La periodista filipina Maria Ressa, coganadora del premio Nobel de la Paz, es un símbolo de la lucha por la libertad de prensa y contra los dirigentes autoritarios tras haber sido condenada por sus publicaciones.
"Se ha vuelto increíblemente más difícil y mucho más peligroso para cada uno de nosotros", dijo Ressa a los periodistas que la esperaban el miércoles al bajar de su avión a Oslo, donde este viernes recibe el Nobel conjuntamente con el ruso Dimitri Muratov.
"Hoy más que nunca, debemos proteger nuestros derechos, si no los perderemos", añadió.
El jurado del premio Nobel de la Paz decidió en octubre galardonar a Ressa y Muratov por la "salvaguarda de la libertad de expresión".
Este reconocimiento demuestra que "nada es posible sin hechos", reaccionó en octubre Ressa, bestia negra del presidente filipino Rodrigo Duterte por sus denuncias sobre la sangrienta guerra contra las drogas librada en su mandato.
"Un mundo sin hechos significa un mundo sin verdad y sin confianza", dijo Ressa en una entrevista online retransmitida por su medio Rappler, que cofundó en 2012.
"Es el mejor momento para ser periodista", añadió la filipina que en abril había recibido el premio de la libertad de prensa otorgado por la Unesco. "Los momentos más peligrosos son también los momentos en los que es más importante", añadió.
Sus posiciones críticas le han valido dos arrestos, acusaciones por difamación o fraude fiscal y una cascada de amenazas en línea.
Actualmente en libertad condicional a la espera de un recurso por una condena previa por difamación, Ressa tuvo que pedir permiso a cuatro tribunales para poder acudir a Oslo en persona a recoger el premio.
Los defensores de libertad de prensa acusan al gobierno de Duterte de estar en el origen de estas causas judiciales, aunque este lo niega.
Recientemente, el presidente filipino, que termina su mandato el próximo año, acusó al medio Rappler de "sitio de noticias falsas".
Pese a las presiones y los riesgos, Ressa, de 58 años, sigue en Filipinas y continúa oponiéndose al gobierno. En el último caso judicial hasta la fecha, un tribunal desestimó en agosto la última acusación de difamación contra ella.
"No soy una sola periodista", dijo en 2020 a AFP. "Mi trabajo consiste en ser un pilar (...) para que nuestros colaboradores puedan continuar trabajando", explicó.
Las amenazas en línea comenzaron en los meses siguientes a la investidura de Duterte en 2016 y al lanzamiento de su "guerra contra la droga", que ha causado miles de muertos y está siendo investigada por la Corte Penal Internacional.
Rappler fue uno de los medios que publicaron duras imágenes de ejecuciones y cuestionaron la base legal de esta operación.
Maria Ressa fue detenida por primera vez en febrero de 2019 por un caso de difamación, dos meses después de que Rappler fuera acusado de violar una ley que prohíbe a los medios tener un propietario extranjero.
La periodista apareció en la lista de personas del año elaborada por la revista estadounidense Time en 2018, incluso antes de que las detenciones captaran la atención internacional sobre su figura.
Antes de dirigir una redacción, Ressa había cubierto zonas de conflicto.
"Comencé a informar en 1986 y he trabajado en muchos países alrededor del mundo. Me han disparado, me han amenazado, pero nunca había vivido una muerte a fuego lenta como esta", dijo tras su primera condena por difamación en 2020.
Jefa de la oficina de CNN en Manila y después en Yakarta, Ressa se especializó en el terrorismo, rastreando las conexiones entre redes mundiales como Al Qaida con los activistas del sureste asiático.
Diplomada en Princeton, con nacionalidades filipina y estadounidense, Ressa volvió después a Filipinas para dirigir el servicio informativo de la primera cadena del país, ABS-CBN.
En 2012, creó Rappler con la ambición de ofrecer a los espectadores una visión audaz de la actualidad filipina a través de reportajes multimedia y con el uso de redes sociales.
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