La reciente Encuesta Nacional de Hogares 2025 (ENAHO) del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) arroja cifras actualizadas sobre la estructura económica costarricense, revelando un panorama marcado por desigualdades.
Los datos muestran con claridad qué se necesita para pertenecer al selecto grupo del 20% de hogares con mayores ingresos del país.
El umbral de entrada a la clase alta
Para ser considerado parte de la clase alta en Costa Rica en 2025, su hogar debe ubicarse en el quintil V, el segmento que agrupa al 20% de familias con mayores ingresos. Según la ENAHO 2025, estos 377.770 hogares registran un ingreso promedio de ₡2.897.190 mensuales.
Sin embargo, este es un promedio que incluye desde quienes apenas entran al quintil hasta quienes ganan decenas de millones. El umbral mínimo estimado para ingresar a este selecto grupo se sitúa aproximadamente entre ₡2.500.000 y ₡2.900.000 colones mensuales por hogar.
En términos per cápita, el quintil V registra un ingreso promedio de ₡1.328.494 mensuales por persona, una cifra que contrasta dramáticamente con los ₡88.151 que perciben en promedio los habitantes del quintil I (el 20% más pobre).

La desigualdad en cifras
Los números revelan una brecha económica. El quintil V concentra el 47,9% del ingreso total del país, mientras que el quintil I captura el 4,6%. Esto significa que una persona del quintil más alto gana, en promedio, 15,1 veces más que alguien del quintil más bajo.
La brecha absoluta es de ₡2.621.419 mensuales entre el ingreso promedio del hogar más rico y el más pobre, una diferencia que se ha ampliado en los últimos años. Para dimensionar esta desigualdad: el ingreso de una sola persona de clase alta equivale al de 18 personas del quintil más bajo, o al de 5 personas de clase media.
¿De dónde provienen los ingresos de la clase alta?
A diferencia de los sectores más vulnerables que dependen significativamente de subsidios estatales (16% de sus ingresos) y transferencias, la clase alta costarricense sustenta su economía principalmente en tres fuentes:
Salarios profesionales y ejecutivos constituyen aproximadamente el 62% de los ingresos del quintil V, reflejando ocupaciones de alta calificación, puestos gerenciales y especializaciones técnicas bien remuneradas.
Ingresos autónomos (negocios propios, actividades profesionales independientes) representan cerca del 23% de sus entradas, mostrando un fuerte componente empresarial en este segmento.
Rentas de la propiedad —que incluyen alquileres, dividendos, intereses y otras ganancias de capital— aportan el 7,6% de los ingresos, el porcentaje más alto de todos los quintiles. Esta cifra contrasta con el 0,5% que representa para el quintil I.
Significativamente, los subsidios estatales y becas son prácticamente inexistentes en los ingresos de la clase alta (0,1%), mientras que para el quintil I representan el 16%.
El contexto del alto costo de vida
Pertenecer a la clase alta en Costa Rica cobra especial relevancia considerando que el país ostenta el costo de vida más alto de América Latina, según el ranking Numbeo 2025. Esta realidad significa que incluso ingresos que en otros países de la región se considerarían privilegiados, en Costa Rica deben enfrentarse a gastos elevados.
Un apartamento de una habitación en el centro San José cuesta en promedio ₡404.000 mensuales de alquiler; fuera del centro baja a ₡277.000. Los servicios públicos oscilan entre ₡80.000 y ₡160.000, y la alimentación para una persona puede representar entre ₡150.000 y ₡200.000 mensuales.
Sin embargo, para una familia de clase alta típica con tres integrantes y un ingreso de ₡2.897.190, después de cubrir gastos básicos estimados en ₡1.200.000, aún quedan aproximadamente ₡1.697.190 disponibles para educación, vehículos, viajes, inversiones, seguros y ahorro.
Las capas medias: un universo heterogéneo
Para entender mejor qué significa ser clase alta, es útil contrastar con las capas medias. Los quintiles II, III y IV —que representan el 60% de los hogares— tienen ingresos que van desde ₡560.500 hasta cerca de ₡2.500.000 mensuales.
Esta amplitud evidencia que “clase media” es un término que agrupa realidades muy diversas. Un hogar del quintil II con ₡560.500 mensuales enfrenta limitaciones económicas muy distintas a uno del quintil IV con ₡1.422.500.
La evolución reciente: mejoras con desigualdad persistente
La ENAHO 2025 reporta noticias positivas en algunos indicadores. El ingreso promedio por hogar a nivel nacional alcanzó ₡1.209.825 mensuales, representando un incremento real del 8,1% respecto a 2024. El ingreso per cápita nacional llegó a ₡485.792, con un aumento del 10,4%.
Estos incrementos contribuyeron a que la pobreza cayera de 18% a 15,2%, significando 40.716 hogares menos en condición de pobreza. La pobreza extrema también descendió de 4,8% a 3,8%.
Sin embargo, esta recuperación económica no ha reducido significativamente la desigualdad estructural. El coeficiente de Gini, que mide la desigualdad (donde 0 es perfecta igualdad y 1 es máxima desigualdad), se mantiene alrededor de 0,50 en Costa Rica, una cifra considerada “bastante alta”. Para comparación, el promedio de la OCDE registra diferencias de 5,4 veces entre el quintil más rico y el más pobre; en Costa Rica esta relación es de 15,1 veces.
El perfil completo de la clase alta en Costa Rica
Más allá del ingreso, la clase alta en Costa Rica se caracteriza por un conjunto de atributos que definen su estilo de vida y capacidad económica:
Concentración demográfica: El quintil V representa el 20% de los hogares pero solo el 16,3% de la población total, indicando hogares con menos miembros que los estratos bajos (donde vive el 22,2% de la población).
Ubicación geográfica: Predominantemente urbana, con fuerte presencia en la Región Central del país, especialmente en zonas como Escazú, Santa Ana, Mata Redonda y otros distritos de San José.
Educación: Acceso a colegios privados de alto costo y educación universitaria de calidad, frecuentemente en el extranjero.
Patrimonio: Propiedad de viviendas en zonas privilegiadas, múltiples vehículos, e inversiones en bienes raíces que generan rentas pasivas.
Servicios: Seguros médicos privados, membresías exclusivas, capacidad de ahorro sustancial y acceso a crédito en condiciones favorables.
¿Clase alta o simplemente asalariados bien pagados?
Vale la pena hacer una distinción conceptual importante. Algunos analistas argumentan que la verdadera clase alta no depende de un salario, sin importar cuán elevado sea, sino que vive de activos que generan ingresos pasivos suficientes para mantener un estilo de vida lujoso sin trabajar.
Bajo esta definición más estricta, incluso profesionales que ganan ₡3.000.000 o ₡5.000.000 mensuales serían “asalariados bien remunerados” más que auténtica clase alta, pues siguen dependiendo de su empleador y podrían caer económicamente si pierden su fuente de ingresos.
La clase alta “verdadera”, según esta perspectiva, sería aquella con patrimonio suficiente —en propiedades, inversiones, empresas— que genera flujos de efectivo independientes del trabajo personal, permitiendo libertad financiera completa.
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Este artículo fue publicado por un editor de El Financiero asistido por un sistema de inteligencia artificial.
