El bulevar de Avenida 4, inaugurado en 2008 y el Barrio Chino que llegó a San José en diciembre del 2012, son los últimos dos esfuerzos aislados que realizó el municipio capitalino para rejuvenecer las zonas urbanas.
En el 2012 se empezó a edificar el proyecto inmobiliario Torres Paseo Colón que para finales del 2015 ya contaba con dos torres de 29 pisos cada una en pleno corazón de la capital. A Este proyecto le sigue la Torre 40 que estará lista en el 2019.
El remozamiento de las aceras y algunos esfuerzos colectivos aislados como el "Transitarte" y los "Domingos Sin Humo", que reúnen a personas para que se diviertan en San José forman parte de la estrategia para que la gente regrese a vivir a la capital y, además, pueda trabajar y prosperar.
Rejuvenecer las zonas urbanas de las ciudades no es un conjunto de esfuerzos públicos aislados, ni mucho menos un abanico de proyectos privados que emergen y desaparecen con el tiempo.
El Banco Mundial publicó el pasado 13 de julio un informe en el que revela las claves y los secretos que le permitieron a ocho grandes ciudades rejuvenecer y recuperar sus zonas urbanas.
El informe titulado Regenerating Urban Land: A Practitioner's Guide to Leveraging Private Investment (La regeneración de la zona urbana: una guía práctica para captación de inversión privada), fue elaborado por el Banco Mundial y el Servicio de Asesoramiento para Infraestructura Pública y Privada (Ppiaf).
La investigación analiza los casos de Santiago (Chile), Buenos Aires (Argentina), Seúl (Corea del Sur), Ahmedabad (India), Johannesburgo (Sudáfrica), Ciudad de Singapur (Singapur), Shanghái (China) y Washington D. C. (Estados Unidos).
Las claves
Ciertamente la empresa privada es un actor fundamental en el rejuvenecimiento de zonas urbanas y debe ser parte de todo el proceso desde el planeamiento hasta la ejecución de los proyectos.
"La participación del sector privado es fundamental para determinar si un programa de regeneración surte efecto, es decir, si crea zonas urbanas donde los ciudadanos pueden vivir, trabajar y prosperar", explicó Ede Ijjasz-Vasquez, director superior del Departamento de Prácticas Mundiales de Desarrollo Social, Urbano y Rural, y Resiliencia del Banco Mundial, mediante un comunicado.
El vocero del Banco Mundial agregó que "rara vez los proyectos de regeneración urbana son realizados exclusivamente por el sector público. Se requieren cuantiosos recursos financieros, y la mayoría de las ciudades no dispone de esos fondos".El informe advierte que no hay una "fórmula mágica" que se pueda aplicar por igual a todas las ciudades para mejorar sus espacios urbanos, pero identifica cuatro pasos que funcionaron en las ocho ciudades que fueron analizadas.
Las claves para iniciar proyectos de rejuvenecimiento de zonas urbanas son: la determinación del alcance —a cuántas personas va a beneficiar la iniciativa—, planificación, financiamiento y ejecución.
Para ejecutar cada fase los gobiernos locales deben diseñar un plan y una serie de mecanismos específicos que incluyen proyectos públicos, inversión y participación privada, cooperación de las comunidades y ayuda directa de los ciudadanos.
El liderazgo político es uno de los pilares que destaca el informe y que garantizaron el éxito a las estrategias implementadas en todas las ciudades.
Para los autores del estudio es importante que los esfuerzos público-privados y los planes de rejuvenecimiento de espacios urbanos tengan un liderazgo político que lo impulse y lo lleve con menos trabas burocráticas.
Casos de éxito en América Latina
Los casos de éxito en los proyectos de rejuvenecimiento de zonas urbanas son muy distintos y dependen mucho de la idiosincrasia que impera en cada país.
Por esa razón, Buenos Aires y Santiago resultan casos diametralmente significativos para extraer ideas y buenas prácticas que se pueden implementar en Costa Rica.
El caso de Santiago inicia entre 1950 y 1990, en ese periodo la capital chilena perdió el 50% de su población y el 33% de su parque de viviendas debido a las envejecimiento de los espacios urbanos y a sus condiciones sociales, de infraestructura y económicas.
La situación se empezó a revertir mediante un subsidio nacional a la vivienda orientado específicamente a repoblar el casco urbano de la ciudad.
El subsidio logró recaudar $138 millones para invertir en mejoras a los espacios urbanos, ese capital atrajo una inversión privada de $3.000 millones durante todo el proyecto.
La inversión se acompañó de una serie de planes públicos y privados que se complementaban entre sí para lograr mejores espacios urbanos, carreteras, parques y centros culturales.
Además se remozó el casco urbano y para el 2012 se vendió el 42% de los apartamentos disponibles en el distrito municipal de Santiago, según datos de la Cámara Chilena de la Construcción.
Este "boom" de nuevos desarrollos inmobiliarios en zonas lejanas a la capital dejó muchas viviendas vacantes y suelos de primera calidad subutilizados en la zona costanera donde se concentraba el patrimonio arquitectónico e industrial de la ciudad bonaerense.
Para rescatar estos espacios urbanos y evitar la emigración, el municipio de Buenos Aires emprendió una iniciativa para usar 170 hectáreas de suelo desaprovechados en Puerto Madero y convertirlos en un atractivo barrio.
El proyecto incluía casas y espacios de uso combinado a lo largo de la línea costanera de Buenos Aires. La ciudad desarrolló el proyecto con una inversión pública de $300 millones y una participación de empresas privadas de $1.400 millones más. Para el 2011 el proyecto de Puerto Madero estaba construido completamente.