Costa Rica enfrenta una desconexión macroeconómica que desafía la lógica tradicional: la economía crece con fuerza, pero las arcas del Estado no lo sienten.
Según el Análisis Trimestral de la Economía presentado este 3 de diciembre por el Instituto de Investigaciones en Ciencias Económicas (IICE) de la Universidad de Costa Rica, el país cerrará el 2025 con un crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) en un rango optimista de entre 4,33% y 4,58%. Sin embargo, esta bonanza productiva es fiscalmente estéril.
Los datos confirman que el impulso económico no se está traduciendo en una mayor recaudación. Al contrario, los ingresos del Gobierno Central han disminuido en 0,5 puntos porcentuales (p.p.) del PIB entre 2024 y 2025.
La raíz del problema: Dos velocidades, una sola factura
La explicación de esta paradoja radica en el origen del crecimiento. La economía costarricense avanza impulsada casi exclusivamente por el Régimen Especial (Zonas Francas), que goza de exenciones fiscales.
El IICE proyecta que este sector crecerá 14,9% al cierre del año. En contraste, el Régimen Definitivo —donde opera el 85% del tejido empresarial nacional y que es el principal contribuyente de impuestos— muestra un crecimiento anémico del 2,7%.
Al estar la “bonanza” encapsulada en el sector libre de impuestos, el efecto rebote en las cuentas de Hacienda es nulo.
Los números rojos de la recaudación
El deterioro de la recaudación es generalizado en las figuras tributarias más importantes para la estabilidad fiscal:
- Impuesto sobre la Renta: Registró una caída de 0,42 p.p. del PIB a junio de 2025.
- Impuesto al Valor Agregado (IVA): Disminuyó 0,26 p.p.
- Otros: También se reportan reducciones en el impuesto único a los combustibles y el impuesto al consumo.
La única excepción notable es el impuesto a la propiedad, que tuvo un leve aumento de 0,05 p.p., insuficiente para compensar el agujero en los tributos mayores.
Ajuste por la vía del recorte
Ante la caída de los ingresos (que representan el 15% del PIB), el Gobierno ha logrado mantener el déficit financiero en un 2,4% únicamente mediante la contracción del gasto, el cual bajó 1,1 p.p.
El informe detalla que esta austeridad forzosa ha golpeado rubros sensibles para el desarrollo futuro:
- Gastos de capital (inversión pública): Disminuyeron 0,31 p.p.
- Remuneraciones: Se redujeron 0,48 p.p.
- Transferencias corrientes: Bajaron 0,48 p.p.
Si bien la deuda del Gobierno Central se mantiene por debajo del 60%, la sostenibilidad de esta estrategia depende de variables volátiles. El IICE advierte que la evolución futura de la producción y los precios será determinante para el presupuesto del Gobierno hacia el 2027.
Incertidumbre en el horizonte
El escenario se complica con dos factores externos e internos que añaden presión a la recaudación futura:
- El “efecto aranceles”: La sostenibilidad del crecimiento del Régimen Especial (el motor actual de la economía) está bajo la sombra de la nueva política comercial de Estados Unidos. Un cambio arancelario podría frenar el único sector que crece a doble dígito.
- Cautela interna: El consumo de los hogares ha aumentado en servicios y bienes no duraderos, pero la compra de bienes duraderos (vehículos, electrodomésticos) es nula o negativa. Esto refleja que, en un año preelectoral, el sector privado está posponiendo decisiones de inversión a largo plazo, lo que deprime aún más la base imponible futura.
El 2025 deja una lección clara para las finanzas públicas: un PIB alto ya no es garantía de solvencia fiscal si el crecimiento no permea al Régimen Definitivo, el verdadero músculo tributario del país.
