Un crecimiento disparejo ha caracterizado a la economía durante los últimos 11 años, según un análisis de las diversas actividades empresariales realizado por el equipo de investigadores del Estado de la Nación, con base en datos del reciente Censo 2011.
El mayor dinamismo se ha concentrado en actividades como la agricultura no tradicional para la exportación, servicios como el turismo y al interior de las zonas francas. El aporte de estas actividades al crecimiento económico se disparó un 50% entre el 2000 y el 2011.
En contraste, los sectores más tradicionales como la agricultura para el mercado local y la industria caminan a un paso más lento. Su aporte al crecimiento económico en los últimos 11 años estuvo por debajo del 25%.
Si bien las actividades agrupadas en lo que el Estado de la Nación llama la “nueva economía”, marchan a paso ligero sus filas son escasas, su aporte al empleo nacional es bajo (12%) en comparación con el de industrias más tradicionales (45%).
Además, se han visto beneficiados con estímulos, especialmente fiscales, y con una institucionalidad estatal destinada a la atención de sus necesidades.
“Existe una concentración de la política pública en los sectores más dinámicos. Se fortalecieron instituciones como la Promotora de Comercio Exterior (Procomer) y la Coalición Costarricense de Iniciativas para el Desarrollo (Cinde). El gasto público que se orienta a ellos es importante, pero los ingresos para el erario no lo son”, explicó Miguel Gutiérrez Saxe, director del programa Estado de la Nación.
Sin espacio
Si bien el aporte al empleo de la nueva economía es poco, las condiciones son mejores que en los puestos laborales que ofrece la declinante vieja economía.
“Tienen mayores tasas de aseguramiento con más del 90%. En la vieja economía no se supera el 75%.
Las mejores condiciones también se reflejan en los ingresos. Los ocupados en la nueva economía ganan casi un 50% más que quienes laboran en la vieja economía”, asegura Karla Meneses, investigadora de el Estado de la Nación.
Empero, la puerta para acceder a estas mejores condiciones es angosta. Las actividades de la nueva economía exigen un perfil de trabajador más calificado. La competencia es dura y los espacios pocos.
La movilidad de trabajadores entre la nueva y la vieja economía es baja, según estimaciones de los investigadores.
Son las actividades como los servicios financieros, el comercio y la administración pública, que conforman su propia categoría, las que han dado cobijo a los trabajadores que no cumplen el perfil necesario para ingresar en la nueva economía.
Sin embargo, las autoridades insisten en que existen mecanismos de capacitación para aquellos trabajadores dispuestos a dar el salto.
“Hay una serie de programas en marcha, con el Ministro de Desarrollo Social, tendientes a alinear la oferta del mercado laboral con la demanda de ese mercado. El Instituto Nacional de Aprendizaje ofrece, además, cursos en todas las zonas del país”, aseguró Anabel González, ministra de Comercio Exterior.
En el corazón del país
Otra condición para insertarse como trabajador en la nueva economía es residir en la Gran Área Metropolitana, donde se concentran estas empresas.
Aunque en los últimos 11 años han diversificado ligeramente su presencia territorial, esto se debe sobre todo al cultivo de piña y otros productos agrícolas no tradicionales la exportación.
Las zonas francas y los nuevos servicios siguen siendo un fenómeno metropolitano.
Por su parte, la vieja economía, aunque contraída, ha logrado conservar su presencia a lo largo del territorio durante los últimos 11 años.
Lograr emparejar el ritmo entre ambas economías, multiplicar los encadenamientos productivos, y abrir las oportunidades para los trabajadores de la zona rural, están entre los desafíos de un país que se fracciona.