A Eduardo Lizano Fait le interesa muy poco hablar sobre las etiquetas de “neoliberal” que le han puesto a él y a sus ideas. Simplemente dice que apoya a los mercados como forma de traer desarrollo social. Sin embargo, desde su refugio intelectual, en la Academia Centroamérica, sí desea defender el modelo de inversión extranjera y la apertura de mercados que crecieron de su mano. Las críticas van y vienen cíclicamente, pero con la salida de parte de la operación de Intel de Costa Rica se hicieron más intensas.
Hay una percepción de que se pierden muchos empleos por salida de la inversión extranjera. ¿Como interpretó usted usted la salida de Intel? ¿Hay una reacción exagerada?
Hay un efecto sicológico, creo yo. Esa fue la más grandota y la primera inversión extranjera de ese calibre. Ahora, creo que nos tenemos que acostumbrar a que se den esos flujos. Hay que acostumbrarse a que unas empresas se van y otras vienen. En este caso, el problema no fue un tema de Costa Rica, en su competitividad, fue una necesidad de Intel que llevó a que necesitara cambiar…
Eso se discute. Hay un funcionario de Intel, en un video, que dice que negociaron con el Gobierno tico sobre los costos y menciona que el Gobierno no quiso hacer mejoras; entonces, desde ese punto de vista hay un problema de competitividad del país, ¿no cree?
Pero es que ese no es el principal motivo. Es un cambio que deriva, a su vez, del cambio en la estrategia global de Intel. Intel hace mucho no hace todo en Estados Unidos. Intel obtiene sus insumos de Asia. Ellos no quieren traer sus insumos de Asia a Costa Rica y luego enviarlos de vuelta.
Es un cambio natural y esperable de Intel…
Sí, y eso va a seguir pasando. Sí ha habido, en el pasado, cambios que responden a la competitividad de Costa Rica, como en textiles. Hace años Costa Rica vendía muchos millones de dólares en productos textiles, con sus maquilas, en su primera etapa de exportación. Acá luego hubo costos de todo tipo, entre ellos costos sociales, que hacían más competitivo a San Pedro Sula, en Honduras, por ejemplo.
¿Puede profundizar un poco más en a qué se refiere con acostrumbrarnos a que pasen cosas como las de Intel?
Me refiero a que estas empresas se van ir moviendo de acuerdo con su productividad. Ellos tienen cadenas de valor. Un fabricante de televisores no hace todas las piezas ni las hace todas en el mismo país. Una parte se hace en un país y otra en otro. Es cada vez más raro que un país sea competitivo en todas las cadenas de valor de su producción. Digamos que nosotros podemos ser competitivos, hoy, en la cadena 4, 5 y 6, pero no en las demás, y de pronto otro país es muy bueno en el 7, 8 y 9. Luego podemos ser competitivos en otros y dejar de serlo en los que éramos, entonces es un movimiento de ida y vuelta. Entonces es un asunto de tener una política dinámica. Si se van dos o tres empresas, pues que vengan ocho. Además, hay que tener una política público-privada para llevar productos a China, a Chile, a Canadá, etcétera.
¿Y en el caso de Intel, se suponía que lo mejor hubiera sido que bajáramos costos e hiciéramos cambios para competir con Vietnam?
Pues sí y no. Por más que Costa Rica diera todo gratis, Vietnam era más competitivo para la opción de Intel por un tema de logística. Ahora, sí tenemos que ser más competitivos en la formación del recurso humano, en la tecnología. Por eso es que Costa Rica es más competitivo que Estados Unidos en ciertos productos y Estados Unidos es más productivo en otros.
¿Cuáles de esos elementos del actual modelo de inversión extranjera son, para usted, sus mayores desventajas?
Me parece que queda mucho por hacer en cuanto al recurso humano. Eso es muy importante y tenemos un doble problema. Por una parte, cómo mejoramos la productividad de quienes ya están trabajando y cómo mejoramos la de los que van a entrar al trabajo. En esos aspectos nos hemos quedado atrás. El Instituto Nacional de Aprendizaje (INA) podría estar haciendo más. Me gustaría ver al INA planteando a grupos de empresas cómo formar a ciertos trabajadores para oficios específicos de esas empresas, por ejemplo.
Esto tiene sentido, pero uno escucha a personas como Marcelo Lebendiker, de Parque Tec, que saben mucho de emprendimiento y formas de generar riqueza entre la población que usualemente no lo hace, criticar que no tiene sentido dar cursos si en los lugares donde viven los estudiantes, como Limón o Upala, se genera muy poco empleo. ¿Para qué los cursos si no hay trabajo para aplicar el conocimiento?
Por eso me refiero a crear formación en coordinación con las empresas existentes. Un grupo de fabricantes de muebles, por ejemplo, que coordinan con el INA para formar personas en una técnica específica. El INA puede contratar maestros, buscar forma de hacer eso posible. En otro países las asociaciones textileras tienen su propia escuela. Cuando yo estuve metido en el negocio del plástico, traíamos capacitadores de México, que se quedaban un mes acá dando cursos para algo específico a los obreros.
¿Qué se ve mal en el modelo de inversión extranjera?
Se ha atraído mucha inversión y esta ha evolucionado. Antes venían empresas que requerían poca inversión calificada. Luego pasamos hasta manufactura del tipo de Intel. Antes eran call centers que recibían apuestas y hoy tenemos servicio al cliente de más alta calidad. Es necesario hacer cambios en la formación. Por ejemplo, programas duales, como en España, que permiten ciertos años de estudio en un colegio técnico para pasar directo a formación en la fábrica. Este tipo de sistema explica parte del éxito alemán. Pero sí hay otros problemas, como el exceso de trámites que obliga pasar costos a los clientes, el problema de manejo de los puertos. Todos son costos más elevados de lo que deberían ser.
¿En qué piensa usted cuando se utilizan casos como la salida de Intel y la salida de empresas para deslegitimar el modelo de inversión extranjera que usted mismo promovió? Se habla de que ha generado pobreza y desigualdad.
Pues yo creo que están equivocados (ríe).
¿Cuál es su argumento de fondo?
Bueno, Costa Rica no puede ponerse a producir para su mercado interno, es pequeño. Tiene que exportar para entrar en otros mercados y generar riqueza. Ese es el modelo hacia afuera. El modelo hacia adentro ya lo probamos, con el obstruccionismo, haciendo caros los productos importados. Queríamos hacer un mercado centroamericano, pero rápidamente lo saturamos. Entonces había que buscar mercados afuera, y tenemos empresas de acá invirtiendo en otros países y otras multinacionales extranjeras invirtiendo acá.
¿Pero qué opina sobre el argumento que culpa al modelo que usted ha promovido como un promotor de pobreza y desigualdad?
Este modelo ha generado muchísimo empleo. No solo en la industria, sino en la agricultura. Costa Rica exporta muchísimo. Tiene altas exportaciones agrícola per cápita. Hay mucha inversión extranjera en agricultura. Piñeras extranjeras, piñeras costarricenses. Costa Rica sería mucho más pobre si no se hubieran generado esos empleos.
¿Y sobre la desigualdad?
Tenemos que empezar por definir ‘desigualdad’.
Hablemos de concentración del ingreso. Del incremento del coeficiente de Gini del ingreso de los hogares.
Bueno, veamos la nueva información estadística que tenemos. En los últimos diez años la desigualdad no se ha incrementado. (Se refiere a que el Instituto Nacional de Estadística y Censos dio a conocer que, en el 2013, la distribución del ingreso es prácticamente la misma que en el 2004, último año en que se publicó la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares –Enigh– (antes de la versión actual).
Bajo esa nueva información estadística, el Gini está en 0,53 hoy y hace diez años. El indicador siempre es alto en el contexto latinoamericano.
La información nos dice que no ha incrementado, y además la información es bien clara: los pobres de hoy viven mucho mejor que los pobres de hace 20 años. Vea el porcentaje de hogares pobres con televisión, que no tienen piso de tierra, con radio. No es lo mismo el 20% de pobres de hoy que el de hace 20 años. El nivel de pobreza de hoy es de 20%, antes era de 40%.
¿Usted se considera un “neoliberal”?
(Ríe) En esas etiquetas no me meto. No tengo problemas con que me pongan las etiquetas que quieran.
¿En cuál etiqueta se ubica a usted mismo?
En la que sea. Yo creo que una sociedad en la que los mercados controlen y generen progreso social. Ahora, el Estado tiene un papel. Todo ese marco jurídico que garantice los contratos, que regule la calidad de lo contratado. Creo en un Estado eficiente. Puede ser grande o puede ser pequeño, pero debe ser eficiente.
¿El Estado costarricense es muy grande?
Muy ineficiente.
¿Y grande?
Eso depende de cada país. Hemos tenido un desarrollo a la costarricense, abrimos el mercado de seguros, el de los bancos… No vendimos instituciones para hacer el Estado más pequeño.
¿Cuál es la siguiente etapa en liberalización que debe seguir Costa Rica?
La generación eléctrica, y me parece que los combustibles. En eso hay que liberalizar, pero en eso casos siempre se requiere de una participación estatal, pues el mercado es muy pequeño. No podemos tener oleoductos que compitan entre ellos. Habría solo una red. El tamaño del mercado nos obliga a tener ciertas intervenciones estatales. El licor es otro que hay que tocar, con el cuidado de no vender un monopolio. En otros países han simplemente vendido y pasan de un monopolio público a un privado, pero en licor eso no pasaría, varias empresas compiten en ese mercado.
¿En salud?
Creo que se debe fomentar una mayor participación de las cooperativas a dar servicios médicos mediante un sistema de reembolsos brindados por el Estado.
FICHA TÉCNICA
Eduardo Lizano Faith
Formación: Economista, graduado en las universidades de Ginebra, LSE y Sorbona, París.
Edad: 80 años
Trayectoria: Presidente del Banco Central, 1984-1990 y 1998-2002.