Marcus Dogopia, un vecino de Jayapura que también se niega a vacunarse, "las inyecciones no son buenas. Si nos vacunamos, estaremos débiles para movernos".
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