Atrapada en una violenta tormenta con solo quince años, la patinadora rusa Kamila Valieva falló el jueves en su intento de subirse al podio olímpico y ahora entra en un largo proceso tras su prueba de dopaje positiva por una sustancia prohibida.
¿Qué consecuencias tiene su victoria en la prueba por equipos de los Juegos Olímpicos de Pekín? ¿Qué está arriesgando por el fondo del caso? ¿Existen dudas sobre la realidad del engaño? ¿Y es sólo un caso de dopaje?
El cuarto puesto de la joven prodigio en la prueba individual, donde cedió ante la presión, permite entregar sus medallas el viernes (20.45 hora local) a sus tres antecesoras, incluidas otras dos rusas.
Sin embargo, el suspenso sigue en la prueba por equipos, ganada por Valieva y sus compatriotas antes de que se conociera el positivo de su control en plenos Juegos Olímpicos, que se remonta al 25 de diciembre durante el Campeonato de Rusia.
El Comité Olímpico Internacional (COI) se niega a organizar la ceremonia de entrega de medallas hasta que se haya resuelto completamente el caso, una decisión sin precedentes que penaliza a las estadounidenses y japonesas, segundas y terceras, respectivamente.
Y aunque Valieva acabe siendo sancionada, las consecuencias para sus compañeras no están nada claras: el reglamento de la Federación Internacional de Patinaje (ISU) sólo prevé la descalificación colectiva en caso de resultado positivo de uno de los integrantes del equipo durante la competición y no seis semanas antes.
El Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS) confirmó el lunes el levantamiento de la suspensión provisional de la joven patinadora, autorizándola a continuar con sus Juegos, pero no se pronunció sobre el fondo.
Corresponde ahora a la Agencia Rusa de Antidopaje (Rusada), por la iniciativa de la prueba, dictar una decisión disciplinaria que debería llevar varios meses, y puede ser objeto de recurso ante el TAS o ante el Tribunal Federal suizo.
"Persona protegida" según la Agencia Mundial Antidopaje (AMA), por ser menor de 16 años, Valieva afronta entre una simple reprimenda o amonestación y dos años de suspensión, según la gravedad del hecho cometido.
Si resultara suspendida, sus resultados deportivos se anularían retroactivamente desde el 25 de diciembre, lo que afectaría a su títulos nacional, europeo y olímpico por equipos.
Habrá que esperar, por tanto, a que se decida la cuestión central: ¿de dónde procede la trimetazidina, que se encuentra en una ínfima concentración en su cuerpo, una molécula utilizada para aliviar la angina de pecho y prohibida por la AMA desde 2014, porque favorecería la circulación sanguínea?
La defensa ya ha mencionado una posible "contaminación a través de los cubiertos" que comparte la adolescente rusa con su abuelo, que la lleva a entrenar todos los días y toma trimetazidina, tras implantarle un corazón artificial.
Valieva podría haber "bebido del mismo vaso" que el anciano, según la hipótesis presentada al TAS sin que ninguna de las partes hubiera tenido tiempo de realizar más investigaciones.
Las autoridades deportivas ya han reconocido en 2018 dos casos de contaminación accidental con trimetazidina: el de la nadadora estadounidense Madisyn Cox, a través de un complemento alimenticio (suspensión reducida), y el de la atleta rusa Nadezhda Sergeeva, suspendida durante los Juegos Olímpicos de Pyeongchang y exculpada ocho meses más tarde.
El caso Valieva despertó sospechas de inmediato en Rusia, ya que sus atletas competían en China bajo una bandera neutral debido a los repetidos escándalos de dopaje, entre trampas a gran escala y el encubrimiento de los servicios secretos.
Sobre el fondo, no hay ningún elemento que recuerde por el momento los casos pasados, pero la corta edad de la patinadora implica la apertura de una investigación sobre su entorno, ya anunciada por la Rusada y la AMA, y planteada sobre el fundamento de la nueva ley antidopaje estadounidense.
Las investigaciones se centrarán en particular en el médico de la patinadora, Philip Shvetsky, ya suspendido por las autoridades rusas por haber inoculado a siete remeros productos de recuperación por vía intravenosa en 2007, un método prohibido aunque estas moléculas estén autorizadas.
Más allá del aspecto antidopaje, el caso plantea preguntas más amplias sobre la fábrica de campeones de Eteri Tutberidze, una entrenadora exigente y fría, y las carreras relámpago de sus anteriores prodigios, entre agotamientos, lesiones y trastornos alimentarios.
De manera más general, el tornado mediático que tuvo que enfrentar Valieva muestra que su estatus de "protegida" -que debería haber garantizado su confidencialidad, según la AMA- no pesa nada contra el impacto de los Juegos Olímpicos, levantando la cuestión sobre la edad mínima para participar en la competición suprema del mundo deportivo.
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