"Diez meses de juicio, ayuda a una a reconstruirse. Terminó. Dejará un vacío", resume Sophie, una aliviada superviviente del Bataclan con lágrimas en los ojos después de conocer el veredicto sobre los atentados yihadistas de 2015 en París.
Seis años después del peor atentado en la capital francesa desde la Segunda Guerra Mundial, la justicia condenó el miércoles a cadena perpetua incondicional a Salah Abdeslam, el único miembro con vida de los comandos que mataron a 130 personas.
Antes del inicio de la lectura del veredicto, la amplia sala de audiencias estaba más llena que nunca, con los supervivientes y los familiares de las víctimas apretujados en los bancos y lejos del gran silencio del primer día.
El presidente del tribunal, Jean-Louis Périès, lee la sentencia en menos de una hora. Para los 20 acusados, las penas van de los dos años de prisión hasta la cadena perpetua, para seis de ellos incondicional.
Tras sus últimas palabras, las primeras partes civiles empiezan a abandonar la sala entre lágrimas. "Las penas son bastante duras. No saldrán de la cárcel de inmediato. Vamos a disfrutarlo. Siento mucho alivio", comenta Sophie.
La mujer abraza a David Fritz, un chileno que también sobrevivió al ataque perpetrado el 13 de noviembre de 2015 en la sala de espectáculos Bataclan durante un concierto de Eagles of Death Metal.
"Siento que he crecido. Es importante ver cómo se hizo justicia. Era necesario", asegura Fritz.
Para Bruno Poncet, "es un verdadero alivio que el proceso haya terminado". "Vine casi todos los días. No siempre fue fácil. Hay un miedo al vacío hoy, pero es el momento de salir de él", asegura.
Este superviviente considera que "algunas penas pueden parecer un poco duras" y teme que se acaben creando "monstruos", en unas cárceles ya "superpobladas" en Francia.
En el interior de la sala de audiencias, habilitada en la sala de pasos perdidos para este juicio histórico, las partes civiles tardan en salir, algunas parecen muy emocionadas.
Algunos se suben a los bancos de madera para mirar el banquillo. Por su parte, los tres acusados que comparecen en libertad muestran su sonrisa y alivio, rodeados de las víctimas, como durante gran parte del proceso.
Philippe Duperron, presidente de la asociación 13Onze15, considera que la "reparación" de las víctimas "consistía esencialmente en la celebración del juicio, la posibilidad de hablar, de expresar su dolor y su sufrimiento".
"Ahora, esta depende de cada uno. Algunos necesitaban esta pena" de prisión, asegura.
Para su homólogo de Life For Paris, Arthur Dénouveaux, "el camino para enfrentar este horror ha sido el de reconstruirse en grupo y no individualmente".
Antes de marcharse, los supervivientes y los familiares de las víctimas conversan por última vez con la prensa, algunos sonrientes.
Otros inmortalizan con una foto, un beso, juntos el fin de los 10 meses de proceso. Buena voluntad se desprende de sus conversaciones, que muchos continuarán en los dos bares frente al Palacio de Justicia en esta noche de verano.
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