
Estados Unidos está cambiando. Los trabajos estables se volvieron precarios, el pensamiento tradicionalmente moldeado por los medios de comunicación dio paso a la cacofonía de las redes sociales, comunidades que parecían monolíticas se transformaron por la diversidad.
Al comenzar un año electoral, los estadounidenses están políticamente muy divididos, pero en algo coinciden: las presidenciales del 3 de noviembre serán fundamentales para marcar el rumbo de la nación.
Antes de las primarias en Iowa el lunes, donde se inicia el proceso para elegir a los candidatos de cada partido, un equipo de periodistas de la AFP buscó tomar el pulso del país en un viaje por carretera desde Washington hasta este estado rural del Medio Oeste.
En los 2.900 kilómetros recorridos, pasando por las chimeneas humeantes de la industria del acero hasta las bulliciosas ciudades universitarias y las remotas granjas porcinas, la mera mención del presidente Donald Trump, que buscará la reelección, bastaba para generar un intercambio intenso, aunque más allá de características personales, muchos querían hablar a fondo de los temas que los preocupan.
Amazon me está matando
En Ashtabula, Ohio, Mary Wilson, de 62 años, está al frente de una tienda que vende uniformes médicos. Ya no tiene la fuerza para trabajar como asistente de terapias ocupacionales, pero tampoco puede jubilarse.
Sus perritos Shih Tzus corren a saludar a los clientes en esta ciudad sobre el lago Erie, en la frontera con Canadá. Aquí, los otros trabajos disponibles, aunque abundantes, son puestos de bajos salarios en restaurantes o en la industria del turismo veraniego, dice.
La automatización a la que culpa de diezmar el empleo en las fábricas de Ohio también la ha afectado: ahora la gente compra por internet.
"Amazon me está matando. No paga impuestos pero usa las escuelas, usa las carreteras, usa la policía", afirma. "Las empresas locales cuentan con el apoyo de los residentes que compran allí. Pero los más jóvenes ya crecen haciendo todo 'online'. Esa es la tendencia y así es".
Wilson apoya los esfuerzos del partido Demócrata para ampliar el acceso a la atención médica, pero el condado de Ashtabula votó por Trump en 2016, otorgando al magnate republicano una victoria de casi 19 puntos donde dos veces antes había ganado el demócrata Barack Obama.
Más de 200 condados eligieron a Trump en 2016 después de votar por Obama, principalmente en los estados del norte semi-rurales más afectados por el declive industrial y la epidemia de adicción a los opioides que azota al país.
En la región del carbón en Pensilvania, clave para sellar la inesperada victoria de Trump, el minero de tercera generación Floyd Macheska se dice demócrata. Pero critica la prioridad del partido sobre las energías renovables, cuestionando el consenso científico de que el mundo se está calentando peligrosamente.
"Siempre se dijo que los demócratas estaban ahí para los trabajadores, lo cual no es 100% cierto. Las cosas han cambiado en los últimos seis o cuatro años", dice Macheska, enfermo de pulmón negro por sus años en la mina.
"Nos llamaron campesinos en el pasado. Y mucha gente se ofendió por eso. Entonces se volvieron más conservadores", prosigue con voz ronca.
Latinos dispuestos a votar
Si bien Trump atrajo a los votantes hartos del “status quo”, su presidencia también ha polarizado al país. Las minorías lo sienten especialmente.
Durante la campaña de 2016, Trump propagó una teoría infundada de que Obama, el primer presidente negro del país, había nacido en África, y prometió mantener alejados a los inmigrantes mexicanos y musulmanes.
Alrededor del 13,6% de la población estadounidense es de origen extranjero y en pequeños pueblos lejos de las urbes cada vez es más fácil encontrar tiendas mexicanas o vietnamitas. Y los únicos médicos pueden ser de India.
Roselia Ocampo, de 28 años, encargada del restaurante mexicano de su familia en West Liberty, Iowa, la primera ciudad de mayoría hispana en un estado abrumadoramente blanco, no se involucró mucho en política hace cuatro años.
Pero se sorprendió cuando una tía con tres niños fue arrestada y obligada a usar un monitor de tobillo antes de ser deportada a México. "Comencé a pensar que tal vez mi voto realmente cuenta", cuenta.
La brecha racial
En una escuela secundaria en Ginebra, Ohio, Kelly Bullock Daugherty acompaña a sus hijos a una competencia de atletismo. Esta maestra estadounidense negra dice que su hijo mayor fue arrestado mientras iba de puerta en puerta con sus compañeros para recaudar fondos. Alguien llamó a la policía.
"Desde las elecciones, como minorías en particular, hemos enseñado a nuestros hijos más sobre las relaciones raciales. Desafortunadamente, hay que saber cómo responder en ciertas situaciones", señala.
Alvin Ross, dueño de una venta de autos usados, no puede creer que, desde el triunfo de Trump, escuche mucho más el epíteto de "la palabra n" (negro).
"En mi opinión, este lugar nunca estuvo tan centrado en la raza", dice este hombre de 56 años mientras desayuna en Charleroi, Pensilvania. "Dejen en paz a los mexicanos. No molestan a nadie. Trabajan más duro que nadie".
Ross dice que también se sorprende de sentir quejas por las restricciones de la administración Trump a los cupones de alimentos, pero luego esa misma gente cuelga el letrero "Hacer grande a Estados Unidos otra vez" (eslogan del mandatario).
"Cuando las personas de color ven estos carteles, se dicen a sí mismos 'aquí hay un racista'. No hay razón para votar a Trump cuando eres pobre", agrega.
Para Ross, el único punto ligeramente positivo sobre Trump es su línea más dura con las prácticas comerciales de China.
En una mesa cercana, Tim Bailey, de 72 años, ve las cosas completamente distintas. Ex trabajador de una fábrica de acero que respaldó a Bill Clinton y a otros demócratas, asegura que muchas personas están mal informadas sobre Trump.
Los principales medios de comunicación no hablan sobre los logros del presidente, dice. Y agrega que tampoco muestran su punto de vista sobre el tema de Ucrania, por el que la Cámara de Representantes controlada por los demócratas acusó al mandatario de abuso de poder y lo llevó al juicio político en curso ahora en el Senado.
"Uno se entera de más cosas en Fox que en CNN. Suprimen cosas en CNN", dijo. "Esas cadenas de televisión y periódicos son progresistas. Quieren imponer su agenda. Las escuelas también. Ya no enseñan nada sobre nuestra historia".
Noticias falsas
En cinco estados recorridos, prácticamente todos los partidarios de Trump -quien suele denunciar a los medios críticos como portadores de “noticias falsas”- dijeron que veían Fox News, el canal favorito del mandatario.
Muchos estadounidenses dijeron que apenas podían ponerse de acuerdo sobre hechos comunes con vecinos que seguían las noticias por internet.
Toni Carlisle, que tiene una tienda de regalos en el revitalizado centro de Ashtabula, lamenta que el discurso político se haya vuelto "desagradable, feo y defensivo".
Frente a un plato de tacos, por los cuales manejó 25 kilómetros ya que no hay comida mexicana en su ciudad de Wilton, Iowa, Mike Collins, un sindicalista retirado de 69 años, asegura que perdió amigos en Facebook por la política.
"Con la edad que tengo, nunca había visto a la gente hablar de política como hoy", dice, culpando a la "retórica que sale de la Casa Blanca" por el agrio ambiente.
Vodka, Viagra, libros obscenos
La era de Trump pudo haber roto amistades, pero la amabilidad persiste en esta nación dividida. AFP se acercó a decenas de extraños para preguntarles sobre sus vidas y opiniones y ni una sola persona fue descortés, incluso cuando no querían hablar.
En Aliquippa, Pensilvania, que nunca se recuperó del cierre de la fábrica de acero en 1984, amigos y familiares con desacuerdos políticos se juntan a menudo a jugar a los bolos.
Los propietarios, Richard D'Agostino y su esposa Jeannie, han creado un ambiente afable y se han ganado la lealtad de los clientes con ofertas especiales. Incluso crearon un espacio musical en el sótano con un lema evocador: "Vodka, Viagra, libros obscenos".
Como comerciante, Rick generalmente no toma partido, pero le gusta jugar al abogado del diablo sobre Trump. "No estoy realmente en contra de sus políticas económicas, pero su personalidad, su tono urticante y algunas de las cosas que hace, creo que llevan a la gente a odiarlo", dice.
“Afortunadamente no tenemos muchas peleas”, acota con una sonrisa. “Tenemos personas que se insultan, pero normalmente es un ambiente bastante bueno”.